miércoles, 18 de julio de 2012

SALIR, ENTRAR, DISFRUTAR Y RECORDAR

Ya está aquí, un año más. Con todo su esplendor, con todo su calor y sus días de luz más largos. El verano de nuevo llegó para hacer que durante unos meses todo fluya a mi alrededor con un aire nostálgico, de añoranza y recuerdos que dejaron en mi corazón un sabor agridulce-dulce, por los buenos momentos vividos y porque ellos se fueron y quedaron ahí, como un recuerdo de algo que viví y de algo que soñé.

Pero en fín, es lo que me ha tocado vivir y es con lo que tengo que vivir, y aunque me lamente y llore amargamente por todo lo que quedó en el camino, es algo que nunca ya podré recuperar, y lo sé y lucho contra ese pensamiento día y noche, semana a semana, més a mes y ya, año tras año, porque cada hoja en el calendario que se quita, es un día que ya no se puede recuperar, se haya vivido como se haya vivido.
Así qué, aunque siga pesando y siga costando llevar esta mochila que me ha tocado llevar, intento sacar lo mejor de lo que puedo y por eso este verano tampoco iré a la playa a mi casa, donde tanto disfrutó mi madre y donde tantos sueños empezamos a construir con Ángela, pero a cambio nos hemos propuesto salir todo lo que podamos y cambiar de aires cuanto podamos, y rodearnos de amigos y familia y las risas y juegos de todos los pequeños que comparten nuestra vida.

Y no siempre es fácil dejar de lado los pensamientos que cruzan por tu mente, sobre todo cuando al ir paseando por una playa, ves a tanto pequeño jugueteando y chapoteando en el mar, y ves a tanto padre y madre disfrutar y derretirse con sus grititos y saltitos cuando la ola alcanza a rozar sus piececitos, entonces sientes por unos momentos que el corazón se te para y se escapa, hasta que sacudes la cabeza, y una vez más, miras al cielo y fijas tu mirada en la mayor y más blanca nube que puedas ver y entonces piensas que ella esta ahí, y que está bien, y que desde lo alto puede verlo todo y es feliz y entonces tú, te sientes mejor y te conformas, y sigues andando por la playa sonriéndote a cada paso, con la algarabía de los chiquitines.

Luego llega el momento del capuzón. ¡Hay que ver lo que cuesta entrar!, pero luego se agradece, y entonces sí, : -mamá este por ti, está fría pero ¡qué buena!. Y vuelvo a mirar al cielo-horizonte, entre el mar y el cielo y siento paz. ¡Estaís conmigo!, no puedo veros, ni oíros, pero ¡estaís conmigo!. Que bueno y que malo es el verano. ¡Cuantos recuerdos, cuantos sueños!.

La vida me dió el mejor regalo, pero también me dió el peor, y ahora vivo con tu recuerdo pero sabiendo que estás cerquita mío. Te queremos.