Hoy después de varios días pensando, he decidido dedicarle el post a mi pequeño ahijado. Ya os he hablado en constantes ocasiones de él, del bien que nos ha hecho y de cuanto lo queremos. Pero hoy me gustaría compartir un poquito más de él, porque es especial, igual que la madre que lo parió (mi amiga-vecina).
Muchas veces he oído la expresión de "Dios aprieta pero no ahoga" y creo que con su venida al mundo a nosotros se nos ha cumplido. No hace falta decir que sobre todo para sus padres y abuelos, su nacimiento fue una bendición, un regalo y sobre todo una alegría inmensa, pero para Juan Carlos y para mí también lo ha sido. Por el nacimiento en sí, por él mismo y porque gracias a la generosidad de sus padres, especialmente de su mamá para conmigo, hemos podido disfrutar de sensaciones, de alegrías, de sonrisas y risas, de cariño y amor, de mimos, besos y abrazos que nos hacen revivir un poquito más cada día y que después de la muerte de Ángela nos parecía tan imposible tener estos sentimientos.
Es especial y más listo que el hambre. Desde bien pequeñito ya tenía diferenciadas sus prioridades y con quién. Con Juan Carlos se deshacía cuando lo veía y movía sus piernecitas y bracitos como un loco para que lo cogiera. A mi me buscaba cuando tenía sueño, entonces era muy gracioso, porque estando en mis brazos cuando se acercaba Juan Carlos le daba pequeñas pataditas y le regruñía para que no lo molestara.
Nos hemos partido de risa al verlo regañar a sus padres o a nosotros señalando con su pequeño dedito cuando hacíamos algo por lo que a él lo regañaban, como caérsele el mando de la tele. Y cuando le ponen música o toca en su pequeño organillo, ¡hay que ver, lo que le gusta bailar!, y mira que es gracioso, porque baila él pero nos va observando a todos para ver si lo miramos y bailamos con él. Cuando se ha llevado algún alimento a la boca para probarlo y se ha puesto a hacer gestos guiñando los ojos o torciendo la boquita porque era un sabor raro para él, ¡cuanta gracia nos ha hecho! porque al darse cuenta de nuestra risa ha seguido haciendo la gracia.
¡Y con sus chapurreos de palabras!. Todavía no se le entiende nada, pero con esa bocecita que pone, nos partimos de risa cuando se pone a hablar, parece tener una conversación de lo más interesante. Le gusta fijarse mucho en las cosas y aprende muy rápido para lo pequeñito que es, por eso si cabe, hace todavía más gracia.
El otro día su última anécdota fue al cogerlo en brazos, yo me había puesto un poquito de raya en los ojos, y como no tengo costumbre el muy pillo se dio cuenta y se puso a pasarme el dedito por el ojo. Me chocó ver que se había dado cuenta.
El otro día su última anécdota fue al cogerlo en brazos, yo me había puesto un poquito de raya en los ojos, y como no tengo costumbre el muy pillo se dio cuenta y se puso a pasarme el dedito por el ojo. Me chocó ver que se había dado cuenta.
Me gusta pensar, nos gusta pensar que Ángela está con él, que lo cuida y que lo protege y muchas veces se nos pone la piel de gallina, cuando al entrar a mi casa, en el porche, se va hasta el final y señala donde está la estrella más brillante. Yo le digo que es Ángela, su amiguita y el me mira y vuelve a señalar, como diciendo: "sí, es aquella".
Mi pequeño cansinico te doy las gracias, al igual que a tus padres, por todos los momentos buenos que nos das, por esos grititos que pegas cuando nos ves que demuestran tu alegría al vernos, por tus pequeñitos abrazos y por todo el cariño y el amor que nos das y que también gracias a tus padres podemos darte. Gracias pequeñito por alegrar la vida a todos los que te queremos.
Ángela, mi corazoncito pequeño, nos has dejado tanto amor para poder compartir con todos los que nos quieren y te quieren, que es ¡tan bonito!. Te queremos mi vida.
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