domingo, 27 de mayo de 2012

UN SÍ QUE TERMINÓ CON EL SUEÑO

Los días pasan lentos, muy lentos, y aunque he querido disfrutar de estos días al final el miedo me va venciendo y toda la euforia que me acompaña los primeros días, poco a poco va desapareciendo y es que no quiero hacerme demasiadas ilusiones. Siento cosas, pero no sé, hay momentos que me digo sí, sí, lo vamos a conseguir, pero al poco es como si me desinflara y esa euforia, ese ánimo se esfumara sin quererlo, sin darme cuenta. Y yo lo sé, todo lo que tengo es miedo, no quiero terminar de creármelo. Ya no queda nada.

Y por fin llega el día de la beta. Y sin quererlo se juntan en el mismo día una prueba de revisión de Juan Carlos a primera hora y luego la beta. Él está nervioso y aunque todavía pasaran unos días hasta que le den los resultados, no puede evitar sentir miedo, incertidumbre y ansiedad y es normal porque aunque todo salió bien, será algo que nos acompañará el resto de la vida, y aunque yo trate de darle seguridad, de darle tranquilidad, no puede evitarlo y es normal. Pero yo estaba tranquila, estoy tranquila, sé que todo irá bien, aunque no pueda transmitírselo. Ojalá pudiera porque sé lo que es llevar el miedo en el cuerpo cuando tu cuerpo, tu mente, guarda el recuerdo. Sólo puedo estar con él y procurar apoyarlo aunque a veces le parezca que no lo entiendo, y no es eso. Es lo mismo que él quiere para mí, no sufrir.

Luego llegó la beta. La chica que me saca sangre me dice que todos en la clínica están pendientes, que ya le han preguntado si he ido a sacarme sangre y que ella es la primera que está nerviosa. Me pregunta si noto algo, y yo le digo, que sí, que tengo algunos síntomas, me noto el estómago un poco revuelto, el pecho me lo noto crecido, sigo teniendo el estómago suelto, tengo pinchazos, en la cama cuando me doy la vuelta noto como si el útero se me desperezara, aunque sea pronto y parezca tontería, tengo una pequeña barriguilla, en fín que no sé si de verdad tengo tantos síntomas, o son las ganas de tenerlas. Y bueno, le pregunto que cuando llega mi gine y me dice que a medio día y le pido si no me puede llamar antes quien haya esa mañana de guardia y me dice que sí, que se lo va a decir, y me voy nerviosa y con el convencimiento de saber que al menos tendré que esperar unas dos horas antes de que me llamen.

Llego a casa. Juan Carlos me deja y él se va. Han pasado 45 minutos y suena el teléfono. Veo el número, es un móvil que no conozco, pero sé de quien es. Lo cojo. Es la gine de guardia y me dice que sí, que la beta es positiva, pero que es bajita. Es de 13 y me dice que para asegurarnos vamos a dejar pasar cuatro días y la vamos a repetir. Me dice que tengamos esperanzas que con Ángela la beta fue también muy baja, de 16 y también con ella tuvimos que repetirla 2 veces más porque además estuve manchando durante más de 10 días. Me quedo chafada porque la verdad, con tanto síntoma pensaba que sería positiva pero que además la beta sería alta. Pero no, para nosotros nada puede ser fácil, no podemos saltar de alegría a la primera, no podemos relajarnos y poder seguir soñando, disfrutando. No, nosotros no.

Llamo a Juan Carlos y se lo digo y él ya se muestra decepcionado, negativo, porque sabe lo que nos toca siempre sufrir para cualquier cosa y yo aunque quiero seguir creyendo, seguir esperanzada, lo veo también muy negro, pero les digo a ellos, que ahora les toca a ellos, que yo lo he puesto todo para que salga adelante pero que son ellos los que tienen que querer, los que deben luchar. Me llama mi gine más tarde y me dice que tengamos esperanza, que no tiremos la toalla, que mira con Ángela. Pero ya algo me dice que una vez más la suerte no va a estar de nuestro lado. Sin embargo hasta el final quiero intentar mantener una actitud lo más positiva y optimista que pueda, porque quiero que ellos lo sigan notando, pero creo que el miedo me está pudiendo.

Han pasado los cuatro días. Voy de nuevo a hacerme la beta. Esta vez no hay llamada rápida. Pasan los minutos, las horas. Ya sé que no. Y por fin, suena el teléfono. Es el director de la IVI que era quien estaba de guardia y me dice que no ha habido suerte. Que lo siente, pero la beta no va subiendo de la forma adecuada por lo tanto indica que el embarazo no progresa como debiera, así que me dice que me deje la medicación y es conveniente repetir la beta para asegurarse de que baja de forma normal y por tanto no se ha producido un embarazo ectópico. No puedo más. Estoy destrozada, psicológicamente, físicamente, moralmente, espiritualmente. Ahora mismo estoy en el limbo, fuera de mi, sin saber muy bien a qué, a donde, a quien agarrarme. Ángela, Ángela, Ángela. Es todo lo que se me viene a la cabeza. No puedo pensar, no puedo razonar. Me siento perdida.

Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, Ángela, Ángela hija mía. Ángela te quiero, te quiero, te quiero. Mi niñita, mi luchadora, mi pequeña. Te queremos.