viernes, 26 de abril de 2013

OTRO PEDACITO DE AMOR

Mirar hacía delante. Mirar hacía delante. Mirar hacía delante. Sí, en eso estoy. Mirar hacía delante en el camino paralelo que nos toca seguir viviendo la vida, en el camino en el que volvimos a buscar la posibilidad de poder volver a tener otro hijo, en el camino en el que ya hemos decidido visto lo visto que no será posible y en el camino en el que viviremos aprendiendo a vivir día a día buscando, viendo, valorando y disfrutando con las pequeñas cosas, con los pequeños gestos, con los que queremos y nos quieren, el uno del otro y cualquier cosa que pueda ayudarnos a llenar nuestro corazón de vida.

En este camino, que ahora emprendemos siguen habiendo momentos para todo y aunque a veces saltamos sin darnos cuenta al otro camino, el de ella, el del dolor, el de la nostalgia, ..... el del recuerdo hermoso y triste a la vez, procuramos volver a saltar al otro en el que nos toca buscar las miguitas de pan para saber encontrar la luz, la esperanza, la sorpresa en algo nuevo, y la magia de ir descubriendo poco a poco a volver a vivir, sin ella, pero con ella.

Y en esto de descubrir, valor y aceptar las sorpresas que aún pueden llegarnos y regalarnos un soplo de aire fresco, ha llegado nuestro último regalo.  Los papás de nuestra última sobrinita, han decidido que Juan Carlos y yo seamos los padrinos de la pequeña.
Nos lo dijeron entre preguntas, más bien, dejándolo a nuestra elección, preguntándonos si nos haría ilusión, si queríamos.

¡Cómo no nos va a hacer ilusión!. Una cosa no quita la otra y para nosotros es algo muy importante. Para nosotros nuestro papel de padrinos no queda sólo en un papel, en un día. Para nosotros siempre ha significado mucho, no ya por nuestras circunstancias, sino por el hecho de pensar que el papel de los padrinos es como un complemento de los padres, para apoyarlos, ayudarlos y sobre todo, para que los pequeños sepan que siempre podrán contar con nosotros.
Además, ésto si lo consideramos como algo especial a nuestras circunstancias, es como regalarnos un pedacito de lo que más quieren y este regalo nos ayuda en nuestro camino para seguir aprendiendo a vivir.

Así que sí, nos hace ilusión y les agradecemos que hayan pensado en nosotros para poder formar parte de su círculo más cercano de familia para la pequeña. Aunque como siempre digo, de verdad, de verdad, es el roce el que hace el cariño y de momento, tanto con ella, como con su hermana mayor, que ya tiene los 2 añitos, hay mucho roce y por tanto, mucho, mucho cariño.

Te echo de menos, aunque estás conmigo día y noche. Te queremos vida mía.