TRANSMITIR A MI CUERPO Y MI MENTE
Quería tener mi mente positiva y pensar en que podría ser un nuevo comienzo, sin dejar atrás el dolor, sin dejar atrás mis recuerdos, sin dejar atrás mi corazón, pero queriendo acompañar igualmente estos sentimientos con un nuevo presente, un nuevo futuro, y aunque el día 17 en principio se presentaba melancólico, nuestros amigos-de la misma calle, nos mandaron un mensaje para hacernos saber que estaban allí y que si nos apetecía nos haría bien salir y despejar nuestras cabezas.
La verdad, es que Juan Carlos estaba muy cansado porque llevaba varias noches durmiendo bastante mal, y el estrés del trabajo, el día a día en otras circunstancias, pero lo animé sabiendo que todo lo que fuera distraernos, salir, estar acompañados, hablar, reírte, en fín cualquier posible iniciativa en buena compañía nos ayudaría.
Y bueno, cambiamos un poco de aires y nunca mejor dicho, porque nos fuimos a Sierra Espuña, en medio de la naturaleza, el silencio, la belleza del lugar, el trayecto, la comida en un lugar típico, y un poco de aventura. Estuvo bien. Lo pasamos realmente bien, porque ¿como pasarlo mal?, estando con ellos no es difícil sentirte a gusto, porque ellos lo hacen muy fácil, les sale solo. Son así.
Por lo que después de pasar un buen día, y llenar el depósito de energía positiva y optimista, me ví de nuevo ante el espejo preparada para empezar con el primer pinchazo de un nuevo tratamiento. Queriendo sentirme contenta y feliz porque quería trasmitirle a mi cuerpo las mejores sensaciones, los mejores sentimientos y concentrarme esos días en sentir de nuevo la ilusión de una nueva esperanza, y me repetía una y otra vez, que iría bien, que todo saldría bien.
Ángela, cada noche te pido fuerza, te pido protección y busco tu cobijo esperando sentir tu calor aliviando mi dolor. Te queremos mi amor chiquitín.
QUERER CONTAGIARLE MI ÁNIMO
Pinchazo tras pinchazo fui dándole ánimo a mi cuerpo, para que fuera receptivo, para que cogiera lo mejor de mi en esos días y lo llevara hasta mis ovarios, para que todos y cada uno de los pensamientos positivos de esos días fueran orientados a crear buenos óvulos y si fuera posible, bastantes.
Empecé a cuidarme más, tomando perlas de aceite de onagra con vitamina E, leche omega 3, más frutas y verduras, nada de refrescos, ni nada de alcohol, ni siquiera cerveza sin, por si acaso. Seguía haciendo yoga y en cada ejercicio, con cada respiración, en cada meditación, relajación, mi pensamiento era el mismo. Todo iba a ir bien. Si pensaba en positivo, si era optimista atraería la buena suerte y después de tanto, después de todo, ya nos iba tocando un poquito de facilidad en la vida.
Y mientras, para seguir con mi constante querer dar un pasito más cada día, de seguir teniendo mi cabecita ocupada, iba planeando, pensando y tratando de buscar nuevas reuniones con amigos, salidas, comidas, visitas al cine, de todo un poco. Pero en estos días Juan Carlos no estaba muy receptivo, se encontraba tristón, con el ánimo alti-bajo en momentos y sin tener ganas de hablar. El también quería hacer cosas, pero ante todo buscaba mi compañía, como un refugio, para sentirse en paz, y todo lo que planeábamos giraba en torno a salidas fuera de mi casa, unas veces con amigos y otras solos en mi casa o de paseo, pero los dos.
Yo no entendía muy bien porque estaba así, y reconozco que en algunos casos ante mi ignorancia en su estado de ánimo quizás me hizo poder hacerle daño sin ser mi intención, pensando que lo que a mi me hacía bien a él también se lo tenía que hacer, y no siempre es así. Pero en cualquier caso buscábamos un punto intermedio que pudiera satisfacernos a los dos y mantener nuestros sentimientos lo mejor posible esos días.
Mi pequeñito ángel, nunca pensé que en tampoco tiempo se pudiera querer tanto, pero es que tu ¡eras tan esperada mi amor!. Te queremos.
REIR PARA HACERLO MÁS LLEVADERO
Como comentaba en los post anteriores, había iniciado un nuevo tratamiento de fecundación in-vitro y a la misma vez Juan Carlos llevaba una temporada un poquito más bajo que de costumbre.
Que contradicciones. Yo dándole ánimos a mi cuerpo, a mis ovarios para que generaran buenos y bastantes óvulos y mi pobre marido experimentaba la ilusión por el nuevo proceso y a la misma vez una tristeza que yo no sabía como aliviar, porque en realidad no entendía algunas de sus reacciones. Más adelante supe porque estaba y actuaba así. Entonces entendí.
Los sentimientos seguían ahí, pero intentaba por todos los medios que en estos días, ganara la ilusión, el optimismo, y todos los días procuraba ponerme una canción que me gusta mucho de Enrique Iglesias que es muy alegre y hacía bailar a mi cuerpo al ritmo de la música para ir contagiándome de esa energía, de esa alegría que me proporcionaba al escucharla y seguía enfocando todos mis pensamientos hacía mis ovarios, incluso había veces que hasta me oía animando a mis óvulos: -"venga, vamos campeones, tenéis que crecer y poneros grandotes y fuertotes. Venga, crecer". Juan Carlos se moría de la risa cuando me oía, pero es que había que desinhibirse, reírse y disfrutar de esos días porque era de nuevo el comienzo.
Y empezamos las revisiones ecográficas. Al principio la cosa iba lenta, muy lenta. Parecía que había pocos y encima eras muy desiguales por lo que iba a complicar la maduración de todos ellos, y es que en los primeros tratamientos uno no sabe, no tiene ni idea de nada, pero después de tantos intentos, tantos distintos procesos, tantas distintas respuestas ováricas, uno va aprendiendo, va sabiendo más y le hace ser más suspicaz, más precavido. Aún así seguí dándoles guerra a mis óvulos, incitándolos a una competición para que fueran creciendo todos a la vez y no se fueran quedando atrás.
Sí, lo sé. Es de risa. Parece una historia cómica. Pero era la única forma de poder quitarle hierro a tanto estrés psicológico, a tanta carga emocional. Era una forma de hacer más llevadero esos días y que a la misma vez, Juan Carlos me viera sonreír, con ánimo y con alegría y que de esta forma pudiera ayudarlo también a él a llevar mejor esos días si a mi me veía más fuerte.
Hola Ángela. Siempre te llevo en el corazón, pero se me dibuja una sonrisa en el rostro cada vez que veo una Hello Kitty porque sé que estás muy cerca. Te queremos.
ENRIQUE IGLESIAS ME AYUDÓ
Aunque yo seguía teniendo mis dudas, la ginecóloga que me vé en IVI Murcia, estaba convencida de que el tratamiento iba bien y de que todo iba siguiendo su curso y es que, conforme avanzábamos con la medicación, mis óvulos iban creciendo e igualándose y eso era importante para que no sólo fueran bastantes sino que además, al ser todos más o menos del mismo tamaño pudieran ser maduros para poder trabajar con ellos.
Y así, de nuevo entre revisión y revisión, pinchazo tras pinchazo, baile tras baile con la música de Enrique Iglesias para animar a mi cuerpo, iban pasando los días con el ánimo positivo y como siempre, queriendo mantenerme ocupada estando en buena compañía con mis amigos. Mientras, Juan Carlos seguía manteniendo el tipo, buscando excusas y más excusas para realizar las reuniones fuera de casa y tampoco muy a menudo. Yo, seguía sin saber.
Por fin llegó de nuevo el día de la punción (extracción de óvulos). No sabía quien iba a ver en quirófano, pero lo que sí sabía era el cariño y la atención con la que me iban a tratar, porque así estaba siendo (siempre, pero en especial desde la muerte de Ángela). Y me ví de nuevo en la habitación cambiándome para ir a quirófano, con ilusión, con alegría, con mucho optimismo.
Me acompañó como siempre una enfermera, pero a ella la conozco desde el principio de empezar con los tratamientos y hay un sentimiento especial y al entrar al quirófano diciéndole que "iba muy positiva", hoy una voz conocida que me respondía: -"eso está muy bien. Me gusta que vengas con esa actitud"-. Y es que era el director de la clínica IVI Murcia, que fue el que en su día (27-01-08), me hizo la transferencia (me introdujo), del pequeñito embrioncito que luego sería Ángela.
Me tumbé y lo mejor del tratamiento y proceso, me pusieron la anestesia y me dormí sin darme cuenta, en un sueño profundo, sin imágenes, sin sueños molestos y perturbadores. Sólo silencio, vacío, nada. Y al cabo de un rato, para mí corto, me desperté de nuevo en la habitación a la espera de que viniera el ginecólogo a decirme que tal había ido.
Cariño mío, ¡cuantos recuerdos, cuantas sensaciones!. En ese quirófano empezaste a crecer dentro de mí y ya desde entonces formas parte de mi vida. Te queremos.
TRES PEQUEÑOS CAMPEONES
Fuí despertando poco a poco esperando ver que tal había ido. Por fín se abrió la puerta y entró el ginecólogo.
En principio parecía que había ido bien. Me habían sacado 12 óvulos pero había que esperar hasta que los biólogos los vieran y comprobaran con cuantos podían trabajar. Aún no nos íbamos a adelantar, pero dependía de los que hubiera para seguir con el proceso o por el contrario hacer una nueva estimulación para poder contar con bastantes posibles candidatos.
Esa misma mañana nos informaron de que de los 12, 10 eran maduros y podían proceder a fecundar. El proceso por tanto, proseguía. Ahora como siempre tocaba esperar y ver como iban evolucionando.
Mi ánimo seguía arriba. Mi ilusión crecía y la esperanza de que todo iba a salir bien esta vez. Ese era mi ánimo y el de toda la clínica IVI-Murcia que nos mostraban su constante apoyo y entrega profesional para que por fin, llegara de nuevo el milagro.
Pasaban los días e íbamos recibiendo noticias. Primero habían fecundado 8, después se pararon 3 por lo tanto quedaban 5 y por fín llegó el día de la posible transferencia.
Una vez más, con los nervios a flor de piel nos fuimos a la clínica sin saber ni tener ni idea de si habría transferencia o no. Yo tenía que ir con la vejiga llena por si acaso, pero con los nervios, no se cuantas veces pude entrar al cuarto de baño. Por fín, una de las veces que salía para ir, me encontré con la enfermera que conocíamos desde el principio y que estuvo en la extracción y me sonrió y me dijo que estaban muy contentos. Había 3 pequeños embrioncitos. Tres pequeños campeones.
Me sentía contenta, feliz. Sí, esta vez seguro que todo saldría bien y con esa motivación nos dirigimos de nuevo a quirófano Juan Carlos y yo, ya que para la transferencia pueden entrar las parejas para poder participar del momento.
Estás conmigo mi pequeño ángel. Así lo quiero, así lo necesito, porque tu mi pequeñito corazoncito eres todo lo que una madre hubiera deseado. Te queremos.
De nuevo en la camilla y de nuevo una voz conocida. Era otra vez el director de la clínica IVI-Murcia y la verdad me resultó alentador porque al igual que con Ángela, era el que me iba a introducir (hacer la transferencia) los embriones y pensé que quizás era una buena señal que volviera a repetirse la casualidad.
Todo rápido, todo bien. Enseguida estábamos de nuevo en la habitación para hacer el consabido reposo y que vinieran a dar las instrucciones.
Otra vez emocionados, con caricias y palabras cariñosas para los pequeñitos que llevaba dentro. Otra vez la ilusión y las ganas de que todo fuera bien. Otra vez deseosa de que los días pasaran pero sabiendo que debía ir disfrutando cada uno de ellos por si acaso.
Y entró el ginecólogo y nos dió las instrucciones para seguir en los próximos días hasta la prueba de embarazo. Y aunque siempre te dicen que hagas vida normal, no puedes. Es inevitable el cuidado extremo que llevas por todo y en todo momento. Da incluso hasta risa muchas de las cosas que hacemos o no hacemos pensando o queriendo protegerlos como si se nos fueran a caer.
Recuerdo que le cogí la mano antes de irse y le dí las gracias casi llorando por el trato tan formidable y todas las atenciones que nos estaban dando. Juan Carlos también se lo dijo entre palabras emocionadas y llenas de agradecimiento.
Salimos de allí con todos los que nos encontrábamos a nuestro paso cruzando los dedos para que todo saliera por fin bien de nuevo. Y con nuestra energía positiva, la ilusión y alegría de llevar a los dos chiquitines dentro de mi y todo el cariño y la fuerza optimista de la clínica volvimos a casa una vez más a esperar. Mientras el otro pequeño embrioncito sería congelado por si hubiera que necesitarlo más adelante.
Mi cielo azul, mi carita gordita, sigo intentando seguir, sigo intentando vivir, sigo intentando dar cada día un nuevo paso para poder dejar de llorar. Te queremos.