Llegó el 14 de octubre. Fecha probable de parto. Pero nada. Ese día tenía cita en
Ya estaba ahí. Había llegado el momento. Después de nueve maravillosos meses, faltaban horas para tenerla en mis brazos. Esa noche se hizo larga, pero me sirvió para recordar todos los maravillosos momentos que habíamos pasado con Ángela.
Recuerdo el día que me hicieron la transferencia. Era Santa Ángela. 27 de enero. Recuerdo el día que me llamaron para decirme que estaba embarazada y el tiempo que estuve en reposo porque estaba manchando. ¡Que miedo pasé! sólo quería que aguantaras, que fueras fuerte. ¡Eras tan importante ya para nosotros! Recuerdo con especial emoción, la primera vez que oímos tú corazón, esa sensación de saber que llevas vida dentro, que en mi interior estabas creciendo. Recuerdo el día que nos dijeron que eras una niña, como nos miramos tu padre y yo y casi al unísono dijimos tu nombre: - "Ángela"-. Recuerdo el ansia que tenía por notarte, y la alegría tan inmensa que sentí cuando note tu primer movimiento. Igualmente, recuerdo la cara de tu padre cuando al poner la mano en mi barriga noto ese pequeño movimiento. Recuerdo el miedo que pasaba en cada reconocimiento hasta que me decían que estabas bien. Recuerdo cada una de las 16 ecografías que te hicieron. ¡Cómo íbamos viendo tus cambios!. Especialmente recuerdo una en la que aún sólo medias cuatro centímetros pero estabas totalmente formada y moviendo tus pequeñas piernecitas y bracitos. También recuerdo la ecografía de las 3D-4D porque además de decirnos que estabas perfectamente, vimos tu preciosa carita por primera vez. Recuerdo lo relajada que te quedabas cuando te ponía música clásica, o cuando te asustaba el agua de la ducha y yo te cantaba. Recuerdo lo que te gustaba oír la voz de tu padre y cuando te estirabas y el pasaba la mano por mi barriga, tu te sentías mejor. Recuerdo como nos dabas las buenas noches al acostarnos y tus primeros movimientos al despertarte. Recuerdo los tics que me daban en la barriga cuando te daba hipo. También los baños que nos dimos en el mar, imaginándote al año siguiente disfrutando de la arena, el sol y el mar. Recuerdo con la ilusión que estuvimos comprando todas tus cositas. ¡Lo que pudimos disfrutar!, así como decorando tu habitación y guardándolo todo en sus cajones. Recuerdo el tendedero lleno con tus pequeños bodys, la gracia que nos hacía. Recuerdo como me acordaba de mi madre pensando que no podría disfrutarte, con la ilusión que le hacía ser abuela. Recuerdo cuando comía ajo que te movías como una loca. También recuerdo todas las cosas que sí te gustaba que comiera, porque te calmabas. Recuerdo lo buena que eras por la noche. Dormías de un tirón. Recuerdo la ilusión que me hacía ir viendo como crecía mi barriga al compás tuyo. Recuerdo la emoción que me embargaba cuando pensaba en el primer momento en que te viera por primera vez. Tenía tantas ganas de comerte a besos. De ver tus pequeños piececitos. Esos piececitos que me daban pequeñas pataditas en la vejiga y me hacían ir al cuarto de baño cada dos por tres, pero que a mi me hacía gracia cuando sentía esas pequeñas pataditas. Recuerdo que empecé a pensar que era tanto lo que quería disfrutarte, que cuando me imaginaba a la gente viniendo a verte, cogiéndote en brazos, me daba como celos el pensar que me robaran esos minutos contigo. Cuando me decían que se me había acabado el dormir por las noches, yo les contestaba que me daba igual, que así más tiempo para disfrutarte.
Ya se acababa. Todos estos recuerdos y muchos más que guardo en mi corazón y en mi alma, son los maravillosos nueve meses que te llevé dentro. Esos maravillosos nueve meses que tu padre y yo disfrutamos día a día, porque teníamos tanto miedo de que te pasara algo. Cada día era una meta. Una alegría. Un mundo de recuerdos. ¡Qué poco quedaba para empezar a tener nuevos recuerdos!
Ángela, ¡cuanto amor!.
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