jueves, 24 de noviembre de 2011

VERDADERA VOCACIÓN

En la reunión con Mª José Alarcón, una de las cosas que vimos que quizás podíamos hacer, era mandar un escrito al Defensor del Pueblo de Murcia, para que también pudiera hacer un seguimiento a lo que había pasado en nuestro caso, lo que seguía pasando y lo que de alguna manera pudiera intentar cambiar desde su posición, como supervisor de las administraciones públicas. Porque como ya dije, la justicia ha de seguir su curso, y se encargará de resolver unas cuestiones, pero mientras, debemos intentar que otras, ajenas a la justicia pudieran cambiar de alguna forma, aunque fuera a través de medidas internas obligatorias, porque la parte humana, dudo mucho que a esas alturas pueda cambiar si no les nace de dentro. ¡Qué triste!, sigo pensando que qué desperdicio de carreras en manos de gente que no se la merece.

La medicina, cualquier rama de la medicina, debe ejercerse por vocación, pensando por y para el paciente y deben de sentirse orgullosos de poder formar parte de esa cadena, por el simple motivo de poder ayudar, de poder salvar vidas, de poder aliviar dolor, sufrimiento, miedo, de generar ilusión, esperanzas, VIDA.

Cuando esto se olvida, cuando esto no es lo más importante, cuando el único objetivo es cubrir un horario, hacer una guardia para ganar dinero, pensar en el caché privado que puede tener, creer que el  formar parte del mundo médico les hace ser diferentes para poder mirarte por encima del hombro y no respetar ni la vida misma porque ellos están por encima de todo, ..... cuando se olvidan de porqué llegaron allí, del juramento que hicieron, entonces, si ellos no son honestos para intentar cambiar, debería haber fórmulas, mecanismos, que hicieran posible un control sobre ellos, para que casos como el nuestro, no ya por la muerte de Ángela (aunque lo más importante), sino por el trato tan inhumano que recibimos, no vuelvan a repetirse.

Sé, y vuelvo a repetir que no debo juzgar a todos por igual, y que hay personas que son excelentes profesionales y sobre todo humanos. También he podido encontrarme con ellos, antes y después de la tragedia. Y de hecho han llegado a decirme que se sentían avergonzados de formar parte del colectivo médico ante casos como el mío. Así que, sigo creyendo. Aunque por desgracia a nosotros nos tocó encontrarnos con los malos de la profesión médica. Por lo qué, paralelamente con la ayuda de nuestro abogado, redactamos un escrito que presentamos en la oficina del Defensor del Pueblo.

Por muchos días que pasen, tu amor y tu recuerdo siguen intactos como el primer día. Te queremos lucerito pequeño.

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