martes, 21 de febrero de 2012

UN EXTRA DE HORMONAS

Después de haber llorado como una loca y de haber pasado unos momentos la verdad, un poco agobiantes, pensé que se me había pasado y que como siempre al levantarme lo vería de forma distinta, pero la realidad fue otra.

Sin saber muy bien porqué, me levanté al día siguiente super chafada, apática, sin ganas de nada, sin ilusión ninguna y sintiendo a mi alrededor que nada merecía la pena. Me levanté para ir al trabajo porque Juan Carlos me llamó, me insistió, me empujó, pero llegué a allí haciendo un esfuerzo sobrehumano por contener las lágrimas para que él no me viera, pero en cuanto llegué al despacho me encerré y me senté en el suelo, con las piernas encogidas y mis brazos abrazadas alrededor de ellas y ya no pude, mis lágrimas brotaron solas, mi dolor salió solo y mi tristeza inundó aquel espacio que en aquel momento me pareció una prisión de donde no podía escapar.

Pasaron los minutos y ya un poco más serena decidí que no podía, que no tenía fuerzas, ni ganas, ni ilusión para seguir con el tratamiento, que no era justo que en ese estado llevara a cabo la estimulación porque así seguro que no saldría bien, y me lié la manta a la cabeza y sin consultarlo siquiera con Juan Carlos le puse un mensaje a mi ginecóloga de IVI y le dije que prefería dejarlo para el mes siguiente porque con el último tratamiento mi cuerpo había tardado más en recuperarse físicamente y psicológicamente. Ella me contesto que no había problema, que nos pusiéramos en contacto con ella en la siguiente regla.

Y bueno, mi ánimo no era muy allá, pero posiblemente también fuera influido por la última estimulación, ya que fue una medicación distinta a todas las que hasta ese momento había utilizado y si ya de por sí, el cúmulo de hormonas extra que nos metemos esos días nos influyen en el carácter, pues encima, como digo, parece que éste me hizo una reacción superior a todas las demás, porque me hinché como un globo, cosa que no me había pasado nunca y supongo que con el ánimo también fue distinto, unido al hecho de sacar menos óvulos esta vez.

Por una cosa u otra la decisión ya estaba tomada y aunque a Juan Carlos no le pareció bien que tomara la decisión sin contar con él, lo cierto es que no tenía fuerzas para discutir algo que yo ya tenía super claro porque me sentía totalmente apática. Ahora sólo esperaba que fueran pasando los días y poder volver a engancharme a la montaña rusa en el momento justo en el que ésta empieza a subir, pero para eso sé que tenían que pasar unos días que me irían sirviendo para poder encontrar de nuevo el camino.

Tu carita, tus mofletes gorditos, tus manitas moviéndose alrededor de tu cuerpecito, tus bostezos, tus pataditas, tú, toda tú llenan mi cabeza de imágenes que guardo en el corazón como oro en paño. Te queremos.