jueves, 24 de noviembre de 2011

DAR A CONOCER Y APRENDER

COMPARTIR PARA AYUDAR

Llegando a final de julio, un día no sé que estaba buscando en google relacionado con la Arrixaca que me apareció entre las búsquedas una que ponía "Pasó en la Arrixaca". Era de un foro en crianza natural y al entrar leí que lo que contaban era mi caso. Me quedé sorprendida y hasta ese momento no había caído, pero pensé, ¿por qué no contarlo yo en primera persona?. Y así lo hice. Me registre en el foro y conté mi historia con el título "Parto en la Arrixaca. Tortura y deshumanización". En seguida empezó a tener visitas y la verdad, me alegro de haber compartido mi tragedia con todas las personas que quisieron saber. Todas las respuestas que recibí fueron de ánimo, de deseos de justicia, de lamentos ante una cosa inexplicable, de apoyo, de cariño.

Mi intención, como decía en el texto que escribí, no sólo era dar a conocer lo que nos habían hecho, sino advertir a las futuras mamas para que intentaran ir al parto con toda tranquilidad pero con la mayor información posible. Yo no lo hice. Me preocupé de cuidarme, de cuidar a mi hija en mi vientre, de conocer cuales iban siendo sus cambios y cuales los míos. Pero no miré nada del momento del parto, porque se suponía que estaría entre profesionales, que iba a estar en un hospital y que no habría problema. Iba feliz y contenta, confiada, esperando únicamente el momento en el que viera por primera vez a Ángela.

Me alegro haberlo contado, haberlo compartido y lo mejor fue la difusión que se le empezó a dar por otros foros. En especial, hubo una chica que me emocionó porque me dijo que daría difusión para que todo el mundo supiera que mi hija había estado, había pasado por este mundo.  Entraron otras mamas que habían perdido a sus bebés para darme comprensión, para recomendarme algunas páginas donde entrar para buscar ayuda. Y lo hice. Y leí otros testimonios de mamas, papas, abuelos. Hubo uno en especial con el que me identifiqué completamente. Era de una mama que había perdido a su hijo antes del parto y al año había vuelto a quedarse embarazada. Y contaba que cuando se hizo la ecografía en la que le decían el sexo y le dijeron que era una niña, ella lloró, porque no quería una niña, pero tampoco un niño, ella lo que quería era a su hijo Hugo. No le gustaba que le dieran la enhorabuena porque parecía que de esta forma se olvidaban de su hijo. Todos estos sentimientos yo ya los había pensado, de hecho ya comenté que cuando intenté de nuevo quedarme embarazada, lo que yo quería era estar embarazada de Ángela. Todos estos pensamientos que me atormentaban se los contaba a mi amiga-psicóloga y ella me decía que era normal, que si me volvía a quedar embarazada los sentiría, aunque yo llevaba de adelanto el haber pensado ya en todo lo que podría llegar a sentir.

Durante todo este tiempo, sin yo saberlo, mi amiga-vecina (la mama de mi ahijado), había estado entrando en los foros, leyendo lo que nos ponían, las sugerencias que nos hacían, las páginas que nos recomendaban, y ella fue leyendo, informándose, para saber como actuar conmigo en ciertos momentos, para no hacerme daño, para entender mejor lo que podía ir sintiendo. Me ha ayudado tanto, porque además de ser la persona que por compartir nuestros embarazos juntos, nuestras ilusiones, más podía identificarse con lo que nosotros sentíamos, se ha molestado en ir más lejos, para poder saber como mejor ayudarnos.

Mi precioso tesoro, quiero que todo el mundo te conozca, para que sepan que tú eres, que has estado en este mundo y ya para siempre en nuestros corazones.



APRENDIENDO DE LO BUENO

En los días previos al final de julio, vinieron a comer a mi casa una pareja de amigos a los que conocemos desde hace mucho. A ella yo la conozco desde que era una cría. Es un poco mayor que yo y sin embargo ella siempre me dice que me quiere como a una hija. Es de esas personas tipo mamma italiana. Cuando murió mi madre, que para ella había sido también como una madre, me llamaba todos los días y me decía que dejaría de llamarme y darme la lata cuando consiguiera que no llorara al hablar con ella. Son ese tipo de personas que son ¡pura generosidad!. Las puertas de su casa están abiertas siempre para todo el mundo. Hasta el punto que ahora con la crisis al haberse quedado uno de ellos en el paro y disponer de menos recursos, se sienten verdaderamente mal si son sus amigos o su familia la que decide invitarlos a ellos.

Yo le dije a ella, que no se sintiera así que también los amigos nos sentíamos bien por poderles devolver un poco de esa generosidad que con tanto gusto ellos van dando.

Ella me ha hecho reflexionar en algunos momentos malos de mi vida, y me ha hecho darme cuenta de que el más mínimo detalle cuenta. Me acuerdo un día que me dijo que el día que salía a su patio y le había brotado una flor de una planta, ese día ya merecía la pena, ya había algo por lo que alegrarse.

Desde que supe que estaba embarazada de Ángela, y sobre todo a partir de su muerte, y con cosas como la que ella me enseña, he intentado pensar que cada día es importante, no siempre lo consigo, por supuesto, pero hay algunos días que lo intento, por eso empecé a utilizar la vajilla buena, la cristalería buena, a no guardar ciertas cosas para ocasiones especiales. No, cada día que uno pasa con los amigos, con la familia, con gente que merece la pena, todos esos días son especiales.

Juan Carlos y yo hemos empleado mucho tiempo en gente que no se merece nuestra amistad, nuestro cariño, y es en las desgracias donde de verdad sabes la gente a la que le importas.

Ese día que comieron en mi casa, pasaron mis amigos-vecinos con nuestro ahijado y los presentamos, y como es habitual en ellos, nos invitaron a los cuatro, bueno los cinco a ir a su casa una noche a cenar. Así quedamos.

Intento aprender cada día, Ángela. Intento mantenerme distraída para intentar convencerme que no puedo volver atrás. Cada día, Ángela, intentamos quedarnos con lo bueno que nos dan. Ojalá pudieras disfrutarlo con nosotros, mi corazoncito pequeño.



UN VERANO DISTINTO

Ya había llegado agosto. Era la primera vez en mi vida que no deseaba que llegaran las vacaciones. ¡Qué mal lo pasé!. Los primeros días pensé volverme loca. Seguía durmiendo muy mal. Por la noche tardaba en dormirme, luego me pasaba toda la noche soñando y ya para rematar me despertaba temprano y ya no podía volver a dormirme. Era un suplicio, porque en cuanto me levantaba, no sabía que hacer. Mi cabeza no paraba de dar vueltas, y mi único pensamiento era Ángela. No podía parar de pensar en los planes que habíamos hecho para ese verano, no podía parar de pensar en lo feliz que nos sentíamos el verano pasado esperando ya el poco tiempo que quedaba para tenerla entre nuestros brazos.

Juan Carlos todavía no tenía las vacaciones y lo volvía loco al pobre llamándolo constantemente y pidiéndole por favor que en cuanto tuviera un hueco viniera a buscarme y me llevara con él, a la oficina o donde fuera, pero no podía estar en mi casa. Al pobre lo llevé frito, porque entre su pena, su trabajo y estar pendiente de mí....

Bueno, como había empezado a escribir el blog y a entrar en foros me sirvió bastante de distracción, y una vez que tuve instalado internet en casa podía tener mi mente más ocupada y a mi pobre marido más tranquilo.

Estos primeros días también nuestros amigos-vecinos y nuestros amigos de la misma calle estuvieron pendientes de nosotros. Quedamos alguna noche para salir a cenar con ellos y sus pequeños. Nuestro ahijado ya había empezado a dar sus primeros pasitos solito y parecía un patito. ¡Estaba tan gracioso! Me hacía reír, porque yo me ponía de rodillas, le abría los brazos y le decía que me diera un abrazo chillado. El chiquitín venía "corriendo", con sus pasitos de patito y riéndose como un loco hacía mi. Cuando llegaba me abrazaba y me apoyaba su cabecita en mi hombro y así se quedaba unos segundos. Ya tenía diez meses, pero iba tan adelantado.

Con esos momentos teníamos que intentar llevar el dolor, tenían que servirnos para alegrarnos el corazón a pesar de la tristeza, es como si de alguna manera sintiéramos el amor de Ángela a través de la sonrisa, de los besos o los abrazos del pequeño garbanzo. Se hace de querer por el cariño tan grande que nos da, por esas caras de alegría que pone, por el amor tan grande que nos despierta, a pesar de las circunstancias, él es una bendición.

Te quiero mi cielito pequeño, mi preciosa muñeca. Has llenado con tanto amor el corazón de tu padre y el mío. Eres nuestro pequeño corazoncito, Ángela.

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