martes, 22 de noviembre de 2011

EL DOLOR TRASPASA EL CORAZÓN

DESOLACION

Unas horas antes, estando aún en la sala de dilatación, me habían preguntado si sabía como se iba a llamar. Yo dije que sí: - ÁNGELA MORENO VICENTE-. Me preguntaron si iba a darle el pecho, yo dije que si podía, estaría encantada. Me preguntaron que si mi marido iba a querer estar en el parto y yo dije que por supuesto. Durante todo el día en aquella habitación, los momentos en que estuvo Juan Carlos conmigo y los que yo estuve sola, no paramos de oír los llantos de los bebes que iban naciendo. Y ahora allí estábamos los dos. Sin parar de llorar, deseando habernos muerto cualquiera de los dos por ella. Teníamos el corazón y el alma rotos y los brazos vacíos. A mí me preguntaron si quería verla. ¡Dios mío! nueve meses esperando, toda la ilusión y el amor puesto en ese momento y ahora............ No tuve fuerzas para poderla ver. Para poderla coger. Hoy me arrepiento y lo pienso muchas veces, pero Juan Carlos dice que es mejor que me la imagine como en la ecografía. El sí la vio y dice que era preciosa. Tenía que serlo, es mi Angelito del Cielo.

Qué duro tuvo que ser para Juan Carlos el momento en el que se lo llevaron a otra habitación y le dijeron que nuestra hija estaba muerta. Me hacía tanta ilusión verlo con su hija en brazos. Estábamos tan locos con ella.

Me subieron a la habitación. De las que han operado en ginecología. ¡Qué tristeza y qué desolación!, yo tenía que estar con mi hija en brazos, sintiendo su cuerpecito, su olor, su mirada aún asustada por su llegada al mundo. Pero allí estábamos los dos. Rotos de dolor y Juan Carlos llamando a la familia para darle la triste noticia.

Vinieron sus padres y sus hermanos. A mi padre no lo pudimos localizar hasta por la mañana y al entrar a la habitación se abrazó a mi llorando y me dijo: " hija ¡cuanto vas a sufrir!.

ANGELA. ANGELA. ANGELA. ¿POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ?



ÁNGELA. ¿POR QUÉ?

Aunque estaba ingresada en el área de ginecología por la cesárea, me derivaron al servicio de psiquiatría. Aún hoy recuerdo con horror esos días. Juan Carlos tuvo que llamar a poca gente porque como estaban pendientes de la fecha probable de parto, empezaron a llamar para ver si había noticias. Los amigos, la familia, todos se quedaban sin palabras. Algunos rompían a llorar, otros colgaban sin decir palabra hasta que sacaban fuerzas y volvían a llamar. Mi amiga-psicóloga llamó también. Al darle la noticia, se quedó callada y sólo pudo decirme: "Mª del Mar perdona, si no te importa te llamo mañana, ahora mismo no puedo hablar, no sé que decirte". Y era lógico. Otra muestra más de su valía como persona, le afectó tanto la noticia que en ese momento no reaccionó como psicóloga, sino como amiga. Y ahí estuvo. Desde el día siguiente fue llamándome para preguntar, para que yo hablara y me desahogara, además de la psiquiatra que venía a verme del hospital. Pero ¡qué contar!, ¡qué decir!. Sólo repetía una y otra vez: -"mi pequeñica, mi hijica". Acostada los primeros días y sentada algunos ratos, después, seguía preguntándome : ¿por qué? ¿por qué?.

No quería ni mirarme la barriga, ni rozarme. Cuando me desnudaba para ducharme, no podía mirarme. ¡No podía! ¿Donde estaba mi hija? ¿y mi barriga?.

Juan Carlos estuvo conmigo día y noche. No quiso irse ninguna noche. Para que fuera a comer venían sus hermanos o cuñado y yo les decía que me dijeran si había comido, porque si no yo tampoco comía. Uno por el otro hacíamos el esfuerzo. Uno a otro nos apoyábamos. Uno y otro sin vida, con la tristeza rompiéndonos el alma, pero uno por el otro.

Venían a visitarnos, nos llamaban, sin saber que decir, sólo dejando que nos desahogáramos. Los amigos-vecinos que habían tenido a su hijo 16 días antes estaban destrozados. Ellos más que nadie habían compartido nuestro embarazo junto con el suyo. Ellos más que nadie. También los amigos que estaban esperando para dos meses después, vino a vernos él. Ella no pudo porque tenía que estar en reposo, pero me llamó y sus palabras no las olvidaré mientras viva. Me dijo: -"Mª del Mar cuando mi marido me ha dicho lo que te ha pasado, en ese momento si hubiera podido me habría cambiado por ti. Si hubiera podido te habría dado a mi hija". "Era tanto lo que deseabais a vuestra hija que no tengo palabras".

¡Ángela, mi vida! me despierto en la noche gritando, buscándote. Hija mía ¿por qué?

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