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viernes, 9 de diciembre de 2011

OTRA OPORTUNIDAD A LA ESPERANZA

TRANSMITIR A MI CUERPO Y MI MENTE

Quería tener mi mente positiva y pensar en que podría ser un nuevo comienzo, sin dejar atrás el dolor, sin dejar atrás mis recuerdos, sin dejar atrás mi corazón, pero queriendo acompañar igualmente estos sentimientos con un nuevo presente, un nuevo futuro, y aunque el día 17 en principio se presentaba melancólico, nuestros amigos-de la misma calle, nos mandaron un mensaje para hacernos saber que estaban allí y que si nos apetecía nos haría bien salir y despejar nuestras cabezas.

La verdad, es que Juan Carlos estaba muy cansado porque llevaba varias noches durmiendo bastante mal, y el estrés del trabajo, el día a día en otras circunstancias, pero lo animé sabiendo que todo lo que fuera distraernos, salir, estar acompañados, hablar, reírte, en fín cualquier posible iniciativa en buena compañía nos ayudaría.

Y bueno, cambiamos un poco de aires y nunca mejor dicho, porque nos fuimos a Sierra Espuña, en medio de la naturaleza, el silencio, la belleza del lugar, el trayecto, la comida en un lugar típico, y un poco de aventura. Estuvo bien. Lo pasamos realmente bien, porque ¿como pasarlo mal?, estando con ellos no es difícil sentirte a gusto, porque ellos lo hacen muy fácil, les sale solo. Son así.

Por lo que después de pasar un buen día, y llenar el depósito de energía positiva y optimista, me ví de nuevo ante el espejo preparada para empezar con el primer pinchazo de un nuevo tratamiento. Queriendo sentirme contenta y feliz porque quería trasmitirle a mi cuerpo las mejores sensaciones, los mejores sentimientos y concentrarme esos días en sentir de nuevo la ilusión de una nueva esperanza, y me repetía una y otra vez, que iría bien, que todo saldría bien.

Ángela, cada noche te pido fuerza, te pido protección y busco tu cobijo esperando sentir tu calor aliviando mi dolor. Te queremos mi amor chiquitín.


QUERER CONTAGIARLE MI ÁNIMO

Pinchazo tras pinchazo fui dándole ánimo a mi cuerpo, para que fuera receptivo, para que cogiera lo mejor de mi en esos días y lo llevara hasta mis ovarios, para que todos y cada uno de los pensamientos positivos de esos días fueran orientados a crear buenos óvulos y si fuera posible, bastantes.

Empecé a cuidarme más, tomando perlas de aceite de onagra con vitamina E, leche omega 3, más frutas y verduras, nada de refrescos, ni nada de alcohol, ni siquiera cerveza sin, por si acaso. Seguía haciendo yoga y en cada ejercicio, con cada respiración, en cada meditación, relajación, mi pensamiento era el mismo. Todo iba a ir bien. Si pensaba en positivo, si era optimista atraería la buena suerte y después de tanto, después de todo, ya nos iba tocando un poquito de facilidad en la vida.

Y mientras, para seguir con mi constante querer dar un pasito más cada día, de seguir teniendo mi cabecita ocupada, iba planeando, pensando y tratando de buscar nuevas reuniones con amigos, salidas, comidas, visitas al cine, de todo un poco. Pero en estos días Juan Carlos no estaba muy receptivo, se encontraba tristón, con el ánimo alti-bajo en momentos y sin tener ganas de hablar. El también quería hacer cosas, pero ante todo buscaba mi compañía, como un refugio, para sentirse en paz, y todo lo que planeábamos giraba en torno a salidas fuera de mi casa, unas veces con amigos y otras solos en mi casa o de paseo, pero los dos.

Yo no entendía muy bien porque estaba así, y reconozco que en algunos casos ante mi ignorancia en su estado de ánimo quizás me hizo poder hacerle daño sin ser mi intención, pensando que lo que a mi me hacía bien a él también se lo tenía que hacer, y no siempre es así. Pero en cualquier caso buscábamos un punto intermedio que pudiera satisfacernos a los dos y mantener nuestros sentimientos lo mejor posible esos días.

Mi pequeñito ángel, nunca pensé que en tampoco tiempo se pudiera querer tanto, pero es que tu ¡eras tan esperada mi amor!. Te queremos.


REIR PARA HACERLO MÁS LLEVADERO

Como comentaba en los post anteriores, había iniciado un nuevo tratamiento de fecundación in-vitro y a la misma vez Juan Carlos llevaba una temporada un poquito más bajo que de costumbre.

Que contradicciones. Yo dándole ánimos a mi cuerpo, a mis ovarios para que generaran buenos y bastantes óvulos y mi pobre marido experimentaba la ilusión por el nuevo proceso y a la misma vez una tristeza que yo no sabía como aliviar, porque en realidad no entendía algunas de sus reacciones. Más adelante supe porque estaba y actuaba así. Entonces entendí.

Los sentimientos seguían ahí, pero intentaba por todos los medios que en estos días, ganara la ilusión, el optimismo, y todos los días procuraba ponerme una canción que me gusta mucho de Enrique Iglesias que es muy alegre y hacía bailar a mi cuerpo al ritmo de la música para ir contagiándome de esa energía, de esa alegría que me proporcionaba al escucharla y seguía enfocando todos mis pensamientos hacía mis ovarios, incluso había veces que hasta me oía animando a mis óvulos: -"venga, vamos campeones, tenéis que crecer y poneros grandotes y fuertotes. Venga, crecer". Juan Carlos se moría de la risa cuando me oía, pero es que había que desinhibirse, reírse y disfrutar de esos días porque era de nuevo el comienzo.

Y empezamos las revisiones ecográficas. Al principio la cosa iba lenta, muy lenta. Parecía que había pocos y encima eras muy desiguales por lo que iba a complicar la maduración de todos ellos, y es que en los primeros tratamientos uno no sabe, no tiene ni idea de nada, pero después de tantos intentos, tantos distintos procesos, tantas distintas respuestas ováricas, uno va aprendiendo, va sabiendo más y le hace ser más suspicaz, más precavido. Aún así seguí dándoles guerra a mis óvulos, incitándolos a una competición para que fueran creciendo todos a la vez y no se fueran quedando atrás.

Sí, lo sé. Es de risa. Parece una historia cómica. Pero era la única forma de poder quitarle hierro a tanto estrés psicológico, a tanta carga emocional. Era una forma de hacer más llevadero esos días y que a la misma vez, Juan Carlos me viera sonreír, con ánimo y con alegría y que de esta forma pudiera ayudarlo también a él a llevar mejor esos días si a mi me veía más fuerte.

Hola Ángela. Siempre te llevo en el corazón, pero se me dibuja una sonrisa en el rostro cada vez que veo una Hello Kitty porque sé que estás muy cerca. Te queremos.


ENRIQUE IGLESIAS ME AYUDÓ

Aunque yo seguía teniendo mis dudas, la ginecóloga que me vé en IVI Murcia, estaba convencida de que el tratamiento iba bien y de que todo iba siguiendo su curso y es que, conforme avanzábamos con la medicación, mis óvulos iban creciendo e igualándose y eso era importante para que no sólo fueran bastantes sino que además, al ser todos más o menos del mismo tamaño pudieran ser maduros para poder trabajar con ellos.

Y así, de nuevo entre revisión y revisión, pinchazo tras pinchazo, baile tras baile con la música de Enrique Iglesias para animar a mi cuerpo, iban pasando los días con el ánimo positivo y como siempre, queriendo mantenerme ocupada estando en buena compañía con mis amigos. Mientras, Juan Carlos seguía manteniendo el tipo, buscando excusas y más excusas para realizar las reuniones fuera de casa y tampoco muy a menudo. Yo, seguía sin saber.

Por fin llegó de nuevo el día de la punción (extracción de óvulos). No sabía quien iba a ver en quirófano, pero lo que sí sabía era el cariño y la atención con la que me iban a tratar, porque así estaba siendo (siempre, pero en especial desde la muerte de Ángela). Y me ví de nuevo en la habitación cambiándome para ir a quirófano, con ilusión, con alegría, con mucho optimismo.

Me acompañó como siempre una enfermera, pero a ella la conozco desde el principio de empezar con los tratamientos y hay un sentimiento especial y al entrar al quirófano diciéndole que "iba muy positiva", hoy una voz conocida que me respondía: -"eso está muy bien. Me gusta que vengas con esa actitud"-. Y es que era el director de la clínica IVI Murcia, que fue el que en su día (27-01-08), me hizo la transferencia (me introdujo), del pequeñito embrioncito que luego sería Ángela.

Me tumbé y lo mejor del tratamiento y proceso, me pusieron la anestesia y me dormí sin darme cuenta, en un sueño profundo, sin imágenes, sin sueños molestos y perturbadores. Sólo silencio, vacío, nada. Y al cabo de un rato, para mí corto, me desperté de nuevo en la habitación a la espera de que viniera el ginecólogo a decirme que tal había ido.

Cariño mío, ¡cuantos recuerdos, cuantas sensaciones!. En ese quirófano empezaste a crecer dentro de mí y ya desde entonces formas parte de mi vida. Te queremos.


TRES PEQUEÑOS CAMPEONES

Fuí despertando poco a poco esperando ver que tal había ido. Por fín se abrió la puerta y entró el ginecólogo.

En principio parecía que había ido bien. Me habían sacado 12 óvulos pero había que esperar hasta que los biólogos los vieran y comprobaran con cuantos podían trabajar. Aún no nos íbamos a adelantar, pero dependía de los que hubiera para seguir con el proceso o por el contrario hacer una nueva estimulación para poder contar con bastantes posibles candidatos.

Esa misma mañana nos informaron de que de los 12, 10 eran maduros y podían proceder a fecundar. El proceso por tanto, proseguía. Ahora como siempre tocaba esperar y ver como iban evolucionando.

Mi ánimo seguía arriba. Mi ilusión crecía y la esperanza de que todo iba a salir bien esta vez. Ese era mi ánimo y el de toda la clínica IVI-Murcia que nos mostraban su constante apoyo y entrega profesional para que por fin, llegara de nuevo el milagro.

Pasaban los días e íbamos recibiendo noticias. Primero habían fecundado 8, después se pararon 3 por lo tanto quedaban 5 y por fín llegó el día de la posible transferencia.

Una vez más, con los nervios a flor de piel nos fuimos a la clínica sin saber ni tener ni idea de si habría transferencia o no. Yo tenía que ir con la vejiga llena por si acaso, pero con los nervios, no se cuantas veces pude entrar al cuarto de baño. Por fín, una de las veces que salía para ir, me encontré con la enfermera que conocíamos desde el principio y que estuvo en la extracción y me sonrió y me dijo que estaban muy contentos. Había 3 pequeños embrioncitos. Tres pequeños campeones.

Me sentía contenta, feliz. Sí, esta vez seguro que todo saldría bien y con esa motivación nos dirigimos de nuevo a quirófano Juan Carlos y yo, ya que para la transferencia pueden entrar las parejas para poder participar del momento.

Estás conmigo mi pequeño ángel. Así lo quiero, así lo necesito, porque tu mi pequeñito corazoncito eres todo lo que una madre hubiera deseado. Te queremos.



LA ILUSIÓN DE CREAR VIDA

De nuevo en la camilla y de nuevo una voz conocida. Era otra vez el director de la clínica IVI-Murcia y la verdad me resultó alentador porque al igual que con Ángela, era el que me iba a introducir (hacer la transferencia) los embriones y pensé que quizás era una buena señal que volviera a repetirse la casualidad.

Todo rápido, todo bien. Enseguida estábamos de nuevo en la habitación para hacer el consabido reposo y que vinieran a dar las instrucciones.

Otra vez emocionados, con caricias y palabras cariñosas para los pequeñitos que llevaba dentro. Otra vez la ilusión y las ganas de que todo fuera bien. Otra vez deseosa de que los días pasaran pero sabiendo que debía ir disfrutando cada uno de ellos por si acaso.

Y entró el ginecólogo y nos dió las instrucciones para seguir en los próximos días hasta la prueba de embarazo. Y aunque siempre te dicen que hagas vida normal, no puedes. Es inevitable el cuidado extremo que llevas por todo y en todo momento. Da incluso hasta risa muchas de las cosas que hacemos o no hacemos pensando o queriendo protegerlos como si se nos fueran a caer.

Recuerdo que le cogí la mano antes de irse y le dí las gracias casi llorando por el trato tan formidable y todas las atenciones que nos estaban dando. Juan Carlos también se lo dijo entre palabras emocionadas y llenas de agradecimiento.

Salimos de allí con todos los que nos encontrábamos a nuestro paso cruzando los dedos para que todo saliera por fin bien de nuevo. Y con nuestra energía positiva, la ilusión y alegría de llevar a los dos chiquitines dentro de mi y todo el cariño y la fuerza optimista de la clínica volvimos a casa una vez más a esperar. Mientras el otro pequeño embrioncito sería congelado por si hubiera que necesitarlo más adelante.

Mi cielo azul, mi carita gordita, sigo intentando seguir, sigo intentando vivir, sigo intentando dar cada día un nuevo paso para poder dejar de llorar. Te queremos.

lunes, 5 de diciembre de 2011

EL FORO, EL FRIGOBEBÉ Y EL NO DECAER

DESCUBRIENDO SENTIMIENTOS IGUALES

Pronto llegaría Semana Santa y también en Murcia las fiestas de primavera, y ya unos y otros iban preparándonos planes para esas fechas. Que sí ir a ver las procesiones en Lorca, a las que no habíamos ido nunca y nos habían dicho que eran muy bonitas, que si una comida con unos amigos para el día del bando de la huerta, que si otra comida en una barraca. Bueno nosotros dejábamos planear. Todo estaba en suspenso y con la incógnita de ver si para esas fechas estaría de nuevo embarazada y no podría hacer nada de lo planeado. Todos nos decían que ojala no pudiéramos ir a nada de lo que nos habían preparado, porque sería por algo bueno y así lo esperaban ellos y por supuesto nosotros.

En estos días me acordé de las chicas del foro de angelitos que hacía tiempo que no entraba y volví a conectar con ellas porque tienen tanto amor, tanto sentimiento, tantas buenas palabras hacía sus bebés y hacía los bebés de las demás mamás que siempre encuentran una palabra para animar y reconfortar aunque no te sientas triste. En especial me acordé de una de ellas que unos meses atrás me había dicho que era un poco brujita y que seguro que para final de año estaría de nuevo embarazada y aunque por poco tiempo, acertó. Y no sé, en ese momento que iba a empezar el tratamiento con el embrión congeladito, y aunque no les había comentado nada, era como compartir de alguna forma el deseo de volver a ser madres que todas tenían y tienen y que constante intentan animar a las demás en esa nueva búsqueda, en esa nueva aventura teniendo siempre presente cada una de ellas a su angelito a pesar de todo.

También de casualidad encontré un foro de problemas de fertilidad y daba la casualidad que habían entablado unos temas sobre embriones congelados para marzo, o de betaesperantes para esos días y empecé a leerlos y me dí cuenta que todos esos miedos, esas incertidumbres, esas sensaciones, síntomas o no síntomas, cuidados exagerados y precauciones de todo tipo, que yo pensaba que me hacían ser un poco maniática, resulta que todas esas chicas que estaban pasando por lo mismo que yo, también sentían. Tanto los días previos a la extracción, como los betaesperantes, es decir, los días en los que ya tienes a tus embrioncitos dentro de ti, pero tienes que esperar al análisis de sangre, la beta, para saber si estás o no embarazada. ¡Era tan curioso leer todos esos comentarios que de alguna forma te hacían verte reflejada en ellos y por tanto darte cuenta que lo que tu sentías en todo el proceso era perfectamente normal! y me hacía gracia. Tampoco había leído nada hasta entonces sobre quién se había puesto embriones congelados, por lo que me pareció también muy curioso y en muchos aspectos revelador, entre otras cosas porque me ayudó a tomármelo con menos frialdad, y hasta en cierto punto como un juego.

Me dulce tesoro. Todos los días vas en mi corazón, todas las noches en mis sueños y cada mañana en el susurro del amanecer. Eres mi niñita. Te queremos vida mía.



PREPARANDO AL FRIGOBEBÉ

En este nuevo foro sobre fecundación, aunque yo no participaba, si leía lo que escribían las demás y me resultó útil, sobre todo porque era una forma de ir compartiendo sentimientos, miedos, alegrías, esperas, ilusiones que todas íbamos a experimentar en unos pocos días. Era como ir viéndote reflejada en el día a día de todas ellas, pues todas íbamos a compartir la misma experiencia y por tanto las mismas sensaciones, incertidumbres y espera.
Unas comentaban sus tratamientos, otras los embrioncitos que tenían congelados, algunas ya habían pasado por un tratamiento con congelados y por tanto servían de ayuda a las demás, pero lo más gracioso, lo que más me llamó la atención y me resultó muy simpático, fue la forma en la que la mayoría de las chicas llamaban a sus embrioncitos.

Findus, pingüinitos, frigobebés, frigohijos, esquimalitos. Resultaba chocante pero a la misma vez era una forma de ir quitándole hierro al asunto. Era como hacerlo menos impersonal, menos frío (no por lo de ser congelados), era como darle menos importancia al proceso y más si cabe, al hecho de que esos pequeñitos seres estaban en espera. Estaban esperándonos y nosotros a ellos. Era una nueva manera de mirar el proceso, sin la angustia y la ansiedad que generan esos días de proceso, de espera.

Así se lo conté a Juan Carlos y a él también le hizo mucha gracia y mira si le hizo gracia que de todos los posibles nombres que daban en el foro él empezó a llamarlo Findus. A mi me daba mucha rabia y yo le decía que lo llamará frigohijo o frigobebé y el se reía y me hacía rabiar. Yo lo sabía y por eso no se lo tomaba a mal y de todas formas era también una forma de hacerlo participar en nuestra nueva aventura sin que tampoco para él fuera psicológicamente más duro de lo que ya era.

Me iban a hacer la transferencia del embrión en un ciclo natural mío, y aunque no tenía que pincharme sí había que prepararme el endometrio y por tanto tenía que tomar una medicación, hacerme controles ecográficos, de sangre. Bueno, otra vez al lío y mientras nuestro frigohijo esperando el momento adecuado para la desvitrificación.

Muñequita, cuando cierro los ojos es tu imagen la que veo, porque tú mi amor eres mi mejor recuerdo. Ángela, te queremos.


OTRA LUCHA EN EL CAMINO
Andábamos contentos esos días. Yo me levantaba por las mañanas contenta, con un optimismo renovado, con alegría y esperanza. Por un lado quería que los días pasaran, pero por otro los estaba disfrutando. Estaba viviendo esa nueva aventura con ilusión y sólo sabía que cada día que pasaba me acercaba un poquito más a nuestro frigobebe o frigohijo.

¡Cuanto nos pudimos reír Juan Carlos y yo con el apodo cariñoso que le dábamos cada uno!, hasta lo contagiamos a nuestros amigos que al vernos con esa alegría disfrutaban por nosotros. A pesar de no tenerlo todavía conmigo, le hablábamos y le mandábamos ánimo porque pronto estaría calentito y recibiendo todo nuestro amor. Seguro que esta vez tendríamos suerte. Nada de ser negativos. Nuestro embrioncito frigohijo era fuertote y había superado hasta ahora todos los obstáculos así que íbamos a esperar lo mejor.

Se acercaba el día y quedaron en llamarnos para decir si la desvitrificación y el proceso de desarrollo había sido normal. Y seguimos siendo positivos, seguimos optimistas, seguimos contentos un día más, una noche más. Esa última noche todavía podíamos soñar.

Llegó la mañana y con ella una nueva decepción. Me llamó mi ginecóloga que ni siquiera estaba en la clínica pero que estaba muy pendiente del resultado de aquel día. En su voz noté su decepción y su tristeza por nosotros. Y que decirnos, después de tanto que podía decirnos. Como pude, saque fuerza y llamé a Juan Carlos para decírselo. El se sintió tan abatido como yo y aunque quedamos en llamar a la clínica para pedir cita y ver que posibles opciones teníamos, nuestro ánimo estaba por los suelos. Esa tarde les puse un mensaje a mis amigas diciéndoles que no había podido ser. Enseguida me contestaron sabiendo que en este nuevo proceso habíamos querido tener una actitud distinta y que al final por no hacerlo tan impersonal, aunque parezca increíble, le habíamos cogido cariño a nuestro pequeño embrioncito.

A pesar del tiempo pasado, todavía hay días en los que la alegría de tu llegada me hacen sentir por momentos esa emoción de pensar en tenerte en mis brazos. TE QUEREMOS.


UN PASO ATRÁS, DOS HACÍA DELANTE
La verdad es que nos afectó más de lo normal. Después de lo que llevamos pasado quizás resulta raro. Pero es que por intentar ser lo más optimistas posible, por dar un nuevo giro al proceso, por querer tomárnoslo con sentido del humor, al final fue peor el remedio que la enfermedad. En nuestro afán por quitarle importancia, por tomárnoslo como un juego, sin darnos cuenta nos habíamos ido metiendo en un mar de sentimientos que al final tuvo como consecuencia el cariño que ya le habíamos tomado, porque era nuestro posible hijo.
Pasamos unos cuantos días bastante chafados, incluso de vez en cuando alguna lágrima brotaba de nuestro rostro, pero es que ¡era todo tan duro! Mi amiga de la misma calle me dijo que a pesar de sentirnos ahora tan tristes ellos se habían alegrado de habernos visto esos días atrás con tanta ilusión y que no tiraramos la toalla. De hecho, aunque ella me dijo que no creen en esas cosas, pero por agotar todos los cartuchos, me regaló un Llamador de Ángeles", porque le habían dicha que traía suerte y para que me lo pudiera colgar me dejo una cadena suya que ha ella le había traído mucho suerte y guardaba con cariño. Lo cierto es que me emocionó mucho y quizás por lo sensible de aquellos días unido al bonito gesto, me hizo llorar.

Fueron unos días bastante tristes, (alguna ya lo sabéis), pero teníamos que volver a levantarnos y a pensar que debíamos remontar buscando todo lo que nos llena en nuestro día a día.
Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida. Continúa… La felicidad te mantiene Dulce, Los intentos te mantienen Fuerte,Las penas te mantienen Humano,Las caídas te mantienen Humilde,El éxito te mantiene Brillante.Pero sólo Dios te mantiene Caminando...

Con el cielo azul te imagino sentadita en una nube, mirando desde arriba y sonriendo porque estás feliz. Así quiero pensarte, así quiero soñarte, así quiero sentirte. Te queremos, Ángela.