La segunda quincena de abril y primera de mayo iba a estar movida. Por un lado llegaría la operación de la persona cercana a nosotros y por otro íbamos a comenzar un nuevo tratamiento de fecundación in vitro. Las dos cosas vinieron juntas, y aunque eran dos preocupaciones distintas ayudaron a mantener la cabeza distraída la una por la otra.
La operación salió bien, sin embargo por una serie de complicaciones la recuperación fue más larga de lo esperado y a pesar de estar en medio de nuestro tratamiento teníamos que mantenernos fuertes y mostrar nuestra mejor predisposición para poder ayudar en lo que pudiéramos y que esta persona sintiera la determinación de la gente cercana a no dejarlo caer y a procurar e intentar que cogiera fuerzas para poder levantar el ánimo.
Por desgracia tenemos experiencia en luchar para levantar el ánimo y sabemos lo que cuesta y lo importante que es saber que tienes personas a tu alrededor para ayudarte en esa lucha, sin embargo somos de la opinión de que en determinadas circunstancias, muchas, no hace falta cortarse un dedo para saber que duele, y por tanto sólo con intentar ponerte en el lugar de la persona que lo pasa mal por cualquier circunstancia uno puede comprender mejor lo que esa persona siente y como lo siente. Lo importante es comprender y estar ahí.
Al final con paciencia y muchos días fue recuperándose poco a poco. Muy lentamente, pero paso a paso. Y mientras, nosotros seguíamos también inmersos en nuestro proceso. De nuevo pinchazos, ecografías, análisis de sangre,........ No sé, pero está vez yo no tenía muy buenas vibraciones y aunque intentaba estar ilusionada me sentía como muy realista de las dificultades que con cada intento se hacían más patentes. Quería estar optimista, pero por otro lado buscaba pensar en hacer distintos planes por si no salía, por si ya no había opción, por si todo se hacía muy cuesta arriba. Era como querer conformarme, como rendirme ante lo evidente y darme cuenta que en algún momento había que parar. Estaba empezando a poner de nuevo los pies en la tierra y aunque en los siguientes días saldríamos de dudas, tenía, necesitaba ir haciéndome a la idea.
Mi amor, tú y nosotros mejor que nadie sabemos el milagro tan importante que fuiste. Nuestro corazón y el tuyo son uno y ya siempre será así. Te queremos.
MUCHAS DIFICULTADES, PERO UNA ILUSIÓN
Mis malas vibraciones se fueron haciendo patentes. Según iban haciéndome los controles ecográficos, fui viendo como esta vez mi cuerpo no reaccionó todo lo bien que cabía esperar y está vez mis ovarios generaron pocos óvulos y aunque su evolución iba siendo buena, yo sabía que de esta forma habría menos posibilidades, así que me dediqué a pensar en las cosas que podría hacer si salía mal. Donde ir este verano, las películas que iban a estrenar, las comidas o cenas que tenía pendientes de hacer en mí casa, las cosas que no iba a tener que dejar de comer por la toxoplasmosis...... En fin, una serie de cosas con las que pretendía engañar a mi cabeza para que el golpe fuera lo menos duro posible.
Y llegó el día de la punción (extracción de óvulos). Me dijeron que me habían extraído 10 aunque en realidad, maduros sólo había 6, por lo que se confirmaba lo que habíamos ido viendo en las ecografías. De nuevo a esperar y a desear lo mejor a pesar de saber que la cosa estaba difícil. Y llegó el día de la transferencia y allá que fuimos Juan Carlos y yo, sin saber si se podría hacer o no, pero la verdad no teníamos mucha esperanza así que de camino hacía la clínica Juan Carlos fue diciéndome que me iba a invitar a comer en un sitio que había conocido y que a mí seguro que me iba a gustar.
Entre broma y broma e intentando no perder el ánimo llegamos a la clínica y ¡sorpresa!, si se iba a poder hacer trasferencia pero esta vez sólo había un embrión, aunque después de nuestro convencimiento de que no se iba a hacer, fue una ilusión, y con una sonrisa de oreja a oreja entramos a quirófano donde todo estaba preparado para trasferirnos a nuestro pequeñín.
Ya estaba, y ahora mientras Juan Carlos terminaba el papeleo en recepción, yo esperaba sentada en la sala de espera de nuevo acariciándome la barriga y diciéndole al pequeñín que lo quería y que quería que se quedara conmigo, le sonreía y le hacía sentir mi alegría por llevarlo dentro. De nuevo a esperar y a creer.
He de decir, que siempre hemos recibido muy buen trato en la Clínica IVI , pero desde la muerte de nuestra hija, y sabiendo ellos como nosotros el milagro que fue y lo que ha supuesto para Juan Carlos y para mí en nuestras vidas, todos se han volcado con nosotros y hemos recibido y sentido un cariño y una atención especial que se ha hecho patente en el trato humano y en sus palabras de ánimo. Cosa que nos ha venido muy bien para nuestro estado emocional.
Ángela pequeño pedacito de cielo, eres especial y siempre lo serás, por mucho que pase, eres y serás un milagro de amor. Te queremos.
SINTIENDO LA REALIDAD
Durante esos días de espera, no me gusta estar observando los cambios o no cambios que voy sintiendo. Es decir, si tengo el pecho más grande o más sensible, si tengo pinchazos, si tengo o no dolor de regla, etc., etc.,...... Si es cierto que mis únicas obsesiones son los momentos en los que entro al cuarto de baño y espero no estar manchando, entonces pienso que todo sigue bien y que es normal no sentir nada, y el echo de estar en reposo casi total hasta la prueba de embarazo, porque me da miedo moverme o sentarme en determinada posición, hasta incluso estar de pié determinado tiempo. Supongo que es un estado de sobreprotección hacia el pequeño ser que las que nos sometemos a una fecundación in vitro, sabemos o tenemos la ventaja de saber que ya llevamos dentro. Y es curioso porque en realidad cualquier mujer que se queda embarazada de forma normal, no siente nada hasta que ve que no le viene la regla.
Y así fueron pasando los días de este último tratamiento, igual que los anteriores, entre reposo, miedo, ilusión. La única diferencia es que aunque mi cabeza decía sí, mi corazón me decía que no, que está vez no había habido suerte. Yo quería ser positiva, pero al mismo tiempo era como ir preparándome para un nuevo golpe y quizás, el último.
Por fin, la prueba. De nuevo fui temprano y está vez también llamó pronto mi ginecóloga, pero casi no habría hecho falta porque ya estaba manchando y aunque con Ángela también fue así, está vez yo lo sabía. Negativo. En seguida llamé a Juan Carlos y entre lágrimas se lo dije. No sé, aunque en el fondo era como si lo supiera, siempre guardas unas mínimas esperanzas y a pesar de querer estar preparada, no puedes evitar pensar en todo lo que llevas pasado, en la lucha que cada día intentas por no rendirte, por ser optimista, porque la tristeza no te pueda, por ver y valorar las cosas que sí tienes.
Respiré hondo, me tranquilicé y pensé y retrocedí en el tiempo y vi cuanto bien nos había hecho el trato recibido en la clínica IVI-Murcia y que a pesar de las circunstancias teníamos mucho que agradecerles, sobre todo y ante todo el habernos dado el milagro de nuestra hija Ángela y todo el interés que habían puesto en darnos un segundo hijo, por lo que me pareció bien escribirles un mensaje y dejarles constancia en esos momentos de tanta tristeza, de nuestra gratitud por su profesionalidad, pero ante todo por su trato humano hacía nosotros.
Sigue doliendo Ángela. Sigue doliendo mucho pero ahora puedo dibujar una sonrisa cuando te veo en cada Hello Kitty. Te queremos.
TIEMPO DE LLORAR Y REFLEXIONAR
Con este último tratamiento, había estado intentando hacerme a la idea de que posiblemente fuera el último que hiciéramos, no sólo por motivos económicos sino porque psicológicamente llevábamos un desgaste muy grande y cada vez que empezábamos todo volvía a removerse. Quizás había llegado el momento de empezar a plantearme que lo había vuelto a intentar, pero que el milagro se quedó en Ángela y en algún momento había que parar. Así que después de este último negativo, todo lo que llevaba andado se me vino de repente encima y la desesperación, la tristeza y una profunda rabia volvieron de nuevo a sumirme en un profundo dolor, ya que era como darme cuenta de que la aventura llegaba a su fin.
Que tristeza tan grande sentí esos días, lloraba sin parar y sólo podía pensar en Ángela y morirme de dolor queriendo volver a sentir sus patadas dentro de mí, su cuerpecito, su vida. Sentada en el suelo, amarrándome con fuerza la barriga sólo podía llorar y llorar hablándole a mi hija. ¡Cuanto la quería!, ¡cuanto la necesitaba!, -¿por qué, Dios mío? ¿por qué?,- repetía una y otra vez.
Intentaba hacer un esfuerzo cuando llegaba Juan Carlos, pero a veces me era imposible y él sólo alcanzaba a abrazarme y a decirme que debía pensar igual que antes de tener a Ángela. Ya nada podría cambiar el hecho de ser padres, el hecho de tener una hija, aunque estuviera en el cielo, y por tanto tenía que pensar que nosotros habíamos tenido la posibilidad de poderla sentir durante nueve meses, cosa que otras parejas no habían tenido ni siquiera ese tiempo. Y nos teníamos el uno al otro. Pero yo le decía que antes de Ángela era más fácil, pero después de ella, todo era distinto. Y realmente no es así. Porque lo que a mi me gustaría es poderla tener a ella y ser a ella a quien yo le diera todos los besos y mimos, caricias, y atenciones que mi corazón anhelaba. Era a ella a la que yo había conocido, sentido y amado y por tanto si no podía volver a tener la posibilidad de tener otro hijo, aún no existía y lógicamente no tenía sentimiento alguno sobre ese posible futuro hijo/a. Entonces me dí cuenta y comprendí que realmente debía pensar como antes de tener a mi niñita.
Que días tan horrorosos pasé hasta que me dí cuenta de eso, porque lo que sí tenía claro aunque quisiera otra cosa, es que ya no tendría a Ángela y que a pesar de todo era afortunada, muy afortunada por tener a esa maravillosa y gran persona que es mi marido a mi lado y quererme como me quiere. Me dijo que dejáramos pasar el verano, que descansáramos y desconectáramos, que cogiéramos fuerzas y que volveríamos a intentarlo.
Ángela, no me extraña que te volvieras loquita cada vez que notabas a tu papa cerca y oías su voz. Me gustaba tanto ver su alegría cuando te sentía. Te queremos.
LO POSITIVO DE LO NEGATIVO
Con el paso de los días me fui calmando y pensando en los planes que había estado imaginando durante los días de reposo por si el resultado era, el que había sido, es decir negativo. Y fui convenciéndome y conformándome con saber que a Ángela ya no podría tenerla pero había estado y por tanto ya siempre formaría parte de mi y que mi amor por ella siempre estaría tuviera o no tuviera más hijos porque cada uno tendría su lugar en mi corazón, de hecho, cada embrioncito que ha formado parte de nosotros ya se ha llevado un pequeño pedacito nuestro.
Sin embargo, a pesar de poner a trabajar mi cabecita para volver a sacar ánimo y poner ilusión en todos los planes alternativos a mi no embarazo, había pasado unos días tan malos pensando en que todo lo andado hasta el momento se me había venido abajo, que tuve la necesidad de ir a ver a mi amiga-psicóloga. Y ella, como siempre, me tranquilizó y me hizo ver lo que el dolor no me dejaba y me dijo "que no me preocupara por como me había sentido esos días, que era normal, que desde la muerte de mi hija cualquier cosa que me sobrepase o que me agobie más de lo normal tenga o no tenga que ver con ella, hará salir con fuerza ese dolor porque en mi estado de ánimo, en mis sentimientos, ese acontecimiento es el que está por encima de los demás y por tanto será esto lo que siempre me aflore. Y me dí cuenta que es cierto, que ante cualquier adversidad, siempre, siempre vuelvo a ella. Pero me tranquilizó y me dijo que se sentía contenta por como estaba reconduciendo mi vida y que dentro de todo estaba llevando con normalidad el duelo.
Me doy cuenta que sigo teniendo días buenos y días malos. Me doy cuenta que los malos me superan en intensidad, sin embargo los buenos van superando en cantidad y aunque no puedo evitar tener días malos, puedo intentar sacar algo en claro, o encontrar algo positivo de ellos. Por un lado me desahogué, por otro volví a levantarme, por otro vi que aunque tenga momentos muy malos, estos pueden pasar si yo quiero y me ayudan, por otro dejé de obsesionarme y junto a Juan Carlos acordamos unos meses para asentar sentimientos y por otro el cariño de mi amiga-psicóloga que al despedirse de mi ese día me abrazó y me dijo:-"¿sabes que te quiero un montón?. Me hizo sonreír y alegrarme porque yo la considero una amiga.
Pequeñita linda, de mofletes gorditos y piel rosadita, aunque llore mi amor, no te sientas triste, porque esas lágrimas son de puro amor. Te queremos.
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