lunes, 18 de febrero de 2013

MINUTO 1. HE PODIDO VERLA

Después de recomponerme y más o menos asimilarlo, me decidí. Hacían pocos minutos que mi cuñado me había mandado el wasap para decirme que la pequeña había nacido y después de pensarlo brevemente decidí ser todavía un poquito más fuerte y me atreví a pedirle que me enviara una foto.

El me contestó: -"te la mando porque tú me lo has pedido". Y a los pocos segundos llegó la imagen. ¡Era preciosa!. Gordita, rosada, con unos ojos grandes abiertos como platos, su pequeña manita y el gorrito tapando su cabecita. Me emocioné y sentí un vuelco en el corazón, pero a la misma vez me sentí contenta porque después de mucho, mucho tiempo, en fin, desde que Ángela murió, era el primer bebé que me atrevía a ver recién, recién nacido. Y pude, fui fuerte, dí un pequeño gran paso más. Y le contesté "que era preciosa" y el me contestó que era clavada a su madre y  le dí las gracias y el me dijo que no sabía que decirme.
Yo le dije que no fuera tonto, que no pasaba nada, que disfrutara del momento. Era su momento.

Luego, ya juntos Juan Carlos y yo hablamos sobre ello, la pequeña, la foto, lo bonita que era,  y la nostalgia y los sueños se hicieron paso entre los dos y buscamos estar más entretenidos de lo normal, para no pensar, para no dejar fluir la rabia y el dolor profundo, para intentar no volver a dar otra paso atrás después de haber sido valientes ese día.

Ya al día siguiente, me tuve que quedar con la hermanita mayor. Pobrecita, si tiene 23 meses. Y bueno, al ver a mi cuñado le dí la enhorabuena y un beso y le volví a decir que la pequeña era preciosa. Y sin darme cuenta pude dar otro paso aún mayor. Cuando mi cuñado se fue, fui a ver a mi sobrinita que estaba durmiendo (a la que tenía que cuidar), y sin pensarlo ni caer en lo que iba a ver, entre en la habitación de la chiquitina recién nacida. Todo montadito ya, la cunita con sus sabanitas, el capazo con su saquito y todo adornadito, la sillita de coche preparada, la cestita con sus cositas de higiene, en fin, todo preparado para su llegada y para el momento en el que saliera del hospital con sus papás. ¡Qué bonito estaba todo! y no sé, me hizo ilusión verlo, pero porque lo hice sin pensar, sin reaccionar a lo que todo aquello significaba. ¡Uf, mejor porque al no pensar más allá, fue un nuevo escalón que pude subir sin quererlo!

Después, tranquila me tumbé un rato y esperé hasta que el pequeño torbellino me avisara de que ya estaba despierta. Sería una tarde entretenida. Un no parar, pero bonito, agradable........, divertido.

Ángela, ¡te queremos!.