jueves, 24 de noviembre de 2011

LA VIDA EN LO BUENO Y LO MALO

EL TIEMPO SIGUE PASANDO

El tiempo seguía pasando, y lógicamente el bebé de mis amigos-vecinos, nuestro ahijado, iba creciendo. En cada acontecimiento nuevo, en cada cambio que iba pegando, Juan Carlos y yo veíamos los cambios que hubiera ido dando nuestra hija. Pero ellos, llevaban mucho cuidado con sus manifestaciones, con sus comentarios hacía su hijo, con las cositas que le iban comprando.

Me acuerdo un día que ella había llegado con un tacatá con forma de coche y lo tenía guardado en la habitación de atrás. Ella no lo hubiera sacado, pero su pareja, por lo gracioso del modelo nos lo enseñó, sin pensar más allá, y la verdad, lo último que queríamos Juan Carlos y yo era que ellos se sintieran violentos. Demasiado sé, lo que se contenían muchas veces. Por eso me fui a la habitación con ella y nos pusimos a montar el tacatá. Al montar al pequeño, nos reímos mucho de verlo en aquel trasto con forma de coche, con su teléfono, su volante, su palanca, las cuatro ruedas. Parecía un cangrejito, porque sólo se movía hacia atrás. Acto seguido, mi imaginación voló y vi a mi hija siguiendo sus pasos, hubieran sido también sus primeros pasitos. Y me contuve, pero mi cara tuvo que ser un poema porque para variar, ella estaba pendiente, muy pendiente de mí y cuando nos marchamos, al llegar a mi casa me llamó y se disculpó, y me dijo que lo sentía que no se habían dado cuenta, que no deberían haberlo sacado. Yo le dije que no se preocupara, que lo que no queríamos bajo ningún concepto era que ellos se sintieran mal con cada cosa que su hijo fuera haciendo o ellos comprándole, porque sino, nos quitarían la confianza de ir a su casa y aunque lógicamente teníamos que pasar por ratos malos, nos alegraba poder compartir esos primeros momentos de su hijo.

Con cada paso que dé, con cada sonrisa, con sus primeras palabras, su primer día de guardería, su primer baile, .... Con cada primer algo, siempre, siempre tendremos en mente a Ángela, pero yo quiero que ellos sepan que su hijo será toda la vida muy especial para nosotros. Por lo que nos recuerda, por lo que pudo ser y por quien es él.

Quiero que sepáis que lloramos mucho, pero gracias a los momentos que nos da este pequeño tenemos también muchas veces una sonrisa en la boca, que nos llena y nos alegra. Con Juan Carlos me quedo el día que lo vio después de volver de Roma la alegría tan inmensa que les dio. Y yo me quedo con un día que lo estaba bañando mi amiga y al entrar en el cuarto de baño se volvió y al verme me echó una sonrisa que me iluminó el alma por la carita de felicidad que puso.

Os damos las gracias a los tres por dejarnos compartir muchos momentos con vosotros, por estar ahí, por vuestra generosidad, por el cariño y el amor con el que habláis, y sentís por Ángela. En especial le doy las gracias a mi amiga-vecina por ser como es, por estar pendiente, por saber....... Gracias a tu pequeño corazoncito por lo que nos ha hecho sentir.

Hija mía, sé que hay mucha gente que te quiere y sé que tú los hubieras querido mucho también. Estás en el corazón.



DOS ACONTECIMIENTOS

Se acercaba el verano, el calor, y con el llegó el mes de junio. Cumpleaños de Juan Carlos y mi cumpleaños y su santo. Esté año fueron días, sólo días en el calendario. Nunca he entendido porque uno no dice su edad, si cada año cumplido es un regalo y debe ser motivo de celebración. Sin embargo este año no había motivo para celebrar. Sí, habíamos cumplido otro año. Pero ¡qué año!. Estábamos tristes, mi hija no estaba para llenarse las manitas de nata o chocolate con la tarta y no teníamos ningún deseo para pedir. Ya no. Ahora es el día a día. Estar juntos.

Sin embargo este mes, también trajo dos acontecimientos que hay que recordar con cariño. Los dos antes de mi cumpleaños y el santo de Juan Carlos.

Uno es la invitación que nos hicieron los otros amigos de la misma calle para que fuéramos a ver a su hijo bailar en la fiesta de fin de curso. Sinceramente, no teníamos el ánimo para ver a los pequeños haciendo sus gracias, pero nos lo dijeron con tanto cariño y por el hecho de compartir ese momento alegre con nosotros, que no nos pudimos negar. Al terminar nos invitaron a cenar en una terraza y hablando con ella, me dijo que teníamos que volver a intentar tener otro hijo, que mi pequeña se alegraría por nosotros y que no podíamos negarle ese amor  que llevábamos dentro a otro pequeñín. Me dijo unas palabras preciosas que creo que recordaré toda la vida, porque sé que las dijo de corazón: -" Esta vez no debes preocuparte, porque lo peor que os podía pasar en la vida, ya os ha pasado. Tendréis momentos malos, pero para eso estamos aquí."-. Estas palabras se las agradeceré toda la vida.

El otro acontecimiento era el bautizo de mi pequeño ahijado. El 21 de junio. Ellos nos dijeron que si no queríamos, no celebraban nada, pero ¿cómo no hacer nada?, era el día del pequeño garbanzo (empezamos a llamarlo así porque es muy redondito). Aunque sólo el echo de preguntarlo lo dice todo.

Fue una ceremonia preciosa, en la iglesia "Nuestra Señora de los Ángeles". El pequeño se portó muy bien, y al terminar mi amiga-vecina se acercó a mí, me acarició la espalda y me preguntó cómo estaba. En mi casa ya tendría tiempo de pensar, llorar, ahora no era momento. Había que celebrar esa alegría.

¡Cuanto hubiera deseado Ángela, poder ver como el cura te levantaba hacía la Virgen, una vez bautizada!. Pero bueno, ahora seguro que estás con ella. Mi angelito del cielo.



UN BAUTIZO DISTINTO

Cuando murió Ángela, tenía una gran pena por no haberla podido bautizar, le había preguntado incluso al cura que nos había casado a Juan Carlos y a mi y ya me había dicho que no me preocupara, que mi hija estaba fuera de pecado, que era pura y que era un angelito del cielo.

A pesar de estar más tranquila, se nos había quedado una pincha así que, como el bautizo de nuestro ahijado había sido tan bonito y el cura había tenido unas bonitas palabras y demostrado mucho sentimiento, decidimos hablar con él para que fuera a la tumba de mi hija y la bendijera. Al hablar con él, nos reconfortó con sus palabras, con sus sentimientos, con su sensibilidad y nos dijo que además, porqué no le hacíamos una "misa de gracia". Nosotros nunca habíamos oído hablar de ella, y nos comentó que se hacía para darle gracias a Dios y nosotros se las dábamos por haber tenido la oportunidad de poder crear, sentir y vivir nuestra corta pero intensa vida con Ángela.

Hicimos la misa miércoles y fue preciosa. Habló de ella constantemente, con cariño, con sentimiento, con sensibilidad. Parte de la familia y sobre todo, nuestros amigos, con nosotros. Apoyándonos, dándonos cariño, cobijándonos. Y por ella, por Ángela, por nuestra hija. ¡Qué misa tan bonita!.

Ese viernes quedamos con el cura en el cementerio para que bendijera su tumba. Y fuimos Juan Carlos y yo, y llegó el cura con agua bendita y con un libro para decirle unas oraciones. Y la bendijo, con cariño, eligiendo las palabras.

Ya estaba. Ahora si que estábamos más tranquilos. A pesar de lo que nos habían dicho, queríamos que su pequeño cuerpecito fuera bendecido. Esta no era la forma en la que queríamos su bendición, con la que habíamos soñado, pero en estas circunstancias, dentro de todo, fue bonito.

Vida mía, angelito mío, te queremos tanto mi cielo. Quiero que juegues mucho en ese paraíso lleno de nubes de algodón.

No hay comentarios: