jueves, 5 de septiembre de 2013

LO QUE DA DE SI UN MES.

Toca volver a la rutina, a la vida diaria, a la vida real. Toca asentar la cabeza, parar y acomodar todo lo que durante unas semanas he tenido relegado a un segundo plano mientras no paraba, mientras iba de un lugar a otro, mientras mantenía mi cabeza, mi espíritu y mi alma entretenido y aunque no he descansado nada, pero nada de nada, ha valido la pena porque aún me cuesta pensar y no quiero, no quiero pensar, no quiero.
Es septiembre, y aunque sé que en mi vida tengo cosas maravillosas y por las que merece la pena vivir, luchar y disfrutar, cosa que intento hacer cada día, a veces aún sigue apareciendo en mi mente la frase: "la vida es una mierda" y acto seguido me pongo a llorar sin consuelo y mi corazón se desboca y mi garganta se seca porque quisiera poder gritar, gritar y gritar: QUIERO A MI HIJA, QUIERO A MI HIJA, QUIERO A MI HIJA, POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ. ÁNGELA, ÁNGELA, ÁNGELA, ÁNGELA, ÁNGELA.
 
Ahora cuesta, cuesta volver a la rutina, a los hábitos de una pareja que se quiere, que se necesita, que se ayuda y que vive el uno por el otro, sin ella. Pero con ELLA. Es una rutina en la que después de un verano lleno de gente, de jaleo, de no parar, en momentos malos y en momentos buenos, pero manteniendo en todo momento el tiempo ocupado, ahora cuesta parar, dejar que la centrifugadora que hemos llevado estas semanas pare y nos deje asentarnos, mirarnos y volver al día a día. A nuestro día a día.
 
Ha sido un verano intenso, lleno de todo un poco, donde hemos tenido que lidiar con la enfermedad, con la angustia y con el miedo de ver como la vida hace mella en alguien que quieres y como a pesar de todo esa persona lucha y trata de seguir, pero que por mucho que quiera ya nada será igual, porque la vida, los años, no tienen tregua con nadie, y lógicamente los seres queridos que están a su alrededor, sufren de ver como alguien a quién hasta hace muy poco veías fuerte, firme, con energía, ahora se sume en intentar vivir su día a día con la mejor calidad posible poniendo a su disposición todo lo necesario para lograr el mayor estado de bienestar, para que ella recupere la sonrisa y a la misma vez los que están a su alrededor puedan sentir menos presión emocional sabiendo que ella a pesar de no volver a ser la misma, se sienta aceptablemente mejor-bien.
Mi suegra no volverá a ser la misma, pero ella está haciendo lo que puede y tanto su marido como tres de sus hijos y las/o respectivos, estamos intentando mejorarle la vida, aunque el sufrimiento, a nosotros se ve que nos viene de serie.
Ahora ya parece que la cosa está más estabilizada, con pronostico de mejorar todavía más, pero los primeros días de agosto, fueron un poco angustiosos, agobiantes, para Juan Carlos porque es su madre y para mi, porque por un lado me traía tantos recuerdos de cuando mi madre estuvo tan malica, por otro por ella y por otro por ver a Juan Carlos pasar por la situación de ver a su madre así.
 
Uf, luego cambiamos de aire, aunque también fue un nuevo paso para nosotros. Nos fuimos unos días a la playa, a mi casa, en la que no había vuelto a pasar una noche después del último verano en el que mi pequeña estaba en mi barriga, y en el que su padre y yo hicimos tantos planes para el verano siguiente. Y lo hicimos no por nosotros, sino por nuestra amiga-vecina y sus hijos, sobre todo por mi ahijadito, porque tanto a ella como a su hijo les encanta el agua, el mar, la piscina, disfrutar de los juegos en el agua, la arena. Y valió la pena. Sólo por verles la cara, la alegría en sus ojos, las risas, las miradas al infinito queriendo guardar en la retina tanto bonito.
Playa por la mañana, playa por la tarde, feria por la noche.
 
Y ya el remate. Un viajecito la última semana de agosto, también con nuestros amigos-vecinos, mi ahijadito y su hermanita. Una experiencia. Un sin parar. No descansar, casi no dormir y comer y beber un montón. Entre medias porrazo de mi suegra, sin consecuencias pero susto, disgusto e incertidumbre por no estar cerca y no saber más allá, pero al final todo bien.
Cansados, agobiados por muchas cosas, a la par que habiendo disfrutado de muchas cosas y de muchos momentos buenos, divertidos, alegres. Ahora, ya es tiempo de la realidad. Sin adornos, sin medias tintas. Es septiembre, y de nuevo la vida sin arcoiris, sin confeti. Arañando cada recuerdo, cada risa en la memoria, cada instante en el que has visto a los que quieres disfrutar y hacerte por un instante olvidar el dolor, la ausencia, los miedos, o las nuevas situaciones. Poco a poco.
 
Mi estrella gordita. Mi ángel. Mi cara gordita. Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero.................... Te queremos.