martes, 25 de septiembre de 2012

ELIJO LO POSITIVO

Este verano no sólo me ha servido para tener unas semanas de reflexión, de intentar aislar mis pensamientos más tristes, sobre todo teniendo en cuenta la llegada de septiembre y el temido octubre, sino que he intentado sacar buenos momentos para que la cuesta sea menos empinada y así seguir aprendiendo de la vida y seguir sacando partido a ese aprendizaje de cada día.

Así que hemos hecho varias escapaditas, donde hemos podido disfrutar del sol, el mar o la piscina, la comida, la tranquilidad o el bullicio, las risas, las charlas solos o con amigos, y además hemos hecho un viajecito que nos ha servido para darnos cuenta de que algunas personas no saben disfrutar de la vida, ni valorarla, ni apreciarla, ni agradecer muchas cosas teniéndolo casi todo y teniendo a su lado como ejemplo a personas a las que la vida les ha machacado sin piedad y a pesar de ello hacen un esfuerzo sobre-humano por no amargar a nadie, por alegrar las reuniones, por reirse hasta de su sombra para sacar lo bueno de las "pequeñas situaciones malas", por sacrificarse en otras para que ellas disfruten por el simple echo de verlos a gusto y disfrutando de algo que sabes que les apetece, y en fin, una serie de cosas que uno hace porque sí, porque es así y porque además la vida nos ha enseñado a Juan Carlos y a mi a quedarnos con lo pequeño, a buscar los momentos buenos, a reirnos de una mosca que pasa volando, a pasar de muchas cosas que no merecen la pena para aprovechar mejor una situación, porque los momentos malos vienen solos, porque llorar, sentir rabía o enfadarnos, lo hacemos con lo que verdaderamente importante, con lo que realmente te toca el corazón y que además no tiene solución.

Por eso en vez de ver la suciedad de una ciudad, me he quedado con lo pintoresco del lugar, sus callejuelas, sus tiendas como hace 50 años o más en España, su comida, su helado,hummmmmm,  la suerte al escoger a un buen taxi-guía, o me he reído subiendo en trenecito turístico por unas calles tan mal asfaltadas y que te hacían temblar como una gelatina y por tanto no podías sacar ni una foto, jajaja, o bajando después en un autobús donde literalmente no cabía un alfiler e íbamos por lo menos a 60º todos sudando como cerdos, pero riéndonos de la situación porque yo le decía a Juan Carlos:- ¡joder, que asco, el tio que llevo al lado me esta pegando el brazo y me esta dejando todo su sudor- y Juan Carlos empezaba a rirse y me decía:- ¡joder, pues lo mismo debe de pensar la tia que llevo yo al lado de mi, porque yo voy igual, jajajajaja!, o buscando tienditas donde comprar regalos para todos a pesar del gentío o el calor, o visitando por tercera vez una ciudad que no teníamos ganas de ver pero por los amigos lo haces y tan contentos, o haciéndonos a la ídea antes de salir de que no íbamos a ver algunas cosas porque con los que íbamos no suelen ser muy puntuales y era mejor ir con esa ída hecha y no pasa nada, o mirando la parte positiva de una porquería de excursión que nos vendieron como el no va más y que luego resultó un fiasco en todos los sentidos, pero que nos siervió para al menos conocerla en un día y no volver en otro viaje por más días como en un principio pensamos que así sería, (hasta que fuimos claro), o comiéndonos un "delicioso" bocata de tortilla de patatas y otro de jamón en el tren de vuelta, mientras los otros decían que qué asco de comida, y así un sinfín de cosas que me hicieron sentir pena por estas personas que nos acompañaban, sobre todo por una de ellas, que se pasó más tiempo viendo lo negativo que lo positivo a pesar de querérselo recalcar en más de una ocasión. ¡Que se le va a hacer!.

Mi estrellita gordita, sé que guías mi camino a pesar de no ver la luz al final de él. Te queremos.