El mes de noviembre estaría lleno de acontecimientos, buenos y malos, con momentos alegres y tristes. Pero todos ellos inevitables y que a la vez, (la mayoría) se repetirían cada año.
Por un lado Juan Carlos fue a conocer a una personita que había nacido unos meses atrás y que por nuestras circunstancias y otros motivos no había tenido fuerzas para conocer. Yo está vez no pude acompañarle, no me sentía todavía con fuerzas, ni ánimo y no sabía cuanto tiempo podría pasar hasta poder conocerla, pero como esa personita no tiene la culpa de nada y el dolor era todavía tan intenso no quería que mi primer encuentro fuera un mal recuerdo. Así que Juan Carlos fue a conocerla sin decirme nada. Pero unos días después la conversación derivó en su encuentro y me lo contó. Y sé emocionó, y me dijo que lo había pasado muy mal, pero que tenía que dar el paso y yo lo único que pude hacer fue apoyarle y sentir su mal rato y su dolor.
Por otro lado, iba a ser el primer cumpleaños de nuestra ahijada y le encargué a mi amiga-vecina que me hiciera el favor de comprarme ella los regalos, porque al ser una niña me costaba un montón acercarme todavía a las cositas para niñas. Y ese día llamamos a casa de nuestra ahijada y le dije a mi amiga que le diera un besito a su hija de nuestra parte. La pobre se emocionó y quedamos que unos días después iríamos a llevarle los regalitos. Y así lo hicimos. Ya tenía también su primer añito de vida y después de las complicaciones para venir al mundo (fue prematura), se la veía sana y feliz. Ellos estaban emocionados y nosotros también de poder compartir ese primer añito con ellos.
Unos días más tarde sería el tercer aniversario de la muerte de mi madre y este año además coincidía con una misa de duelo que teníamos por el fallecimiento de una persona muy querida para nuestro amigo-vecino. Otra de las casualidades que tiene la vida. Y ese día mientras oía misa, pedí por mi madre y recé por ella y me pareció que el tiempo pasaba rápido y lento. Parecía como si hubiera pasado una eternidad y a la misma vez al recordar, al pensar, comprobabas que el dolor por su ausencia era el mismo y sin embargo y lo curioso es que te das cuenta de que realmente aprendes a vivir con él, y al formar parte de tu vida se hace más llevadero y puedes seguir viviendo, si aprendes y quieres llevarlo, si cuentas con gente que te levante y a la que te puedas apoyar cuando lo necesites.
Y por último, nuestro aniversario de bodas. Hacíamos 12 años de casados y después de mucho tiempo, Juan Carlos me animó y salimos a celebrarlo. Ese día, decidí volver a pintarme un poquito. Sólo un poco de colorete y una raya en los ojos, pero hacía tanto tiempo....... Cuando me vio Juan Carlos no me dijo nada y yo le dije: -"debes de verme igual de guapa sin pintar, porque no te has dado cuenta que después de mucho tiempo me he dado unos rayajos"-. Y el se rió y me dijo que siempre me ve guapa.
Mi precioso ángel. Estás en la tristeza, pero también en cada momento de alegría. Te queremos.
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