lunes, 23 de septiembre de 2013

NO. LA VIDA NO ES JUSTA.

Desde que perdimos a Ángela lo pienso continuamente y no sólo yo, sino todos los que están a mi alrededor, todos/as los/as que me dejáis comentarios de apoyo, solidaridad y comprensión y es que, "La vida no es JUSTA". 

No. No lo es. Y da igual si eres buena persona, si tienes ilusiones, si eres luchadora, si tienes esperanzas, si te levantas una y mil veces a pesar de muchas cosas, si intentas ser mejor persona a pesar del dolor, si aprendes a fijarte en todo lo bueno de las personas que te rodean para apreciar sus virtudes y no sus errores, si copias los gestos buenos que puedas ver, si no te dejas amilanar por los tortazos de la vida aunque a veces no puedas más, si has sufrido mucho más que otros o si las cosas te han costado siempre mil y una veces más que a los demás. No. Definitivamente, la vida no es justa.

No. No es justa, y no le da a cada persona lo que se merece, porque si fuera así, no habría gente muriendo de hambre, no habría gente perdiendo sus trabajos después de toda una vida dedicada a ellos, no habría mujeres maltratadas por sus parejas después de compartir sus vidas con ellos,  no habría niños abandonados por madres que no los quieren mientras otras ansiábamos con locura, con alegría profunda el ser madres, no habría gente sin corazón trabajando en lugares donde ponemos nuestras vidas en sus manos y dejan que sufras o mueras sin importarles lo más mínimo y sin ni si quiera tener un castigo cuando habría otros en su lugar que darían lo que fuera por estar donde ellos por pura vocación, no. 

No. No es justa. La vida no es justa y como muchas de vosotras veis también y me decís, todavía es más difícil, cuando ves, que la vida es más fácil para unos que para otros, sin motivo, sin ganárselo, sin ser mejores e incluso peores que nosotros y no puedes evitar, preguntarte por qué?, por qué para ellos es más fácil la vida que para ti?, por qué el mundo está tan mal repartido?, por qué? por qué?. 

No hay una respuesta, al menos no una convincente y que nos sirva para todos. Simplemente unos nacen con estrella y otros estrellados. Porque supongo que todos conocemos casos de gente que ves que la vida le sonríe, que le cuesta poco o lo justo conseguir las cosas en su vida, que aunque tengan sus problemas, porque todos los tenemos, en mayor o menor medida, pero que no son cosas que puedan quitarles el sueño, y a ti, todo te cuesta un mundo y muchas veces más de un mundo y que incluso a veces ni llegas a conseguirlo por mucho que te empeñes o por muchas leches que la vida te haya dado. Eres tú y sólo tù el que debes desenvolverte en la vida porque la vida no va a regalarte nada.

Y sí, ya lo sé. La vida no es justa y no le da a cada uno lo que merece, hace tiempo que ya lo sé y por eso no aspiro a pensar que la vida me va a hacer un gran regalo para compensar la gran injusticia de mi vida. No, ya hace tiempo que dejé de pensarlo y por eso me conformo con poder seguir una línea recta en mi vida, sin más, porque es muy cansado estar continuamente en una montaña rusa, es cansado, muy cansado y sólo quiero poder tener esa línea recta en mi vida que me permita vivir, seguir aprendiendo a vivir y poder dar lo mejor de mi misma a los demás y ojalá que ese algo de mí, esa parte buena de mi, pueda ser mi legado en la vida, para los que quiero, para los que la vida tampoco es justa, para los que quieran seguir aprendiendo, para los que pueda ser un regalo el ver sus ejemplos de vida en mi, para todos y cada uno de los que puedan tener interés en compartir lo mejor de si mismos.

Un día te soñé. Un día te esperé. Un día te perdí, y aunque estás en mi corazón, espero un día poder encontrarte. Te queremos.

lunes, 16 de septiembre de 2013

SOY CONSCIENTE.

Hace tiempo que dejé de ir a la psicóloga, no porqué ya no necesite hablar, no porque ya no necesite apoyo, no porque ya no necesite liberar dolor, no porque ya no necesite consejo, no porque ya no necesite orientación o no porque ya lo tenga superado o asumido.
No. Nada de eso. Sigo necesitando todo eso y mucho más, pero es que me dí cuenta que llegué a un punto muerto, donde ya no avanzaba, donde todo lo que podía superar, todo lo que podía esperar para mejorar, ya había llegado, al menos de momento y sé y soy consciente de que tengo días buenos, donde parece que nada ha pasado, donde la vida me da un respiro y donde puedo disfrutar de momentos realmente buenos y felices, pero que de pronto vuelvo a venirme a bajo, vuelvo a tener miedo, vuelvo a sentir un dolor punzante que no me deja respirar y sé que nada se puede hacer, sólo dejar pasar los días y volver a reunir fuerzas para poder compaginar esos momentos con mis otros momentos. Esa vida, con mi otra vida.

Soy consciente de que nada ni nadie me puede ayudar a superar esos estados, porque yo misma soy consciente y me oigo a mi misma decirme "que no puedo volver atrás, que no sirve de nada estar pensando una y otra vez en aquel día, que no consigo nada estar sumida en esa tristeza y dolor, que debo poder saber disfrutar y valorar todo lo que tengo, que la vida sólo es una y que hay que aprovechar cada día, cada momento, que no tengo porque amargar a los demás, que mi pequeña está bien y contenta allá arriba, que nunca ya nada será igual, pero que hay momentos para todo y que cuando me pueda el dolor y la tristeza no me agobie y me deje llevar permitiendo salir esos sentimientos porque luego volveré a sentir la fuerza de la vida, que mantenga mi mente entretenida, que no me deje superar por el peso de la mochila, que otros han vivido también otras tragedias y que pueden vivir con ello, que aprenda cada día a descubrir nuevas enseñanzas positivas que me ayuden a dar un poco de luz cuando todo se apaga a mi alrededor.

Soy consciente de que ahora mismo he llegado hasta aquí y que quizás avance más o quizás me quedé aquí para siempre, pero sigo intentándolo y aprendiendo de todo y ojalá que un día pueda poder decir y sentir lo que ahora mismo siente Mercé http://comoafrontarlamuertedeunhijo.com/un-dia-feliz/ que perdió a su hijo hace 15 años con 15 años y de la que intento aprender  por su lucha, por su fuerza, por su amor, por su ejemplo. Ella pudo disfrutar de su hijo Ignasi durante 15 años, pero al igual que yo, lo perdió de forma trágica y su visión y su forma de aprender a vivir, me ayudan y me dan fuerza.

La vida no es siempre como pensábamos que sería, como habíamos planeado y cuesta, cuesta mucho dar la vuelta y reconducir nuestra forma de vida, nuestra visión de muchas cosas, pero creo que lo más importante es ser conscientes de ellos y afrontarlo con uñas y dientes, aunque algunas veces se nos quede en meros intentos, ya vale. Caeremos, nos lastimaremos y lloraremos, pero intentaremos volver a sacar las uñas y los dientes para seguir aprendiendo a vivir y quizás un día como Mercé podamos sentir ese estado de semi-liberación.

Ví la magia de la vida en aquel pequeñito corazoncito que latía a mil por hora y que ya formaba parte de mi. Te queremos Ángela.

jueves, 5 de septiembre de 2013

LO QUE DA DE SI UN MES.

Toca volver a la rutina, a la vida diaria, a la vida real. Toca asentar la cabeza, parar y acomodar todo lo que durante unas semanas he tenido relegado a un segundo plano mientras no paraba, mientras iba de un lugar a otro, mientras mantenía mi cabeza, mi espíritu y mi alma entretenido y aunque no he descansado nada, pero nada de nada, ha valido la pena porque aún me cuesta pensar y no quiero, no quiero pensar, no quiero.
Es septiembre, y aunque sé que en mi vida tengo cosas maravillosas y por las que merece la pena vivir, luchar y disfrutar, cosa que intento hacer cada día, a veces aún sigue apareciendo en mi mente la frase: "la vida es una mierda" y acto seguido me pongo a llorar sin consuelo y mi corazón se desboca y mi garganta se seca porque quisiera poder gritar, gritar y gritar: QUIERO A MI HIJA, QUIERO A MI HIJA, QUIERO A MI HIJA, POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ. ÁNGELA, ÁNGELA, ÁNGELA, ÁNGELA, ÁNGELA.
 
Ahora cuesta, cuesta volver a la rutina, a los hábitos de una pareja que se quiere, que se necesita, que se ayuda y que vive el uno por el otro, sin ella. Pero con ELLA. Es una rutina en la que después de un verano lleno de gente, de jaleo, de no parar, en momentos malos y en momentos buenos, pero manteniendo en todo momento el tiempo ocupado, ahora cuesta parar, dejar que la centrifugadora que hemos llevado estas semanas pare y nos deje asentarnos, mirarnos y volver al día a día. A nuestro día a día.
 
Ha sido un verano intenso, lleno de todo un poco, donde hemos tenido que lidiar con la enfermedad, con la angustia y con el miedo de ver como la vida hace mella en alguien que quieres y como a pesar de todo esa persona lucha y trata de seguir, pero que por mucho que quiera ya nada será igual, porque la vida, los años, no tienen tregua con nadie, y lógicamente los seres queridos que están a su alrededor, sufren de ver como alguien a quién hasta hace muy poco veías fuerte, firme, con energía, ahora se sume en intentar vivir su día a día con la mejor calidad posible poniendo a su disposición todo lo necesario para lograr el mayor estado de bienestar, para que ella recupere la sonrisa y a la misma vez los que están a su alrededor puedan sentir menos presión emocional sabiendo que ella a pesar de no volver a ser la misma, se sienta aceptablemente mejor-bien.
Mi suegra no volverá a ser la misma, pero ella está haciendo lo que puede y tanto su marido como tres de sus hijos y las/o respectivos, estamos intentando mejorarle la vida, aunque el sufrimiento, a nosotros se ve que nos viene de serie.
Ahora ya parece que la cosa está más estabilizada, con pronostico de mejorar todavía más, pero los primeros días de agosto, fueron un poco angustiosos, agobiantes, para Juan Carlos porque es su madre y para mi, porque por un lado me traía tantos recuerdos de cuando mi madre estuvo tan malica, por otro por ella y por otro por ver a Juan Carlos pasar por la situación de ver a su madre así.
 
Uf, luego cambiamos de aire, aunque también fue un nuevo paso para nosotros. Nos fuimos unos días a la playa, a mi casa, en la que no había vuelto a pasar una noche después del último verano en el que mi pequeña estaba en mi barriga, y en el que su padre y yo hicimos tantos planes para el verano siguiente. Y lo hicimos no por nosotros, sino por nuestra amiga-vecina y sus hijos, sobre todo por mi ahijadito, porque tanto a ella como a su hijo les encanta el agua, el mar, la piscina, disfrutar de los juegos en el agua, la arena. Y valió la pena. Sólo por verles la cara, la alegría en sus ojos, las risas, las miradas al infinito queriendo guardar en la retina tanto bonito.
Playa por la mañana, playa por la tarde, feria por la noche.
 
Y ya el remate. Un viajecito la última semana de agosto, también con nuestros amigos-vecinos, mi ahijadito y su hermanita. Una experiencia. Un sin parar. No descansar, casi no dormir y comer y beber un montón. Entre medias porrazo de mi suegra, sin consecuencias pero susto, disgusto e incertidumbre por no estar cerca y no saber más allá, pero al final todo bien.
Cansados, agobiados por muchas cosas, a la par que habiendo disfrutado de muchas cosas y de muchos momentos buenos, divertidos, alegres. Ahora, ya es tiempo de la realidad. Sin adornos, sin medias tintas. Es septiembre, y de nuevo la vida sin arcoiris, sin confeti. Arañando cada recuerdo, cada risa en la memoria, cada instante en el que has visto a los que quieres disfrutar y hacerte por un instante olvidar el dolor, la ausencia, los miedos, o las nuevas situaciones. Poco a poco.
 
Mi estrella gordita. Mi ángel. Mi cara gordita. Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero.................... Te queremos.