martes, 29 de noviembre de 2011

ME AMASTE A MI

A TODAS LAS MAMAS CON ÁNGELES
Os dedico esta preciosa carta a todas las mamas, pero en especial a todas las que tenéis un angelito en el cielo, con todo mi cariño: (es copiado de un foro de mamas con ángeles).
Querida Mamá
Cuando te preguntes acerca del significado de la vida y del amor
sabes que estoy contigo
cierra tus ojos y siénteme besándote
en la gentil brisa que cruza tu mejilla
Cuando comiences a dudar si me verás de nuevo
tranquiliza tu mente y escúchame
estoy en el susurro de los cielos
hablando de tu amor.
Cuando pierdas tu identidad, cuando te preguntes quién eres
donde vayas, abre tu corazón y mírame
Soy el brillo en las estrellas
sonriéndote desde arriba
iluminando la senda de tu camino.
Cuando despiertes cada mañana
sin recordar tu sueño pero sintiéndote contenta y serena
sabrás que estuve contigo
llenando tu noche con pensamientos de mí.
Cuando creas que no puedes manejar el dolor
y te encuentres sin esperanzas
piensa en mí y sabrás que estoy contigo
tocándote a través de las lagrimas de un hijo
calmando el dolor
como el amanecer ilumina el desierto cielo
en ese aliento glorioso
piensa en nuestro tiempo juntas, tan breve, pero siempre brillante
cuando teníamos certeza de nuestro destino
sabrás que Dios ha creado ese momento exacto, solo para nosotras
querida mamá, estoy contigo siempre.
Desde el cielo Tu Ángel.
Y esta canción yo se la dedico a mi preciosa hija con todo mi amor.:
"Me amaste a mi"
Me viste a mi cuando nadie me vio
Me amaste a mi cuando nadie me amo
Y me diste nombre, yo soy tu niña
La niña de tus ojos por que me amaste a mí
Me amaste a mí, Me amaste a mí,
Te amo más que a mi vida, te amo más que a mi vida
Te amo más que a mi vida, más
Y me diste nombre yo soy tu niña.
La niña de tus ojos por que me amaste a mí
Me amaste a mí ...
Y hace ratito busque el video y miren: Lleno de imágenes preciosas de bebes:

DESMENUZAR CADA INSTANTE, CADA COSA BUENA.

CADA SEGUNDO IMPORTA
Si en meses anteriores habíamos necesitado estar distraídos continuamente para mantener la cabeza distraída y buscábamos estar ocupados en cualquier cosa y acompañados de gente que nos hacía sentir bien sólo por el hecho de estar con ellos y hacernos compartir momentos buenos de sus vidas con nosotros, ahora no sólo estaba ese objetivo sino también intentar darme cuenta en esos instantes de todo lo que tenía, de todo lo que la gente nos daba, de que serían esos momentos, esos recuerdos los que irían haciendo que nuestra vida tuviera sentido, de que si aprendía a desmenuzar cada segundo de una buena charla, de una buena comida, de una buena película, de una partida a algún juego, de un buen beso, una mirada, un detalle sin venir a cuento, una canción, un ratito en el sofá después de comer, unas risas por algo sin importancia, en fin todas y cada una de las cosas que cada día componen nuestro diario y que no apreciamos, que pasan sin darnos cuenta porque contamos con ellas de una forma u otra, con más o menos asiduidad, pero que al fin y al cabo van creando nuestras vidas de pequeños segundos de felicidad a los que no hacemos caso.
Me acordé del cuento que me contó Carmen (de echo me he comprado el libro de Jorge Bucay) y es cierto, al final sólo vives el tiempo que realmente has disfrutado y a nosotros por desgracia nos han robado mucho tiempo, es más, ya nunca podremos recuperar todo ese tiempo que no hemos podido disfrutar con Ángela y que por supuesto ya no tendremos, y aunque todos los días nos acordamos de ella y en mayor o menor medida (depende del día) es más o menos soportable el dolor, tampoco quería dejar pasar los instantes, aunque fueran segundos de buenos momentos que te hacían sentirte feliz.
Y así, me descubrí en varias ocasiones diciéndome soy feliz, me siento feliz. Eran segundos, milésimas de segundo pero lo pensaba, lo sentía, porque de repente me daba cuenta que estaba haciendo una comida que me había salido bien, o esa noche había dormido un poco mejor de lo habitual, o recordaba alguna gracia de nuestro ahijado, o Juan Carlos me había dicho que guapa estaba, o me había sentido especialmente bien con él el día anterior o simplemente era una sensación que sin explicación, sin motivo aparente, como un pequeño empujoncito me hacía notar un subidón. Por poco tiempo, pero ese tiempo contaba.
Ángela, recorres conmigo cada paso que doy y te siento muy cerquita nuestro dándonos todo tu amor. Te queremos vida mía.

CADA SEGUNDO IMPORTA
En este nuevo estado estaba yo, queriendo comerme el mundo y no perderme nada, que por las noches caía reventada a la cama. La verdad es que me daba sueño a lo largo del día en varios momentos y al principio pensaba que era por una pulsera que me había comprado con unas piedras que decían que eran relajantes, la magnesita, pero luego entre risas con mi amiga de la misma calle a la que le había comprado también una y me decía que a ella no le estaba ayudando nada, pensamos, que quizás lo más normal era que ese repentino sueño fuera por mi agotamiento mental, mi lucha constante de los últimos días por levantarme cada mañana con el propósito de que ese día también ganaran los pensamientos positivos a los negativos.
La verdad, es que de momento daba resultado. Seguíamos pasando buenos ratos con nuestros amigos de la misma calle, con nuestros amigos-vecinos y seguíamos riéndonos y disfrutando mucho de todas y cada una de las gracias, de los descubrimientos, las novedades de nuestro ahijado. Sólo el verlo reír, el recibir un abrazo suyo o poder cogerlo en brazos cuando extendía sus pequeños bracitos hacía ti ya era todo un regalo. El muy pillo. Como todavía no sabía hablar, su forma de poder conseguir algo y obligarte a ir hacía donde quería, era extender sus pequeños bracitos para que lo cogieras en brazos y así poder señalarte lo que quería conseguir. Madre mía, lo que me río con su madre porque siempre le digo que a mi me tiene pillada la vuelta y que sabe sacarle lo que quiere a su madrina.
Empezamos también a salir una vez a la semana con mis cuñados, dos de los hermanos de Juan Carlos y sus mujeres y cada semana uno proponía un sitio nuevo donde cenar. Como a todos nos gusta la comida, era una buena forma de disfrutar doblemente. Por un lado la compañía, por otro la comida. Y con cada una de estas salidas, empecé de nuevo a querer arreglarme un poquito, a pintarme, a estrenar ropa. Siempre me ha gustado mucho la comida, y he disfrutado con ella, pero ahora era como descubrir otra vez muchos sabores, olores. Y aprendí a saborear, pero de verdad, como si uno se comiera el mejor manjar del mundo y pensaras que es el último y quisieras quedarte con todos los detalles que te hacen saborear ese momento, aún tratándose de una hamburguesa.
Pero lo mejor de todo, es que no sólo me estaba pasando con la comida, sino con todo. Con las salidas en sí, con el sitio, con la compañía, la conversación. Al final era eso lo que contaba porque si la comida estaba bien, estupendo sería un añadido, pero sino, tenías todo lo demás que era lo realmente importante. Por eso me está gustando el aprender a saborearlo todo y es bonito hacerlo, (como un anuncio que había de mercedes), siempre como si fuera la primera vez.
Hoy mi vida, al escribir estas líneas me he dado cuenta de cuanto me has dejado, de todo lo que me estas haciendo aprender y de que estoy aprendiendo a vivir. Gracias mi cielo. Te queremos.

PODER ASUMIR LAS AVENTURAS DE LA VIDA
Bueno, en mi estado, en mi situación, mis sentimientos viven continuamente en una montaña rusa. Tan pronto llevas unos días mejor, como de pronto te viene otra vez el bajón y la cabeza no para de dar vueltas. Es difícil. Muy difícil mantenerte siempre arriba, ya me voy acostumbrando porque pienso que ya siempre será así. Tendré días buenos, a pesar de acordarme de Ángela, pero habrá otros en los que su ausencia, el porqué no está con nosotros, el acordarme sin poder evitarlo del día en el que no la ayudaron a nacer se apodere de mí de nuevo y me haga casi volverme loca.
Se que ya siempre tendré esos momentos porque su muerte nos ha arrancado una parte muy importante de Juan Carlos y mía pero lo estoy asumiendo y ya no pienso que doy pasos atrás cuando me encuentro mal, porque sé que es inevitable, porque por muchos momentos buenos, por muchos hijos que tuviera (si alguna vez tengo alguno más), ella ya no formará físicamente parte de ellos y hemos de vivir con eso. Pero miro hacía delante. Lo intento y me he acostumbrado a poder hablar de ella sin llorar e incluso a veces con una sonrisa en la boca.
Todavía alguna vez, te encuentras con alguien que hace mucho tiempo que no ves y te pregunta ¿que tienes un hijo o una hija?, pero ya no lloro y aunque es difícil la respuesta (por ellos) suelo contestar que tengo una hija pero está muerta porque me la mataron el día del parto, y que aunque tenemos presentada una querella criminal, a mi hija ya no nos la devolverán y lo único que alcanzan a decir es que lo sienten mucho y que lamentan haber preguntado, pero yo les digo que no importa, que por el hecho de no hablar, de no preguntar no significa que yo no piense en ella todos los días. Al principio me costaba trabajo, el hecho de decir que tengo una hija estando muerta, pero es que es así, mi niñita no está pero ha sido, es y será mi hija.
Cada día es una aventura, buena o mala pero hay que vivirla y buscar cualquier pequeño resquicio donde poder agarrarnos cuando la aventura es mala, intentando siempre que estas experiencias nos hagan ir sacando lo mejor de nosotros y nos vayan ayudando a levantarnos, aunque sea con ayuda, pero levantarnos. Lo importante es ir dando pasitos aunque alguno tengamos que retrocederlo, pero seguro que mañana podemos volver a darlo hacía delante. Todas estas reflexiones me las tengo que ir diciendo todos los días para poder tener ratos en los que de verdad me lo crea y de alguna forma me hagan sentir más fuerte y pueda volver a elevarme a lo más alto de la montaña rusa.
La estrellita más brillante del cielo cada día me recuerda que desde allí arriba nos miras, nos mandas besitos, y me acerca un poquito más a ti. Te queremos.


IR ENCONTRANDO UN NUEVO CAMINO
Quería tener una nueva visión y empecé a darme cuenta de ¡cuántas cosas bonitas tiene la vida!, y yo me estaba perdiendo muchas de ellas porque no sabía disfrutarlas. No sé, supongo que nos pasa un poco a todos. Que cuando estás metido en la rutina, en el día a día no te das cuenta y van pasando muchas cosas sin que nos demos cuenta, sin hacerles caso porque nos volvemos cómodos y llega un día en el que quizás te paras a pensar y ves lo mucho que tienes, las muchas cosas que puedes hacer, y de alguna manera te vas convenciendo a ti misma de que has perdido un tesoro, quizás el mayor del mundo, pero que también puedes estar agradecida por otras muchas cosas que el dolor no deben hacerte olvidar.
Así que, al llegar el lunes estamos reventados, cansados y con falta de sueño, pero si antes no teníamos tiempo para nada, no haciendo nada, ahora hacíamos muchas cosas y sacábamos el tiempo de donde fuera y nos daba para hacer y estar con mucha gente. Un día a la semana íbamos al cine, ese día era para nosotros. Se había convertido en una costumbre y nos gustaba ir a ver cualquier película con tal de poder comentar luego y poder elegir donde tomábamos un bocado luego. ¡Cómo dos crios, eligiendo chucherías!
Otro día nos íbamos de cena con mis cuñados y otros organizábamos cenas o comidas en mi casa o casa de mis amigos-vecinos, de la misma calle, los papas de nuestra ahijada, con los amigos que ella es un poco mayor que yo y mira la vida siempre buscando lo bueno, como en una flor que acaba de brotar, o con otros amigos que a la misma vez son parte de la familia y que aunque no nos vemos con mucha frecuencia, siempre están ahí.
En esas estábamos de no perdernos nada que antes de Semana Santa, se organizó en Murcia una fiesta alemana. Se montó una carpa, unas mesas alargadas, música en directo y por supuesto comida alemana. Y como no, ahí que nos pusimos de acuerdo con mis cuñados para reservar una noche e ir a cenar. Fue una noche especialmente divertida, porque de cuatro que íbamos a ir, al final nos juntamos diez. Cuñados, amigos, hermanos de cuñados, en fin un cuadro de distintas edades, pero todos muy bien avenidos. Mi cuñada mayor, se sentía contenta por mí, por nosotros, por vernos disfrutar de esa forma, por ver que íbamos haciendo avances y con grandes esfuerzos y muy buena compañía conseguíamos reírnos, disfrutar, ir comiendo más poquito a poco y guardar todos esos buenos momentos para llenarnos la cabeza y el corazón.
Estaba empezando a dar sus frutos todo este cambio de actitud, todos y cada uno de estos nuevos y buenos momentos y recuerdos que ahora iban a ir formando parte de nuestro día a día y que me estaba acostumbrando a tener. Empecé a recuperar un poco de peso, y eso me alegró porque me dí cuenta que era parte del proceso de recuperación y que mi esfuerzo por estar más días en lo alto de la montaña rusa, valía la pena.
Ángela, no puedo dejar pasar un día sin querer besarte, acunarte, mimarte, y tenerte entre mis brazos, y aunque ahora no puedo, espero algún día por fin, tener esa oportunidad. Te queremos.


CARGADOS DE LO MEJOR
La última vez que nos habíamos visto con los amigos papas de nuestra ahijada, habían comentado que ellos no habían probado nunca el cochinillo y que yo sabía hacerlo porque me había dado la receta otra amiga. Bueno la verdad es que nada más que lo había hecho una vez, pero me salió bastante bien, así que quedamos en que en la próxima visita a mi casa haría eso de comer. Y con esa excusa no tardamos en reunirnos. Vinieron como siempre cargados, cava, bizcocho casero y dulces caseros. Ella hace una repostería muy buena por eso cuando viene a mi casa no hace falta que le diga que traiga nada, porque siempre nos sorprende gratamente. Y como siempre, los dulces buenísimos y ¡menos mal! el cochinillo un éxito. Salió muy bueno.
A mi me encanta que vengan a mi casa porque ¡son tan familiares!, ¡se muestran con tanta confianza en mi casa! que me encanta que se sientan así de a gusto. Sus hijos mayores siempre nos muestran mucho cariño y alegría al vernos y realmente da gusto poder contar con esa sensación que ellos transmiten. Todo lo contrario es la pequeña. Nuestra ahijada. La pobrecita nos extraña y le cuesta trabajo venirse con nosotros, pero la dejamos a su aire, ya nos irá conociendo poquito a poco. Nos hizo especial gracia verla cuando se enfadaba porque se tiraba al suelo y se ponía a llorar. Igualito que nuestro ahijado, (sólo que él no llora). Los dos pequeñajos......
A Juan Carlos y a mi nos encantaría que se conocieran estas dos parejas de amigos, pero yo aún no creo que pueda estar preparada para poder ver a sus dos pequeños juntos, sabiendo que mi hija debería estar justo en mitad de ellos. Todavía me cuesta. De momento por separado es más fácil, aunque todo se andará.
En esta comida, nuestro amigo aprovechó para regalarle a Juan Carlos una entrada para irse con él a ver un partido del Real Madrid. Por supuesto a él le hizo mucha ilusión, por el partido en sí y porque nunca había estado en el Bernabeu. Sin embargo como estamos acostumbrados a ir a todos sitios juntos, me decía que le entristecía un poco ir sin mí. Pero yo estaba muy contenta por él, me hacía muchísima ilusión que pudiera disfrutar de algo así y así se lo hice saber. Mi encargo para los dos era que se lo pasaran muy bien y disfrutaran. Me sentía feliz por él.
Ángela, angelito mío. Cada noche me duermo imaginándome tu carita y al despertar sé que no estás, pero estás. Te queremos.

EL DÍA A DÍA

LA MAGIA DE LOS REYES
Realmente el día de reyes es de los niños. Esa ilusión, esa magia, esa alegría que sólo saben despertar ellos. Nosotros no podemos llenar una habitación entera para ver la carita de Ángela al salir y ver tanto paquete, no podemos reírnos con sus grititos de alegría, de emoción, de sorpresa. Nosotros no podemos volver a pasar el día de reyes con la felicidad de años anteriores porque ya no podríamos sentir la emoción que te embarga el brillo que ves en los ojos de tus hijos al comprobar la llegada de los reyes magos y que tanto habíamos imaginado con ella.
Sin embargo, no fue un día de reyes triste porque estuvimos compartiendo el brillo de los ojos de otros niños a los que queremos también un montón. Primero fuimos a casa de nuestros amigos-vecinos a llevarle su regalito a nuestro pequeñito ahijado. Aunque es muy pequeñito todavía y no sabe lo que son los reyes magos fue muy divertido ver su carita y su nerviosismo viendo el paquete, al que le ayudo a abrir su mama porque aún no sabía que debajo del papel había algo para él. Luego fuimos a casa de nuestros amigos de la misma calle a llevarle otro regalito a su hijo que como es un poco más mayor ya andaba como loco con tanta cosa y no daba a basto enseñándonos todas sus cosas y las de sus papas. En la chimenea todavía había regalos sin abrir, porque los reyes también habían traído cosas para los amigos y uno de ellos era para nosotros. Realmente fue una sorpresa. Mi amiga-vecina unos días antes me había regalado también una muñequita de una colección que yo le había visto en su casa y me había gustado. Me hizo mucha ilusión.
Luego pasamos por el cementerio a llevarle a nuestra hija un ramito de flores, pero sobre todo a compartir un ratito en ese día con ella. Aunque todos los días la llevo en el corazón, hay veces que el ir a verla me hacen sentir todavía más cerca. Es doloroso, muy doloroso tener que hablarle a través de una pared, pero al apoyar mi mano en ella pienso que mi hija la siente y me quedo más tranquila, más serena. Mi pequeñita ya tenía su regalito de reyes.
Después de comer seguimos la marcha y fuimos a casa de los amigos papas de nuestra ahijada. Ella todavía es más pequeña que nuestro ahijado por lo que no se enteraba de nada, pero sus otros dos hijos competían por enseñarnos sus regalos y hacernos partícipes de la alegría que tenían. Después de tomarnos una copa y comernos un trozo de roscón, terminamos la noche de nuevo en casa de nuestros amigos de la misma calle que nos habían invitado junto con otros amigos, para tomar dulces, copas, chocolate.
El día de reyes llegó a su fin sin nuestra hija, pero llenos de todo el cariño, el amor, la alegría y compañía que sólo te pude dar la gente que te quiere y a la que le importas.
Mi ángel, hoy en el cielo habrás recibido los mejores regalos del mundo, porque hoy mi amor, habrás recibido toda la alegría, la ilusión y la magia que cada paquetito despierta en los niños. Te queremos.

PENSAR EN POSITIVO
Empezaba un nuevo año. Todo un año por delante con nuevas alegrías, nuevas tristezas, nuevas incertidumbres, nuevos proyectos y todo sorpresa. ¿Cómo irían los próximos meses?. De momento habíamos empezado mal, y sin embargo me encontraba como más fuerte o quizás eran mis ganas de querer verlo así, de pensar que quizás todos estos nuevos palos eran para ir encontrándome más fuerte psicológicamente y poder afrontar mejor un nuevo embarazo si llegaba o simplemente, la vida.
No sé, necesitaba pensar así, necesitaba querer creer que después del golpe tan duro que nos había dado la vida, algo bueno tenía que llegar y para ello debíamos prepararnos para afrontarlo y superarlo sin reservas, convencidos y contentos y sabiendo que aunque Ángela ya no pudiera estar físicamente, siempre estaría, siempre sería y eso no quitaba para poder volver a tener otro hijo, para intentar poder volver a ilusionarnos.
Luchaba y luchaba. Cada nuevo día era una lucha mental por querer ver las cosas con más optimismo, con algo de ilusión, agarrándome a cualquier clavo ardiendo para hacer de lo negativo, algo un poco más positivo y queriendo pensar incluso que la muerte de Ángela, aunque injustificada e incomprensible desde todos los puntos de vista, tenía que tener un sentido, tenía que valer para poder cambiar algo, para poder ayudar a que no volviera a ocurrir. Tenía que pensar que su muerte no había sido en vano.
Y fui luchando todavía un poquito más, y entre mis nuevos proyectos me apunté a yoga (me acordé de Carmen), y me vino muy bien, porque no sólo se trabaja la parte psíquica, sino también la física y después de cada sesión me quedaba como más relajada, aunque a veces en la parte que hacíamos de relajación al final de la clase mi mente no conseguía quedarse quieta y en vez de dejarla libre de todo pensamiento, parecía una ruleta rusa. Pero bueno, supongo que era cuestión de los días y también de tener un poquito más de práctica. En cualquier caso, me vino bien y me ayudó a poder canalizar cierta energía negativa.
Siguen pasando los días, las semanas, los meses y sigo pensando y queriendo tenerte entre mis brazos. Sé que un día estaremos juntas y con esa esperanza vivo. Te queremos Ángela.


DIAS DE OPTIMISMO POR VIVIR
A partir de ese nuevo golpe, a partir de ese nuevo comienzo de año, mi pensamiento, mi energía, empezó a encaminarse hacía un querer cambiar, un querer salir de ese estado de tristeza, de esa melancolía, un querer intentar seguir adelante. Vivir.
Empecé a luchar con todas mis fuerzas contra mis pensamientos negativos, porque debía, tenía que darme cuenta que no conducía a nada, que cada día que pasaba, pues eso, pasaba y ya no podría recuperarlo y que mi niña me había enseñado a valorar y disfrutar cada día de los que pasé con ella y que ahora ya no estaba pero por suerte no me perdí ni un segundo de su vida en mi vientre y que por eso tanto su padre como yo tenemos ¡tantos recuerdos!.
Y esos recuerdos nos hacen sufrir muchas veces por lo que pudo ser y no nos dejaron que fuese, pero también nos hacen dibujar una sonrisa en nuestros rostros acordándonos de muchos detalles que compartimos con ella y gracias a ella.
Ahora iba a empezar a darme cuenta de muchas cosas, iba a empezar a intentar ser más optimista, iba a empezar a valorar todas y cada una de las cosas buenas que hay en mi vida, iba a intentar no dejar pasar ni una sola oportunidad de poder hacer cosas que nos hicieran sentirnos un poquito mejor y con ese espíritu empezaron a pasar los días y con esa lucha interna de querer ver lo bueno, de poder saborearlo todo, llegaba la noche y me sentía agotada mentalmente, pero empecé a dormir un poquito mejor. Seguía sin tener un sueño tranquilo, pero al menos había conseguido tener sueño. Seguía soñando mucho, pero al menos dormía, era mejor que los pensamientos volaran libres, que estar despierta y al intentar dormirte con todas tus fuerzas sólo conseguías que tu cabeza no parara de pensar.
Con nuestra nueva visión para afrontar los acontecimientos llegó en esos días el segundo escrito del Defensor del Pueblo pidiéndonos disculpas por la tardanza en la contestación a nuestro escrito, pero nos comunicaban que de momento habían vuelto a no atender su petición desde la Arrixaca y que de nuevo, por tercera vez iban a reclamarla y esperaban poder contestarnos satisfactoriamente la próxima vez. Con esa esperanza nos quedamos.
Mi dulce niñita, gordita mía, eres la vida y la magia del amor, en tus bracitos y con tu aliento quiero descansar. Te queremos.

NO HUBO SUERTE

POCO TIEMPO DE ILUSIÓN
Esa misma noche de Noche Buena, llamé a mi hermano, el que se había ido de viaje con mi padre, para darle la noticia y que se sintiera feliz y contento por mí. De mis dos hermanos, este es el que más pendiente y preocupado ha estado de mí, y ha sufrido pensando que no tenía ninguna forma de poder ayudarme, de poder aliviar un poco nuestro dolor y por eso quise que ese día, aun estando lejos se sintiera más cerca de mí y de esos nuevos momentos de felicidad.
Yo me seguía encontrando contenta-triste, con la normal mezcla de sentimientos pero de nuevo intentando tener los mejores pensamientos positivos, intentando disfrutar de cada sensación que notaba, alegrándome si me tenía que levantar por la noche al cuarto de baño, si notaba los ruiditos que me hacían las tripas o los pequeños pinchacitos que sentía y aunque ya me movía un poquito seguía sin salir a la calle, sin pasear, sólo me movía por mi casa y tampoco mucho. Y por fin llegó el 31 de diciembre. Ese día me iban a hacer la primera ecografía pero el día anterior había manchado un poquito, a penas nada pero lo suficiente para ir preocupada y con miedo.
Ya en la consulta se lo comenté a la ginecóloga y al hacerme la ecografía me dijo que se veía un embrión con su vesícula biliar, pero era todavía chiquitín y ante mi sangrado me dijo que prefería repetirme la beta. Y me sacaron sangre. Y de nuevo la espera y la incertidumbre. Y llegó la llamada. No eran buenas noticias. La beta había subido, pero no lo suficiente para pensar que el embarazo iba bien. Y quedamos en hacerme otra dos días después.
Esa noche íbamos a cenar con los padres de Juan Carlos y uno de sus hermanos con su mujer y mis sobrinos que todavía no sabían nada. Cuando se lo dije, mi cuñada se alegro y se emocionó mucho, pero les tuvimos que decir que la cosa no iba bien y aunque nos dijeron que mantuviéramos la esperanza, en nuestro interior ya sabíamos que no acabaría bien. Estuvieron toda la noche pendientes y muy cariñosos con nosotros, sobre todo conmigo, y como nos llevamos muy bien, me hicieron pasar una buena noche y aunque estuve en reposo y sólo me levanté para cenar, consiguieron que por unos momentos, se borrara del pensamiento la idea de perder el embarazo.
Dos días después, me repetí la beta y se confirmó. La cifra estaba bajando. Me dijeron que dejara de ponerme la medicación y que en unos días empezaría a manchar. Estaba de cinco semanas y tendría un aborto natural. A pesar de lo que me habían dicho, yo seguía acariciándome la barriga y seguía hablándole, era como si no quisiera dejar de creer hasta ver la evidencia. No se hizo esperar, en dos días ya lo estaba perdiendo.
Mi pequeño gran tesoro, después de ti todo es más fácil porque tú eres la niñita de papa y mama. Te queremos.


MIRAR HACIA DELANTE
A pesar de la evidencia, me dijeron que tenía que ir repitiéndome la beta hasta que diera negativo para confirmar que todo hubiera seguido su curso natural y no hubiera ningún problema. En la consulta, al hablar con mi ginecóloga me dijo que lo sentía, pero que intentáramos ser positivos pensando en que todavía nos quedaba un embrioncito congelado. En ese momento me daba igual. Yo lloraba y le decía que si ya de por sí el proceso es psicológicamente muy duro, en nuestro caso todavía era mayor dadas las circunstancias. Ella me dijo que intentara no seguir pensando hacía atrás, que por desgracia ya no se podía hacer nada. Le dije que lo intentaba, que cada día era una lucha por mirar hacia delante, pero que en momentos como esos la muerte de mi hija me dolía si cabe con más fuerza, porque mi hija no había muerto de una enfermedad, mi hija estaba sana y había sido un proceso muy duro hasta llegar a ella. Ángela murió porque no se hizo nada por ayudarla a nacer. No hicieron nada y ahora podríamos tener a mi hija y sin embargo tenemos que estar pasando de nuevo por los miedos, las incertidumbres, las esperas, las ilusiones o decepciones. Y todo, todo, lo hubiera vuelto a pasar después de Ángela, pero de otra forma y con menos angustia, pero ahora era distinto.
Bueno, fueron unos días malos, sin embargo me acordé de lo que me dijo mi amiga de la misma calle unos meses antes, y es que "lo peor que nos podía pasar en la vida, ya nos había pasado", así que, aunque deseaba este embarazo, aunque estaba feliz de nuevo, aunque otra vez fue un palo y me sentía triste, realmente no lo pasé tan mal como en mi primer embarazo y primer aborto. Realmente, el golpe más duro ya nos lo habíamos llevado.
Ahora tocaba recomponerse, seguir luchando, seguir mirando hacía delante y pensar que dentro de lo malo, me había vuelto a quedar embarazada y que aún podíamos conseguirlo. Queríamos seguir creyendo y después de todo lo andado, ahora no debíamos rendirnos, no debíamos dejar de intentar salir adelante.
Iba a llegar reyes y aunque nos hubiera gustado regalarle el mundo a Ángela, no podíamos, pero teníamos tres ahijados y de nuevo por ellos hicimos un esfuerzo y les compramos a cada uno su regalito. Para nosotros nada. Nos bastaba con tenernos el uno al otro. Y para mi pequeña, lo único que podemos llevarle, un ramito de flores junto con nuestro amor más intenso. También los reyes pasaron por allí para llevarle otro ramito. Como no, mi amiga-vecina.
Ahora mi amor, tu eres la mayor, y como los chiquitines no quisieron quedarse conmigo, tu tienes que cuidarlos, igual que con todo nuestro amor lo hubiéramos hecho por ti y también por ellos. Te queremos mi vida.

UNA NUEVA ESPERANZA

LA ILUSIÓN Y LA LUCHA
A pesar de los reveses de los últimos intentos, a pesar de saber lo duro que es el proceso psicológicamente, y más en nuestro caso por lo que habíamos pasado, a pesar de la lucha interna que llevábamos por querer seguir luchando pero a la misma vez tener miedo de no saber si podríamos volver a sentir de forma tan intensa y con tanto anhelo la llegada de una nueva personita, de un nuevo hijo, de un hermanito/a para Ángela, y queriendo que todo hubiera sido un mal sueño pero en el fondo sabiendo que ella ya no podría ser, a pesar de todo, queríamos volver a intentarlo, queríamos volver a ilusionarnos, queríamos y lo necesitábamos. Por nosotros, por ella misma, por toda la gente que nos quiere y nos ha estado apoyando y ayudando.
Por todo y todos iniciamos un nuevo proceso de fecundación IN VITRO, está vez intentando estar lo más positiva posible, lo más realista que podía, intentando tener los mismos pensamientos que cuando iniciamos el primer tratamiento, es decir, si me quedaba embarazada muy bien, y sino, pues no pasaba nada, nos teníamos el uno al otro y además ya habíamos sido padres, aunque no pudiéramos disfrutar de ella.
Estaba ilusionada, con cada pinchazo, con cada revisión, con cada ecografía, con cada análisis. Contaba los días pero sin obsesionarme, realmente me sentía con ilusión. Juan Carlos también esta vez estaba más relajado y con una actitud más positiva. Y así, entre pinchazos y revisiones llegamos al día de la punción (la extracción de los óvulos). Y unos días más tarde de nuevo con la incertidumbre de saber si habría sobrevivido alguno embrión, nos dijeron que había 3. Dos me los iban a poner y uno lo congelarían.
Y así lo hicieron. El 10 de diciembre mis dos chiquitines fueron alojados en mí y ahora sólo quedaba esperar si decidían quedarse con nosotros. Habría que esperar hasta el 21 de diciembre. Buen día, porque era un día antes del sorteo de navidad y yo pensaba que si estaba embarazada de nuevo, ese sería nuestro mejor gordo de navidad. Y pasaron los días y llegó el día de la analítica. Llamaron temprano y volví a tener esperanza, volví a ilusionarme y volví a llorar, pero esta vez de felicidad. Estaba de nuevo embarazada.
(Por no hacer muy largo el relato de hoy, sólo deciros que a fecha de hoy no estoy embarazada).
Mi lucerito, ahora todavía estás más acompañadita. Mi precioso tesoro. ¡Cuánto te queremos!.


ASIMILAR LA NOTICIA
Después de la llamada de la IVI, me quedé unos instantes llorando y asimilando que estaba de nuevo embarazada. Enseguida llamé a Juan Carlos y me dijo que por la hora que era (11:15 h), ya sabía que había dado positivo. Es porque no habían tardado en llamar. Estaba contento pero como yo, todavía intentando asimilar. Luego llamé a mi amiga-vecina porque sabía que estaba esperando y al decírselo noté su alegría y emoción en su tono de voz. Llamé también a mi psicóloga que también se alegró mucho y que sabía mejor que nadie como iban a estar mis sentimientos en los próximos días, por eso después de hablar con ella un ratito, quedó en llamarme unos días después para ver como iba.
Sentada en el sofá, pensando y disfrutando el momento, con una sensación de alegría y miedo no sabía si llamar y compartir la noticia tan pronto. Pero pensé que sí. Que no se lo diríamos a todo el mundo pero por lo menos a los más cercanos merecía la pena que compartieran esa alegría con nosotros. Le dije a Juan Carlos que se lo dijera él a sus padres y a uno de sus hermanos que sabía que habíamos hecho el proceso. Luego yo se lo dije a mi padre y quedé en que se lo diría a mis hermanos pasados unos días. Él se alegró, sin embargo en su tono de voz reflejó el miedo o tristeza que tenía por mí, por pensar en que pudiera volver a tener un nuevo golpe y volvió a decirme que siempre, siempre pensara que tenía a Juan Carlos. Que nos teníamos el uno al otro.
Al rato de hablar con él, casualidades de la vida, me sonó el móvil. Y vi que quien me llamaba era una de las dos mejores amigas de mi madre que me llama de vez en cuando para saber como estamos. No pensaba decírselo, pero me pareció tanta coincidencia su llamada y pensando en que no podía decírselo a mi madre, que no pude aguantar y se lo dije. Su reacción fue de pura alegría y me dijo que las cosas no podían cambiarse pero que debía pensar en positivo e intentar estar contenta en la manera en que me fuera posible. Bueno, me alegró decírselo y quedamos en hablar unos días más adelante.
A media mañana pasó mi amiga-vecina con mi ahijado para darme un beso. Con alegría pero con prudencia. Contenta pero sabiendo que todavía quedaban muchos pasos. Me alegré de que viniera y pude reírme un montón al ver entrar a mi ahijado. Como era navidad, venía de la guardería disfrazado de Papa Noel. Casi me muero de la risa al verlo y el pobre sin saber a que venía tanta gracia.
Luego ya por fin, llegó Juan Carlos. Nos miramos y nos sonreímos. Era una mezcla de sentimientos, pero estábamos contentos, queríamos estar positivos.
Hija mía, mi muñequita, ahora si cabe, estás todavía más presente. Eres puro amor y te queremos con toda el alma.


DE NUEVO, EL MILAGRO DE LA VIDA
Esos primeros días después de saber que estaba de nuevo embarazada, quería volver a disfrutarlos, quería volver a sentirme feliz, quería estar lo más positiva posible para transmitirle todos mis mejores sentimientos, igual que cuando me quedé embarazada de Ángela. Trataba de estar tranquila, relajada. Trataba de no llorar por la tristeza de no tener a Ángela y pidiéndole que cuidara de ese nuevo ser/es. De sus hermanitos. De momento hablaba en plural porque hasta que no me hicieran la ecografía no sabía si era uno o dos y no quería excluir a ninguno.
Mi niñita. ¡Cuanto me acordaba de ella en esos momentos!, pero quería y debía sentirme feliz, mis dos chiquitines merecían que yo me sintiera así y por ellos iba a seguir llevando cuidado, a seguir estando en reposo, sin esfuerzos, sin nervios. Realmente esta vez me encontraba psicológicamente mejor que en los dos procesos anteriores.
Aún no me lo podía creer. De nuevo embarazada. Con el miedo que había pasado. Y ahora comenzaba todo de nuevo. El milagro de la vida.
El día del sorteo no nos tocó nada, pero es que no quería que me tocara. El día anterior ya nos había tocado de nuevo el gordo y ya era bastante. Era todo lo que queríamos para esas navidades. Y llegó Noche Buena. Mi padre estaba de viaje con uno de mis hermanos, el otro iba a cenar a casa de su novia. En casa de mis suegros había otros planes y Juan Carlos y yo íbamos a cenar solos. Mi amiga-vecina me dijo que nos fuéramos a cenar a su casa, que iban a estar en familia y que estaríamos a gusto. Yo lo sabía, porque nada más que estando ella, sé que me hubiera encontrado en familia, pero preferimos quedarnos.
Por un lado porque quería seguir estando en semi-reposo y por otro porque en esos momentos ¡eché tanto de menos a mi madre!, ¡me acordé tanto de su alegría en esos días de navidad, lo que disfrutaba viendo el gentío por las calles, lo contenta que se ponía preparando las comidas sólo por el echo de vernos reunidos! Y me entristeció ver que esa noche todo el mundo se reunía en familia y que yo unos años antes también lo había tenido y no lo había valorado, no lo había disfrutado, no me había dado cuenta de todo el sacrificio que hacía mi madre y de cuantos buenos momentos habíamos pasado sin ni siquiera apreciarlos. Eran cosas que se repetían año tras año, y estaban ahí, las dabas por hecho, como algo normal que ha de ocurrir en esos días y sin embargo ahora mirando atrás, pude ver ¡cuanto me había perdido! Y me acordé de lo que nos dijo del cumpleaños del niñito Jesús y le volví a cantar al niñito su cumpleaños feliz, y pensé que mis dos reinas estarían disfrutando en primera fila en la fiesta del cielo.
Esa noche, aunque ya nunca nada será igual, volvió a ser especial y volví a mirar el futuro con ilusión, ¡Estaba de nuevo embarazada!.
Ángela, estrellita azul, te busco cada noche en el cielo para mandarte el beso más grande que sale de mi corazón. Te queremos.

REVIVIR POR SU ALEGRÍA

Hoy después de varios días pensando, he decidido dedicarle el post a mi pequeño ahijado. Ya os he hablado en constantes ocasiones de él, del bien que nos ha hecho y de cuanto lo queremos. Pero hoy me gustaría compartir un poquito más de él, porque es especial, igual que la madre que lo parió (mi amiga-vecina).
Muchas veces he oído la expresión de "Dios aprieta pero no ahoga" y creo que con su venida al mundo a nosotros se nos ha cumplido. No hace falta decir que sobre todo para sus padres y abuelos, su nacimiento fue una bendición, un regalo y sobre todo una alegría inmensa, pero para Juan Carlos y para mí también lo ha sido. Por el nacimiento en sí, por él mismo y porque gracias a la generosidad de sus padres, especialmente de su mamá para conmigo, hemos podido disfrutar de sensaciones, de alegrías, de sonrisas y risas, de cariño y amor, de mimos, besos y abrazos que nos hacen revivir un poquito más cada día y que después de la muerte de Ángela nos parecía tan imposible tener estos sentimientos.
Es especial y más listo que el hambre. Desde bien pequeñito ya tenía diferenciadas sus prioridades y con quién. Con Juan Carlos se deshacía cuando lo veía y movía sus piernecitas y bracitos como un loco para que lo cogiera. A mi me buscaba cuando tenía sueño, entonces era muy gracioso, porque estando en mis brazos cuando se acercaba Juan Carlos le daba pequeñas pataditas y le regruñía para que no lo molestara.
Nos hemos partido de risa al verlo regañar a sus padres o a nosotros señalando con su pequeño dedito cuando hacíamos algo por lo que a él lo regañaban, como caérsele el mando de la tele. Y cuando le ponen música o toca en su pequeño organillo, ¡hay que ver, lo que le gusta bailar!, y mira que es gracioso, porque baila él pero nos va observando a todos para ver si lo miramos y bailamos con él. Cuando se ha llevado algún alimento a la boca para probarlo y se ha puesto a hacer gestos guiñando los ojos o torciendo la boquita porque era un sabor raro para él, ¡cuanta gracia nos ha hecho! porque al darse cuenta de nuestra risa ha seguido haciendo la gracia.
¡Y con sus chapurreos de palabras!. Todavía no se le entiende nada, pero con esa bocecita que pone, nos partimos de risa cuando se pone a hablar, parece tener una conversación de lo más interesante. Le gusta fijarse mucho en las cosas y aprende muy rápido para lo pequeñito que es, por eso si cabe, hace todavía más gracia.
El otro día su última anécdota fue al cogerlo en brazos, yo me había puesto un poquito de raya en los ojos, y como no tengo costumbre el muy pillo se dio cuenta y se puso a pasarme el dedito por el ojo. Me chocó ver que se había dado cuenta.
Me gusta pensar, nos gusta pensar que Ángela está con él, que lo cuida y que lo protege y muchas veces se nos pone la piel de gallina, cuando al entrar a mi casa, en el porche, se va hasta el final y señala donde está la estrella más brillante. Yo le digo que es Ángela, su amiguita y el me mira y vuelve a señalar, como diciendo: "sí, es aquella".
Mi pequeño cansinico te doy las gracias, al igual que a tus padres, por todos los momentos buenos que nos das, por esos grititos que pegas cuando nos ves que demuestran tu alegría al vernos, por tus pequeñitos abrazos y por todo el cariño y el amor que nos das y que también gracias a tus padres podemos darte. Gracias pequeñito por alegrar la vida a todos los que te queremos.
Ángela, mi corazoncito pequeño, nos has dejado tanto amor para poder compartir con todos los que nos quieren y te quieren, que es ¡tan bonito!. Te queremos mi vida.

DISTINTAS EMOCIONES

El mes de noviembre estaría lleno de acontecimientos, buenos y malos, con momentos alegres y tristes. Pero todos ellos inevitables y que a la vez, (la mayoría) se repetirían cada año.

Por un lado Juan Carlos fue a conocer a una personita que había nacido unos meses atrás y que por nuestras circunstancias y otros motivos no había tenido fuerzas para conocer. Yo está vez no pude acompañarle, no me sentía todavía con fuerzas, ni ánimo y no sabía cuanto tiempo podría pasar hasta poder conocerla, pero como esa personita no tiene la culpa de nada y el dolor era todavía tan intenso no quería que mi primer encuentro fuera un mal recuerdo. Así que Juan Carlos fue a conocerla sin decirme nada. Pero unos días después la conversación derivó en su encuentro y me lo contó. Y sé emocionó, y me dijo que lo había pasado muy mal, pero que tenía que dar el paso y yo lo único que pude hacer fue apoyarle y sentir su mal rato y su dolor.

Por otro lado, iba a ser el primer cumpleaños de nuestra ahijada y le encargué a mi amiga-vecina que me hiciera el favor de comprarme ella los regalos, porque al ser una niña me costaba un montón acercarme todavía a las cositas para niñas. Y ese día llamamos a casa de nuestra ahijada y le dije a mi amiga que le diera un besito a su hija de nuestra parte. La pobre se emocionó y quedamos que unos días después iríamos a llevarle los regalitos. Y así lo hicimos. Ya tenía también su primer añito de vida y después de las complicaciones para venir al mundo (fue prematura), se la veía sana y feliz. Ellos estaban emocionados y nosotros también de poder compartir ese primer añito con ellos.

Unos días más tarde sería el tercer aniversario de la muerte de mi madre y este año además coincidía con una misa de duelo que teníamos por el fallecimiento de una persona muy querida para nuestro amigo-vecino. Otra de las casualidades que tiene la vida. Y ese día mientras oía misa, pedí por mi madre y recé por ella y me pareció que el tiempo pasaba rápido y lento. Parecía como si hubiera pasado una eternidad y a la misma vez al recordar, al pensar, comprobabas que el dolor por su ausencia era el mismo y sin embargo y lo curioso es que te das cuenta de que realmente aprendes a vivir con él, y al formar parte de tu vida se hace más llevadero y puedes seguir viviendo, si aprendes y quieres llevarlo, si cuentas con gente que te levante y a la que te puedas apoyar cuando lo necesites.

Y por último, nuestro aniversario de bodas. Hacíamos 12 años de casados y después de mucho tiempo, Juan Carlos me animó y salimos a celebrarlo. Ese día, decidí volver a pintarme un poquito. Sólo un poco de colorete y una raya en los ojos, pero hacía tanto tiempo....... Cuando me vio Juan Carlos no me dijo nada y yo le dije: -"debes de verme igual de guapa sin pintar, porque no te has dado cuenta que después de mucho tiempo me he dado unos rayajos"-. Y el se rió y me dijo que siempre me ve guapa.

Mi precioso ángel. Estás en la tristeza, pero también en cada momento de alegría. Te queremos.

INTENTARLO PARA HACERNOS FUERTES

NUEVA OPORTUNIDAD
Una vez que habíamos pasado el duro trance de llegar al primer aniversario sin Ángela e intentando renovar la ilusión y la esperanza, volvimos a retomar la decisión de intentar volver a ser padres y puesto que ya lo teníamos hablado con la clínica y ya me había puesto la medicación para preparar mi cuerpo, sólo faltaba que el embrión que estaba congelado sobreviviera a la descongelación. Esto sería el 19 de octubre.
Con la incertidumbre de no saber que habría pasado nos dirigimos a la IVI, con la mayor energía positiva de la que éramos capaces y la noticia fue buena. Podía someterme a la transferencia del embrión ya que sí había sobrevivido. De nuevo mi ginecóloga fue la que me asistió en quirófano y de nuevo se mostró muy cariñosa con nosotros deseándonos de todo corazón suerte y dándonos un emotivo abrazo.
Esta vez si lo sabían nuestros amigos-vecinos (nadie más), y ante un proceso nuevo para ellos, se mostraban expectantes, cautelosos, también en parte por no saber muy bien como mostrarse, ya que por un lado estaban contentos y por otro sabían nuestra mezcla de sentimientos y de nuevo el miedo al que nos enfrentábamos. A mi pequeño ahijado preferí no verlo en los primeros días porque me sería muy duro no poder cogerlo cuando me ofreciera sus bracitos. Y como dicen: ojos que no ven corazón que no siente", me resultaba más fácil así, pero lo echaba mucho de menos.
Pasaron los días, y como en las otras ocasiones, estuve de reposo, con precaución, intentando mantener mi ánimo lo más optimista posible, y aunque tenía miedo, está vez no fue tan duro como el otro intento que habíamos hecho antes del verano, en el que ya expliqué porque de ese temor, de ese pavor tan grande a no quedarme embarazada, ya que esa vez lo que yo quería era estar embarazada de nuevo de Ángela.
Unos días antes de la beta, oí a mi pequeño ahijado que estaba fuera con su padre y Juan Carlos, y ya no pude aguantar más y salí. Estaba en brazos de su padre y al verme se volvió como enfadado, pero al acercarme me volvió a mirar y me extendió sus brazos. Con la ayuda de Juan Carlos, que sostuvo su peso, abracé al pequeño que me devolvió un maravilloso abrazo que me estremeció hasta lo más profundo.
Y por fin llegó el día. Fui temprano a sacarme sangre y a media mañana, llamó mi ginecóloga para decirme que no había habido suerte. No había embarazo. Llamé a Juan Carlos y después le puse un mensaje a mi amiga-vecina porque sabía que estaban esperando. Lloré. Lloré y me desahogué y todo el optimismo que había intentado tener esos días se vino abajo. Sin embargo esta vez además de llorar por no conseguir el embarazo, lloraba por miedo. Tenía miedo a no poder quedarme embarazada de nuevo, a pensar que quizás Ángela era la única oportunidad que había tenido para poder tener un hijo. Mi amiga-vecina vino con el pequeño y al menos pude disfrutar de poder cogerlo, agacharme a jugar con el y verlo sonreír mientras lo zarandeaba en el aire. Ellos son la mejor medicina en muchos momentos.
Ángela, queríamos darte un hermanito, pero aún no es posible. Seguiremos luchando porque sé que siempre estarás con nosotros. Te queremos.


COGIENDO FUERZAS
Posiblemente el no quedarme embarazada con estos dos nuevos intentos nos iba a venir bien para ir encontrándonos, para ir volviendo al punto de origen donde una vez, la primera vez con el primer tratamiento, teníamos tan claro. Es decir, si me quedaba embarazada bien y sino, pues bueno dentro de todo teníamos suerte de tenernos el uno al otro, de querernos y llevarnos bien. Y además aunque no pudiéramos disfrutar de nuestra hija, ya éramos padres. Nos había hecho descubrir y disfrutar de ese amor durante nueve maravillosos meses. Nos había dejado soñar y a la misma vez vivir la realidad.
Sin embargo, ahora ese planteamiento que al principio teníamos tan claro, ahora se hacía mucho más duro. Ya no era lo mismo. Sí, nos teníamos el uno al otro, nos queríamos, nos llevábamos bien, pero ahora a pesar de tener miedo por no saber si volveríamos a tener un sentimiento tan grande como el que pudimos descubrir con Ángela, ahora, ya no era tan fácil, porque nuestro sueño lo tuvimos en la punta de los dedos, porque todo aquello que yo no conocía pero que gracias a mi hija pude experimentar, me llenó. Nos sobrepasó. Y es como si quisiéramos poder seguir disfrutando del resto de lo que tanto habíamos imaginado y que nos cortaron de raíz.
De todas formas, debíamos, necesitábamos, sobre todo yo, volver a poner los pies en la tierra. Necesitaba volver a ilusionarme, pero no a obsesionarme. Necesitaba saber que debía volver a luchar, desde el principio, intentando con todas nuestras fuerzas no atormentarnos por lo que ya sabíamos no tenía solución.
Si habíamos llegado hasta allí, si estábamos siendo fuertes a pesar de los pesares, queríamos volver a intentarlo. Mi cabeza empezó a hacer grandes esfuerzos por mirar lo positivo, por girar una y otra vez mis pensamientos hacía todo lo bueno, por intentar quitarme el miedo y por mirar hacia adelante.

¡Estas tan cerca mi amor y a la vez tan lejos! Te siento en mi corazón y en mis entrañas pero no puedo abrazarte ni besarte. Pero ESTAS vida mía, ESTAS. Te queremos.

16 DE OCTUBRE DE 2009

PRIMER ANIVERSARIO CON TODOS

Supongo que en la vida hay tiempo para todo, y al igual que unos días antes habíamos estado comiendo y disfrutando con nuestros amigos y sus tres hijos de los que somos padrinos de su hijita pequeña, ahora, unos días después tocaba compartir momentos tristes, pues era el primer aniversario de la muerte de Ángela.
Un año y el dolor, si que es verdad, no es como al principio porque sino creo que no se podría soportar, y sin embargo el sentimiento de angustia, de impotencia, de miedo, de rabia, por como sucedieron las cosas hacía un año, estaba igual. También es cierto que aprendes a manejar mejor estas sensaciones, pero hay ciertos días en los que no hace falta ni pensar, tu propio yo, te hacen estar diferente, te hacen sentir y experimentar de forma distinta. Es curioso, pero el día anterior y ese mismo día (15 y 16 de octubre), nuestro pequeño ahijado, también se encontraba distinto, estaba más tristón, parecía incluso que estuviera malito. Era como sí el también presintiera o sintiera el día tan triste que teníamos que pasar y no es que todos los días lo pienses, pero si que es cierto que en determinadas fechas uno se remueve más.
Ese día, 16 de octubre, amaneció lluvioso. El cielo lloraba igual que mi corazón. Recuerdo que estaba sentada mirando como caía el agua y yo no podía parar de llorar. No pensaba, simplemente las lágrimas brotaban y dejaba escapar el dolor de mi alma. Recuerdo que me llamó mi amiga-psicóloga sólo para hablar, para que supiera que podía contar con ella, para dejarme desahogarme, para llorar. Como siempre se lo agradecí de todo corazón y me vino bien.
Como el año anterior no pudimos hacerle una misa de funeral porque yo estaba ingresada, (al entierro fueron mis cuñados para acompañar a mi pequeñita), este año queríamos hacerle una misa un poco más especial que la de aniversario y así se lo dijimos al cura y a nuestros amigos y familiares. Y antes de ir a la iglesia, pasamos Juan Carlos y yo por el cementerio a llevarle unas flores a nuestra hija. Es el único regalo que podemos llevarle junto con nuestro amor. Al llegar vimos que le habían puesto otro precioso ramo en un jarrón de cristal y algo que me emocionó en lo más profundo. Le habían puesto un patito de peluche. Mis dos amigas. Mi amiga-vecina (la mama de nuestro ahijado), y la amiga de la misma calle habían ido por la mañana y le habían llevado el ramo y el peluche que sé, que fue cosa de mi amiga-vecina, no podía ser otra.
Luego ya la misa, fue bonita, muy bonita y me sorprendió cuando el cura dijo que le había parecido muy bonito que unos padres que habían perdido a su hija de bebé, de tan reciente, hicieran una misa de aniversario. Pero ¿cómo no la íbamos a hacer?, es nuestra hija, da igual que tuviera un segundo de vida o cuarenta años. Es nuestra hija, un angelito de Dios. Y fue "bonito", porque vinieron todas y cada una de las personas a las que llamamos y que quisieron acompañarnos en ese día.
Mi amor, mi hija, mi tesoro, que año tan duro sin poderte dar todos y cada uno de los besos que guardábamos para ti. Te queremos.

UN SENTIMIENTO INEVITABLE

Hoy escribo este post, porque quizás en su momento no me expresé con claridad sobre mis sentimientos relativos a lo vivido el día que murió Ángela y las consecuencias que han hecho mella en mí y que como madre me han hecho plantearme.
Creo que es inevitable y sí, a veces me pasa y lo he pensado. El sentimiento de culpa. Pero la psicóloga (a la que sigo yendo), me dijo que como madre es normal que lo piense, porque una siempre piensa y quiere en todo momento lo mejor para sus hijos y ante la imposibilidad de poder hacer nada, queda ese sentimiento. No he pensado en lo de la elección de hospital, porque realmente pensamos en su día que hacíamos lo mejor por ella, sobre todo pensando en los medios técnicos de los que disponen en la Arrixaca, desde luego no por el personal, del que no tenía noticias, ni buenas ni malas hasta la fecha, en la que por desgracia al estar metido en estas circunstancias, ya empiezas a saber, a escuchar otras historias y ves que la realidad no es lo que pensabas. Por eso, gran parte de nuestra lucha porque se sepa nuestra historia es por intentar dar a conocer lo que hay allí, (aunque también puede ayudar para otros hospitales), que por supuesto, ya lo he dicho en otras ocasiones, no puedo ni debo juzgar a todos por igual, pero es mejor ir prevenido y sabiendo muchas más cosas de las que sabemos del parto y nuestros derechos.
De lo que sí me queda duda y pienso muchas veces, es porqué no llamamos a nadie de los que conocíamos, porqué no avisamos a amigos o familiares que tenemos que son médicos. Pero rápidamente pienso que NO, que yo no tenía porque pensar nada malo, que estaba en un hospital, que no fui de urgencias, que era un parto programado y por ser In Vitro, de alto riesgo. Así que, aunque a veces piense que podía haber hecho algo más, se que no fue culpa mía y sé que no conduce a nada el pensar "que habría pasado si........." NO. Lo único que sí se me repite una y otra vez, y también trato de quitarme de la cabeza porque tampoco tiene solución y esto si me, si nos vuelve locos, es pensar que si hubieran hecho su trabajo, si me hubieran escuchado, si se hubieran molestado en ver el monitor, si hubieran atendido mis llantos, mi dolor y mi miedo por lo que estaba viendo, mi hija NO HABRÍA SUFRIDO LO INDECIBLE durante más de 3 horas, en las que vi constantes bajadas de su ritmo cardiaco por debajo de 100, 90, 70, 60 y 45 así como alguna que otra taquicardia por encima de 210 intentando luchar como una jabata, hasta que ya no pudo más y murió.
Fue tanta la angustia y desesperación por ver que nadie hacía nada, que si hubiera tenido un cuchillo a mano, me habría rajado yo misma la barriga para sacarla. 
Mi sentimiento es de rabia y de impotencia por saber que mi hija no murió por una enfermedad, no murió porque fuimos de urgencia al hospital y ya no se pudo hacer nada. Intentas con todas tus fuerzas, que esta realidad, que esta rabia e impotencia no dominen tu día a día. Y con esta fuerza que intentamos sacar muchas veces sin saber de donde y otras muchas gracias a la gente que nos quiere, que está pendiente de nosotros y que gracias a sus palabras, a sus consejos, a su compañía tanto bien nos hace. Por eso siempre agradezco en el corazón, vuestras muestras de cariño, de comprensión, vuestro apoyo y ánimo, vuestros consejos llenos de buenos sentimientos.
Y sí, se hace duro, es duro, pero vamos luchando, vamos viviendo, vamos hacía adelante, aunque a veces, es inevitable no mirar atrás y pensar y tener bajones. Pero ahí estamos.
Por ti mi amor, habríamos dado la vida tu padre o yo, pero no pudimos y hoy intentado mirar hacía delante, siempre estás en nuestros corazones. Te queremos.

DIAS AGRIDULCES

UN AÑITO DE VIDA
Se iba acercando final de septiembre y con el llegaba el cumpleaños del pequeño garbanzo, nuestro ahijado. Su primer añito, su primer cumpleaños. Era una fecha emotiva, porque por un lado significaba una enorme alegría por ese primer año de vida, por haber podido ir viendo sus evoluciones, por haber podido participar de muchas de sus nuevas experiencias, por saber que su llegada al mundo también tuvo sus problemas, pero que gracias a Dios al final todo salió bien, por saber que sobre todo su madre, nuestra amiga-vecina, lo sabe y valora,  y aprovecha y disfruta de cada segundo de su hijo con una pasión que te alegra el corazón cada vez que los ves.
Por otro lado, la tristeza. Por saber que ese primer añito de vida, lo hubiera ido compartiendo con mi hija. Que hubieran ido a la par, y que esa primera velita que ella hubiera soplado en su tarta, metiendo sus deditos y jugando con la nata y que tantas veces habíamos imaginado, no la íbamos a ver. No podríamos cantarle cumpleaños feliz, ni hacerle palmas, ni comprarle los mil y un regalos que nos hubiera gustado hacerle. Y sobre todo, no podríamos darle todos y cada uno de los besos y abrazos, que como cada día no podemos darle.
Pero aún así, iba a ser el cumpleaños del pequeño. Era una fecha importante y el pequeño debía tener su fiesta. Así que Juan Carlos y yo les dijimos a sus padres, nuestros amigos-vecinos, que ese día nosotros no íbamos a estar en casa. Que pensábamos salir y así dejarles la libertad de poder celebrar el cumpleaños sin que se sintieran mal por si oíamos el jaleo.
Después de hablar y repetirnos una y otra vez que lo hicieran, que no nos importaba, que era un día especial, ellos nos dijeron que no. Que no tenían pensado celebrarlo y que además no les apetecía, ya no por nosotros, sino por mi hija, por Ángela, porque para ellos también era un día de emociones encontradas, de alegría y tristeza, de pensar en su hijo, pero también en Ángela, que de todas formas el pequeño no se iba a enterar y que como tenían la gran suerte de poder disfrutarlo cada día, ya habría otras fiestas de cumpleaños.
Aunque de verdad, de verdad no nos hubiera importado el que lo celebraran, nos emocionó mucho su respuesta y su actitud. Aún así ese día Juan Carlos y yo decidimos irnos al cine para mantener la cabeza despejada, no sin antes pasar a darle un beso al chiquitín y felicitarlo, con el consiguiente agradecimiento profundo de nuestros amigos-vecinos.
Ese día mi amor, como todos, espero que estuvieras muy cerca del garbanzo para darle muchos besitos y arroparlo con tus alas. Te queremos Ángela.


VALORAR LO BUENO DE LA VIDA
El puente del Pilar vinieron a comer a casa nuestros amigos de los que somos padrinos de su hija pequeña, y sus tres tesoros, es decir nuestra pequeña ahijada y sus otros dos hijos a los que queremos también un montón porque desde siempre nos han demostrado a Juan Carlos y a mi mucho cariño y alegría al vernos.
Ella y yo somos amigas desde crías y es una suerte tenerla como amiga porque es la felicidad en persona. Siempre está riéndose y haciendo de los problemas un granito, en vez de una montaña; y mira que la pobre tiene también sus historias, pero intenta sacar la parte positiva de las cosas y te lo transmite con mucho optimismo. Y él se complementa perfectamente con ella porque entre los dos les gusta disfrutar mucho de la vida en todos los momentos buenos que pueden, con la familia, los amigos y sobre todo con sus hijos.
Como siempre que nos juntamos, nos hinchamos a comer, beber lo justo, con moderación, reírnos y hablar distendidamente de todo un poco. El día pasó, y fue un buen día en todos los sentidos. Hacía buen tiempo, comimos bien, la compañía fue estupenda y estuvimos muy a gusto.
Era puente del Pilar y ese próximo fin de semana sería el primer aniversario de la muerte de Ángela, pero, he aprendido desde la muerte de mi madre, y sobre todo desde la muerte de mi hija, a valorar y disfrutar cada una de las cosas buenas que tengo en la vida, y a agradecer con todo mi corazón todas y cada una de las palabras o muestras de cariño que nos da la gente a la que le importamos, por pequeños detalles que sean los valoro y aprecio como un tesoro. Por eso, días como los que pasamos con nuestros amigos, en los que nos hacen sentirnos bien, a gusto y en momentos incluso felices, los valoro. Por supuesto, lo cambiaria todo, no ya porque mi hija estuviera viva, sino sólo por el hecho de que no hubiera sufrido mi pequeñica, ni un solo segundo de su vida. Pero los acontecimientos no se pueden cambiar y aunque me pese, lo sé, por eso y a pesar del dolor y la tristeza, tenemos breves momentos de felicidad gracias a todas las cosas buenas que rodean nuestra vida, como ese buen día.
Ángela, mi amor, aunque tú no estés físicamente formas parte indispensable de todas esas cosas que por momentos, nos hacen felices, porque tú estás, tú existes y tú eres y serás nuestra hija.

COMPARTIENDO CON LOS AMIGOS

ROQUETAS DE MAR. SIN ELLA

Penúltimo fin de semana de septiembre y todos preparados para salir de viaje. Era el fin de semana que habíamos reservado para ir a Roquetas de Mar. Todavía hacía buen tiempo y daban bueno para esos días, así que una vez salvados los imprevistos, salimos viernes por la tarde hacia allí. Nuestros amigos-vecinos y el pequeño ahijado, nuestros amigos de la misma calle y su pequeño cielito y nosotros y nuestro angelito siempre en nuestros corazones.

A mi me gusta mucho hacer viajes en coche, trayectos, aunque sean cortos, porque me relaja y me gusta ir oyendo música. Así que al ser un viaje de dos horas y media, tres, tenía tiempo de ir pensando, disfrutando de la música, pensando y llorando y echando de menos no poder llevar a mi hija en el asiento de atrás, como muchas veces habíamos imaginado cuando hablábamos de ir a Roquetas con ella.

Llegamos sin ningún problema y sin tener que hacer una parada, los chiquitines se portaron bien. También iban a gusto. No conocían el sitio y les gustó. Estábamos a pie de playa y cerca del hotel hay muchos restaurantes, barecitos, cafeterías, por lo que se trataba, como siempre, de pasar un fin de semana tranquilo, con sitios buenos donde comer.

Dentro de lo que cabe, Juan Carlos y yo estuvimos bien. Íbamos bien acompañados y como siempre todos pendientes. Como hacía buen tiempo pudimos bañarnos en la piscina exterior y disfrutamos como chinos en los toboganes de agua, los mayores, los pequeños en la piscina interior con agua más calentita. Ya por la tarde, el hotel nos regalaba una entrada al balneario, y  Juan Carlos y yo decidimos que como nosotros ya lo conocíamos, nos encargaríamos de los pequeños para que ellos entraran y disfrutaran de él. Y así lo hicimos. Yo me quedé con mi ahijado en la habitación porque estaba durmiendo y Juan Carlos se fue con el otro pequeño de paseo. Cuando se despertó y me vio me sonrió y se abrazó a mí. ¡Que bonita sensación! Es ¡tan agradecido!. Luego lo vestí y nos reunimos con mi marido y el otro pequeño.

Nuestros amigos disfrutaron del balneario y nosotros de que ellos pudieran disfrutar y a la misma vez poder estar con los pequeños, que se llevan muy bien entre ellos.

El fin de semana terminó y lo pasamos bien, y de nuevo tuvimos la sensación de estar cobijados por nuestros amigos, de sentirnos queridos y de saber que aunque el dolor esté ahí y forme parte de nuestra vida tenemos la suerte de contar con ellos y poder pasar momentos buenos gracias a su cariño.

Ángela, eres un pedacito de mí, que la vida me ha arrancado y que espero y deseo con todo mi corazón que algún día vuelva a mí. Te queremos.

UNA BUENA NOCHE. CONFESIONES
La rutina del trabajo, el gimnasio, el ir al cine, las visitas a casa de nuestros amigos-vecinos, hacían que la semana se pasara más o menos rápido, o más o menos lenta, dependía de los días, pero intentando en todo momento mantener la cabeza ocupada y disfrutar de los buenos ratos de compañía o de distracción.
Uno de esos buenos momentos, fue un viernes, no recuerdo si fue el anterior al viaje o el siguiente al viaje a Roquetas, pero si recuerdo la noche tan agradable que pasamos. Nuestros amigos de la misma calle tenían una cena de trabajo y les había fallado su canguro así que nos dijeron si nos importaba quedarnos con su hijo y por supuesto nos encantó. Trajeron al pequeño a nuestra casa y les dijimos que se fueran tranquilos. Por otro lado nuestros amigos-vecinos iban a venir a cenar y mientras él iba a recogerla del trabajo, nos dejó a nuestro ahijado. Aún recordamos muchas veces la escena de los dos pequeños en mi casa. Por un lado el mayor quería que estuvieran dibujando con él, por otro el pequeño, nuestro ahijado se enfadaba y empujaba al otro para que yo lo tomara. Y mientras Juan Carlos intentando poner paz y muriéndose de la risa, de ver lo que hacía uno y otro por llamar nuestra atención.
Una vez que llegaron nuestros amigos-vecinos, nos pusimos a cenar. El pequeño de los amigos de la misma calle, se fue al sofá a ver los dibujos y se quedó dormido una vez que se tomó su biberón. El otro dio un poco más de guerra pero al final también se quedó dormido en su silleta.
Aprovechamos esa cena también, para contarles que habíamos vuelto a intentar un nuevo tratamiento, que no había ido bien, y lo realmente mal que lo pasamos. Les dijimos también que quedaba un embrión congelado y que posiblemente haríamos un nuevo intento pasada la fecha de la muerte de Ángela.
Sin grandes manifestaciones de alegría, porque sabían lo delicado de la situación, y nuestros sentimientos encontrados, pero con la delicadeza y el cariño propio de ellos, nos dijeron que se alegraban de que volviéramos a intentar tener una nueva ilusión y que contáramos con ellos para lo que quisiéramos. Como siempre.
Fue una buena noche. De confesiones,  de sonrisas y risas gracias a los pequeños y de amistad, por su comprensión y su cariño.
Muñequita, panecillico, eres todo mi vidica pequeña. A cada paso que damos, tú nos acompañas. Te queremos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

SANTA ÁNGELA. 27 DE ENERO


Hoy, 27 de enero es Santa Ángela. Hoy 27 de enero hace dos años que empezaste a crecer  y a formar parte de mí. Hoy es una fecha que recordaré toda mi vida hija mía, porque este día hace dos años empecé a quererte con toda mi alma.

Hoy hace dos años, empezaba para tu padre y para mí la aventura de ser padres, y que suerte íbamos a tener, porque eras tú quien crecía dentro de mí.

Recuerdo la emoción tan grande que empezamos a sentir ese día, junto con el miedo y la cautela de saber que debíamos ir poco a poco y a la misma vez no poder evitar pensar ya en ti, como parte de nosotros, mirando esa primera ecografía que señalaba el punto exacto donde te habían instalado para poder agarrarte bien fuerte. Y ¡qué fuerte fuiste!, de entre todos tú, mi gran corazoncito. ¡Cuánto luchaste desde el principio!. ¡Estamos tan orgullosos de ti!.

 Y ahora, quién nos iba a decir a tu padre y a mí, hace dos años, que hoy estaría escribiendo en este blog como un homenaje a tu memoria, a tu amor, a ti,  mi precioso tesoro pequeñito. El tesoro de tus padres.

Hoy, hace dos años, nuestras vidas cambiaron para siempre, porque aunque hoy no podamos disfrutar de tus risas, tus besos, tus caricias, tus abrazos, tus gestos al dormir, tus lágrimas pidiendo comida, tus pasitos y tus primeras palabras llamando a tu padre o a mí, desde aquel 27 de enero de 2008 eres nuestra hija ÁNGELA, y en nuestro corazón tienes un lugar privilegiado, que siempre, siempre será tuyo.

Te queremos Ángela. ¡Feliz día de tu Santo! y feliz dos años de vida. Hoy te llevaremos el único regalo que podemos y nuestro amor más inmenso, como todos los días.

VERDADERA VOCACIÓN

En la reunión con Mª José Alarcón, una de las cosas que vimos que quizás podíamos hacer, era mandar un escrito al Defensor del Pueblo de Murcia, para que también pudiera hacer un seguimiento a lo que había pasado en nuestro caso, lo que seguía pasando y lo que de alguna manera pudiera intentar cambiar desde su posición, como supervisor de las administraciones públicas. Porque como ya dije, la justicia ha de seguir su curso, y se encargará de resolver unas cuestiones, pero mientras, debemos intentar que otras, ajenas a la justicia pudieran cambiar de alguna forma, aunque fuera a través de medidas internas obligatorias, porque la parte humana, dudo mucho que a esas alturas pueda cambiar si no les nace de dentro. ¡Qué triste!, sigo pensando que qué desperdicio de carreras en manos de gente que no se la merece.

La medicina, cualquier rama de la medicina, debe ejercerse por vocación, pensando por y para el paciente y deben de sentirse orgullosos de poder formar parte de esa cadena, por el simple motivo de poder ayudar, de poder salvar vidas, de poder aliviar dolor, sufrimiento, miedo, de generar ilusión, esperanzas, VIDA.

Cuando esto se olvida, cuando esto no es lo más importante, cuando el único objetivo es cubrir un horario, hacer una guardia para ganar dinero, pensar en el caché privado que puede tener, creer que el  formar parte del mundo médico les hace ser diferentes para poder mirarte por encima del hombro y no respetar ni la vida misma porque ellos están por encima de todo, ..... cuando se olvidan de porqué llegaron allí, del juramento que hicieron, entonces, si ellos no son honestos para intentar cambiar, debería haber fórmulas, mecanismos, que hicieran posible un control sobre ellos, para que casos como el nuestro, no ya por la muerte de Ángela (aunque lo más importante), sino por el trato tan inhumano que recibimos, no vuelvan a repetirse.

Sé, y vuelvo a repetir que no debo juzgar a todos por igual, y que hay personas que son excelentes profesionales y sobre todo humanos. También he podido encontrarme con ellos, antes y después de la tragedia. Y de hecho han llegado a decirme que se sentían avergonzados de formar parte del colectivo médico ante casos como el mío. Así que, sigo creyendo. Aunque por desgracia a nosotros nos tocó encontrarnos con los malos de la profesión médica. Por lo qué, paralelamente con la ayuda de nuestro abogado, redactamos un escrito que presentamos en la oficina del Defensor del Pueblo.

Por muchos días que pasen, tu amor y tu recuerdo siguen intactos como el primer día. Te queremos lucerito pequeño.

PARA QUE ALGO CAMBIE

La justicia es lenta, pero está ahí, confio en ella, espero y deseo con todas mis fuerzas que se haga justicia, que puedan ser castigados todos y cada uno de los culpables en la muerte de Ángela.

Espero, esperamos. Los primeros meses con más impaciencia, luego nos dimos cuenta que no hay que tener prisa, funciona así. Sin embargo, teníamos la esperanza de que con la muerte de Ángela, algo hubiera cambiado, algún corazón se hubiera humanizado y que hubieran visto el tremendo dolor que habían causado, a nosotros y principalmente a ella. Pero, no puedo ni debo juzgar a todos por igual, y sin embargo después de nuestra tragedia he seguido oyendo historias de tratos inhumanos, o carentes de profesionalidad que te hacen estremecerte todavía más y te empujan a intentar seguir luchando, no sólo por la muerte de nuestra hija, sino porque ningunos padres, ni bebes tengan que volver a pasar por lo que nos pasó a nosotros.

Quiero, queremos pensar que la muerte de Ángela no fue en vano, que tiene que servir para intentar que algo cambie. Por eso paralelamente a la justicia, que debe seguir su curso, intentamos hacernos oír en Presidencia del Gobierno (en Murcia). Mandamos un correo electrónico contando nuestra historia. Entiendo que esto tiene sus filtros, pero no recibimos ni una triste contestación, así que también mandamos un correo electrónico a Mª José Alarcón, portavoz del grupo socialista en Murcia (la oposición), y al menos tuvo el grandísimo detalle de contestarnos, dándonos el pésame y ofreciéndose a tener una reunión con nosotros si queríamos. Y aceptamos. Entre correo y correo acordamos un día que nos viniera bien.

Y quedamos, y nos recibió. Intentamos hacerle ver que de alguna manera algo debía cambiar en el maternal de la Arrixaca. Que no podía ser que todo siguiera igual, que siendo un servicio donde vienen criaturas inocentes al mundo, se hiciera un desprecio tan total y absoluto por la vida humana. Que les diera igual el sufrimiento, el dolor y el miedo de los padres. Ella lo entendió, lo sintió y quedó en intentar ayudar en lo que pudiera, aunque desde su posición, (como oposición y con la mayoría absoluta del gobierno), lo tenía un poco difícil. Sin embargo para nosotros, ya era bastante que nos hubiera recibido y se hubiera interesado. Entre otras cosas, quedó en mandar un comunicado de prensa de nuestro encuentro, pero no sé si es que no llegó a mandarlo o que al final no se lo publicaron (nos dijo que podía ser posible). Pero este es el enlace donde se puede ver una foto de la reunión y el comunicado que hizo:



Ángela, seguiremos luchando para que tu muerte no sea en vano, para que todo el mundo te conozca y sepa que eres la muñequita de papa y mama.

DANDO PASOS

SEGUIR A PESAR DEL DOLOR

Nuestros amigos de la misma calle, junto con su pequeño cielito (es que es un cielo su pequeño), habían organizado un mini viaje de fin de semana a un hotel que ellos conocían en Mazarrón. Sabían que nosotros no teníamos ganas de ir a la playa, pero este hotel quedaba un poco apartado de ella y podríamos disfrutar de las piscinas del hotel. El fin de semana sería el del puente de la Asunción, 14,15 y 16 de agosto porque por motivos de trabajo era el que mejor le venía a nuestros amigos-vecinos. La idea era irnos los seis con sus dos pequeños.

A mi no me apetecía mucho ese fin de semana porque el domingo era 16. Pero después de pensarlo mucho, me dije que todos los meses habría un día 16 y que aunque no hiciera grandes cosas ese día, no podía quedarme encerrada en una habitación, así que al final y puesto que habían puesto tanta ilusión en organizarlo, decidimos que iríamos.

No sabíamos lo bien que nos iba a venir, porque una semana antes dio a luz esa persona que nos había defraudado a Juan Carlos y a mi. Por supuesto lo principal e importante es que estaban bien, tanto la madre como la hija. Y encima una niña. Si supiera alguien el profundo dolor que sentí al recibir la llamada. Me la imaginaba tan feliz con su hija en brazos y yo no podía parar de pensar en el terrible dolor, la angustia tan grande que sentí el día de mi parto. Quizás este dolor de pensar en ella tan feliz se había agudizado al pensar que se había quedado embarazada tan sólo un mes después de la muerte de Ángela. Nos dolió tanto. Yo pensaba sólo en Ángela, en cuanto la queríamos, en como había muerto, en lo importante que era para nosotros y lo poquito que había significado para algunas personas. Ese día y los siguientes los pasé realmente mal, pero poco a poco, como siempre con la ayuda de nuestros amigos-vecinos, de nuestro ahijado, de nuestros amigos de la misma calle, Juan Carlos por mi y yo por él, volvimos a intentar ser fuertes.

Hija mía, no hay día que pase que no piense en lo feliz que nos has hecho, en todo lo que te hubiéramos dado y que sólo espero poder estar algún día contigo para darte todos y cada uno de los besos que aún no he podido darte.



FIN DE SEMANA DE CONTRASTES

Llegó el fin de semana que nos habían organizado nuestros amigos de la misma calle. Hasta último momento no sabíamos si los amigos-vecinos iban a poder venir por problemas de última hora con el trabajo, pero sospecho que hicieron todo lo posible por cambiar turnos para poder venir. No ya porque fuera unas minivacaciones para ellos, sino porque sabían que era un fin de semana duro para nosotros. Ese domingo Ángela hubiera cumplido 10 meses. Estaría como el pequeño garbanzo, para comérsela viva. Quizás también dando sus primeros pasitos, o quizás aún gateando, en cualquier caso, sería un bombón para no parar de darle besos.

Les agradecíamos tanto que estuvieran con nosotros, que hubieran organizado el viaje unos, y los otros hecho malabares para venir, que nuestra mejor forma de agradecerles fue comprándoles a los dos pequeños unos regalitos. ¡Mira que nos costaba comprar cositas para niños!, pero aunque nos costó, lo hicimos con el mismo agrado con el que ellos nos acompañaron.

Tuvimos tiempo para todo. Nos reímos mucho. Nos acostamos tarde. Nos volvimos a reír mucho a la mañana siguiente en el desayuno cuando vimos a nuestro pequeño ahijado la carita de sueño que traía. Era increíble. Tenía bolsas debajo de los ojos. El muy sinvergüenza, es un salsero y le encanta estar sopeando hasta el final. Los dos pequeños no pararon. El otro es dos años mayor y actuaba como su hermanito grande.  Luego ya en la piscina, yo tenía ganas de verlo en el agua, pero por otro lado, me daba miedo, sentía tanta tristeza. Juan Carlos me animó a que me acercara, me dijo que sino nuestros amigos se sentirían tristes y estarían pendientes. Así que hice un esfuerzo y fui a bañarme con ellos.

Ya lo sabía. Me reí mucho, muchísimo viéndolo con su gorrito, su pequeño bañadorcito, sus manitas y piernecitas moviéndolas como un loco. Pero también, lloré. Lloré sin poder evitarlo porque pensaba tanto en Ángela. Ella tenía que estar también como un pececito, bañándose y riéndose. Enseguida se acercó Juan Carlos y me abrazó y me sonrió. También mi amiga-vecina con el pequeño. Así que cambié mi pensamiento y volví a distraerme con el juego de todos ellos.

Recuerdo con especial cariño y emoción un momento, en el que estaba fuera de la piscina sentada en una tumbona y venía mi pequeño ahijado andando con sus pasitos de patito hacia mí riéndose, con sus bracitos abiertos. En ese momento me salió del alma:-" ¡ay, cuanto te quiero pequeñito!"-, yo misma me sorprendí de decir en alto algo que yo sabía pero que no pensé que me saliera de forma tan espontánea. Y me alegró.

Estuvo bien el fin de semana. Ya el domingo después de comer y descansar la siesta, dijeron que a la vuelta paráramos a tomar un helado en un centro comercial, pero era día 16 y ya lo único que quería era volver. Ellos lo entendieron, pero aún así para rematar el fin de semana, fueron ellos a comprar el helado y con todo el cariño del mundo, nos lo acercaron a casa.

Mi estrella, mi lucero que guía mi vida. Te adoro, te quiero, no puedo dejar de pensar en lo que fue, lo que pudo ser y ya no será. Ángela, mi niñita eres lo más bonito de nuestras vidas.



REDESCUBRIENDO

Los días de verano iban pasando. Los aprovechamos para estar con los amigos, para descubrir las verdaderas amistades, para saber con quién podíamos contar. Porque entre otras cosas, las desgracias te hacen saber a quién le importas realmente y a pesar de las circunstancias creo que es importante intentar sacar lo bueno, o mejor dicho, menos malo de algo que te marca trágicamente.

Aprovechamos también para hacer algo que hacía tiempo no hacíamos, y es ir al cine. Decidimos ir como mínimo una vez a la semana a ver una película y después nos tomábamos algo para cenar. También era otra forma de ir redescubriéndonos. Estábamos tan centrados en Ángela, en nuestro dolor, en su pérdida,  que a pesar de querernos y de mirar mucho el uno por el otro, habíamos perdido nuestro espacio juntos. Llevamos mucho tiempo juntos, entre novios y casados 23 años y por un breve pero intenso tiempo lo dedicamos a la inmensa felicidad de la llegada de Ángela. Un tiempo que ya, nos ha cambiado para el resto de nuestra vida, porque ya nunca más seremos Juan Carlos y yo, ahora y siempre seremos Juan Carlos, nuestra hija Ángela y yo. Y no sé si alguna vez podremos volver a ampliar la familia. Pero aunque físicamente no esté, ya siempre seremos tres.

Seguíamos pensando en la posibilidad de un nuevo intento, pero ante lo mal que lo había pasado psicológicamente en julio, y acercándose la recta final para hacer un año de la muerte de mi hija, decidimos que sería mejor esperar a que pasara la fecha, y mientras yo seguía repitiéndome cada día que no podía volver atrás.

Chiquitina mía, llegaste y te fuiste, pero siempre, siempre permanecerás. Te queremos hija mía.



ILUSIONES POR EL CAMINO

La vuelta al trabajo. Había llegado septiembre y con él, el miedo a que el tiempo fuera avanzando, pero había que hacerlo, no podía pararse y cuanto antes pasaran los días mejor.

Habíamos comentado con nuestros amigos que a nosotros nos gustaba ir a Roquetas de Mar a un hotel que estamos yendo ya cerca de 11 años. El hotel está bien y fuera de temporada, el fin de semana sale bastante aceptable. Decidimos que como hacía tiempo que no íbamos y ellos no lo conocían nos encargaríamos de organizar un viaje antes de que terminara septiembre. Y lo reservamos para el penúltimo fin de semana. Mientras, todos a cruzar los dedos para que no hubiera problemas de trabajo en el último momento, y ellos,  todo lo que fuera acompañarnos para estar pendientes de nosotros y distraernos.

Mientras, habían llegado las fiestas de septiembre. La feria, la romería.... A ninguna fuimos. Aunque todavía hubiera sido pequeña, nos hubiera encantado poder llevar a Ángela a disfrutar del ruido, las luces, la gente, la música, el colorido de la feria. Seguro que le hubiera encantado, todo ese alboroto. O quizás no. Pero para eso hubiéramos estado su padre o yo para cogerla en brazos, acurrucarla y que se sintiera protegida y a salvo. Mi pequeña, cuentas cosas en el camino.......

Y la romería. Desde hacía muchos años, incluido el anterior (embarazada), íbamos a la catedral a verla salir y a despedirla. Pero este año no. Estaba enfadada con la Virgen. El año anterior le pedí que hiciera que mi hija naciera bien y sana y no me escuchó. Siempre le he tenido mucha devoción a la Virgen de la Fuensanta, de hecho nos casamos en el Santuario por ella. Tenía que haberle pedido además que nos atendieran gente profesional, humana, y que se hubieran molestado en hacer su trabajo para que mi hija naciera viva. También ese día pensé en Ángela al oír las campañas replicando. Me hubiera, nos hubiera gustado tanto ir con ella a despedir a la Virgen.

Tantas cosas, y tantas rotas.......

Te quiero mi dulce angelito del cielo, mi corazoncito pequeño, nuestra niñita del alma, Ángela.