jueves, 24 de noviembre de 2011

DANDO PASOS

SEGUIR A PESAR DEL DOLOR

Nuestros amigos de la misma calle, junto con su pequeño cielito (es que es un cielo su pequeño), habían organizado un mini viaje de fin de semana a un hotel que ellos conocían en Mazarrón. Sabían que nosotros no teníamos ganas de ir a la playa, pero este hotel quedaba un poco apartado de ella y podríamos disfrutar de las piscinas del hotel. El fin de semana sería el del puente de la Asunción, 14,15 y 16 de agosto porque por motivos de trabajo era el que mejor le venía a nuestros amigos-vecinos. La idea era irnos los seis con sus dos pequeños.

A mi no me apetecía mucho ese fin de semana porque el domingo era 16. Pero después de pensarlo mucho, me dije que todos los meses habría un día 16 y que aunque no hiciera grandes cosas ese día, no podía quedarme encerrada en una habitación, así que al final y puesto que habían puesto tanta ilusión en organizarlo, decidimos que iríamos.

No sabíamos lo bien que nos iba a venir, porque una semana antes dio a luz esa persona que nos había defraudado a Juan Carlos y a mi. Por supuesto lo principal e importante es que estaban bien, tanto la madre como la hija. Y encima una niña. Si supiera alguien el profundo dolor que sentí al recibir la llamada. Me la imaginaba tan feliz con su hija en brazos y yo no podía parar de pensar en el terrible dolor, la angustia tan grande que sentí el día de mi parto. Quizás este dolor de pensar en ella tan feliz se había agudizado al pensar que se había quedado embarazada tan sólo un mes después de la muerte de Ángela. Nos dolió tanto. Yo pensaba sólo en Ángela, en cuanto la queríamos, en como había muerto, en lo importante que era para nosotros y lo poquito que había significado para algunas personas. Ese día y los siguientes los pasé realmente mal, pero poco a poco, como siempre con la ayuda de nuestros amigos-vecinos, de nuestro ahijado, de nuestros amigos de la misma calle, Juan Carlos por mi y yo por él, volvimos a intentar ser fuertes.

Hija mía, no hay día que pase que no piense en lo feliz que nos has hecho, en todo lo que te hubiéramos dado y que sólo espero poder estar algún día contigo para darte todos y cada uno de los besos que aún no he podido darte.



FIN DE SEMANA DE CONTRASTES

Llegó el fin de semana que nos habían organizado nuestros amigos de la misma calle. Hasta último momento no sabíamos si los amigos-vecinos iban a poder venir por problemas de última hora con el trabajo, pero sospecho que hicieron todo lo posible por cambiar turnos para poder venir. No ya porque fuera unas minivacaciones para ellos, sino porque sabían que era un fin de semana duro para nosotros. Ese domingo Ángela hubiera cumplido 10 meses. Estaría como el pequeño garbanzo, para comérsela viva. Quizás también dando sus primeros pasitos, o quizás aún gateando, en cualquier caso, sería un bombón para no parar de darle besos.

Les agradecíamos tanto que estuvieran con nosotros, que hubieran organizado el viaje unos, y los otros hecho malabares para venir, que nuestra mejor forma de agradecerles fue comprándoles a los dos pequeños unos regalitos. ¡Mira que nos costaba comprar cositas para niños!, pero aunque nos costó, lo hicimos con el mismo agrado con el que ellos nos acompañaron.

Tuvimos tiempo para todo. Nos reímos mucho. Nos acostamos tarde. Nos volvimos a reír mucho a la mañana siguiente en el desayuno cuando vimos a nuestro pequeño ahijado la carita de sueño que traía. Era increíble. Tenía bolsas debajo de los ojos. El muy sinvergüenza, es un salsero y le encanta estar sopeando hasta el final. Los dos pequeños no pararon. El otro es dos años mayor y actuaba como su hermanito grande.  Luego ya en la piscina, yo tenía ganas de verlo en el agua, pero por otro lado, me daba miedo, sentía tanta tristeza. Juan Carlos me animó a que me acercara, me dijo que sino nuestros amigos se sentirían tristes y estarían pendientes. Así que hice un esfuerzo y fui a bañarme con ellos.

Ya lo sabía. Me reí mucho, muchísimo viéndolo con su gorrito, su pequeño bañadorcito, sus manitas y piernecitas moviéndolas como un loco. Pero también, lloré. Lloré sin poder evitarlo porque pensaba tanto en Ángela. Ella tenía que estar también como un pececito, bañándose y riéndose. Enseguida se acercó Juan Carlos y me abrazó y me sonrió. También mi amiga-vecina con el pequeño. Así que cambié mi pensamiento y volví a distraerme con el juego de todos ellos.

Recuerdo con especial cariño y emoción un momento, en el que estaba fuera de la piscina sentada en una tumbona y venía mi pequeño ahijado andando con sus pasitos de patito hacia mí riéndose, con sus bracitos abiertos. En ese momento me salió del alma:-" ¡ay, cuanto te quiero pequeñito!"-, yo misma me sorprendí de decir en alto algo que yo sabía pero que no pensé que me saliera de forma tan espontánea. Y me alegró.

Estuvo bien el fin de semana. Ya el domingo después de comer y descansar la siesta, dijeron que a la vuelta paráramos a tomar un helado en un centro comercial, pero era día 16 y ya lo único que quería era volver. Ellos lo entendieron, pero aún así para rematar el fin de semana, fueron ellos a comprar el helado y con todo el cariño del mundo, nos lo acercaron a casa.

Mi estrella, mi lucero que guía mi vida. Te adoro, te quiero, no puedo dejar de pensar en lo que fue, lo que pudo ser y ya no será. Ángela, mi niñita eres lo más bonito de nuestras vidas.



REDESCUBRIENDO

Los días de verano iban pasando. Los aprovechamos para estar con los amigos, para descubrir las verdaderas amistades, para saber con quién podíamos contar. Porque entre otras cosas, las desgracias te hacen saber a quién le importas realmente y a pesar de las circunstancias creo que es importante intentar sacar lo bueno, o mejor dicho, menos malo de algo que te marca trágicamente.

Aprovechamos también para hacer algo que hacía tiempo no hacíamos, y es ir al cine. Decidimos ir como mínimo una vez a la semana a ver una película y después nos tomábamos algo para cenar. También era otra forma de ir redescubriéndonos. Estábamos tan centrados en Ángela, en nuestro dolor, en su pérdida,  que a pesar de querernos y de mirar mucho el uno por el otro, habíamos perdido nuestro espacio juntos. Llevamos mucho tiempo juntos, entre novios y casados 23 años y por un breve pero intenso tiempo lo dedicamos a la inmensa felicidad de la llegada de Ángela. Un tiempo que ya, nos ha cambiado para el resto de nuestra vida, porque ya nunca más seremos Juan Carlos y yo, ahora y siempre seremos Juan Carlos, nuestra hija Ángela y yo. Y no sé si alguna vez podremos volver a ampliar la familia. Pero aunque físicamente no esté, ya siempre seremos tres.

Seguíamos pensando en la posibilidad de un nuevo intento, pero ante lo mal que lo había pasado psicológicamente en julio, y acercándose la recta final para hacer un año de la muerte de mi hija, decidimos que sería mejor esperar a que pasara la fecha, y mientras yo seguía repitiéndome cada día que no podía volver atrás.

Chiquitina mía, llegaste y te fuiste, pero siempre, siempre permanecerás. Te queremos hija mía.



ILUSIONES POR EL CAMINO

La vuelta al trabajo. Había llegado septiembre y con él, el miedo a que el tiempo fuera avanzando, pero había que hacerlo, no podía pararse y cuanto antes pasaran los días mejor.

Habíamos comentado con nuestros amigos que a nosotros nos gustaba ir a Roquetas de Mar a un hotel que estamos yendo ya cerca de 11 años. El hotel está bien y fuera de temporada, el fin de semana sale bastante aceptable. Decidimos que como hacía tiempo que no íbamos y ellos no lo conocían nos encargaríamos de organizar un viaje antes de que terminara septiembre. Y lo reservamos para el penúltimo fin de semana. Mientras, todos a cruzar los dedos para que no hubiera problemas de trabajo en el último momento, y ellos,  todo lo que fuera acompañarnos para estar pendientes de nosotros y distraernos.

Mientras, habían llegado las fiestas de septiembre. La feria, la romería.... A ninguna fuimos. Aunque todavía hubiera sido pequeña, nos hubiera encantado poder llevar a Ángela a disfrutar del ruido, las luces, la gente, la música, el colorido de la feria. Seguro que le hubiera encantado, todo ese alboroto. O quizás no. Pero para eso hubiéramos estado su padre o yo para cogerla en brazos, acurrucarla y que se sintiera protegida y a salvo. Mi pequeña, cuentas cosas en el camino.......

Y la romería. Desde hacía muchos años, incluido el anterior (embarazada), íbamos a la catedral a verla salir y a despedirla. Pero este año no. Estaba enfadada con la Virgen. El año anterior le pedí que hiciera que mi hija naciera bien y sana y no me escuchó. Siempre le he tenido mucha devoción a la Virgen de la Fuensanta, de hecho nos casamos en el Santuario por ella. Tenía que haberle pedido además que nos atendieran gente profesional, humana, y que se hubieran molestado en hacer su trabajo para que mi hija naciera viva. También ese día pensé en Ángela al oír las campañas replicando. Me hubiera, nos hubiera gustado tanto ir con ella a despedir a la Virgen.

Tantas cosas, y tantas rotas.......

Te quiero mi dulce angelito del cielo, mi corazoncito pequeño, nuestra niñita del alma, Ángela.

No hay comentarios: