martes, 29 de noviembre de 2011

UNA NUEVA ESPERANZA

LA ILUSIÓN Y LA LUCHA
A pesar de los reveses de los últimos intentos, a pesar de saber lo duro que es el proceso psicológicamente, y más en nuestro caso por lo que habíamos pasado, a pesar de la lucha interna que llevábamos por querer seguir luchando pero a la misma vez tener miedo de no saber si podríamos volver a sentir de forma tan intensa y con tanto anhelo la llegada de una nueva personita, de un nuevo hijo, de un hermanito/a para Ángela, y queriendo que todo hubiera sido un mal sueño pero en el fondo sabiendo que ella ya no podría ser, a pesar de todo, queríamos volver a intentarlo, queríamos volver a ilusionarnos, queríamos y lo necesitábamos. Por nosotros, por ella misma, por toda la gente que nos quiere y nos ha estado apoyando y ayudando.
Por todo y todos iniciamos un nuevo proceso de fecundación IN VITRO, está vez intentando estar lo más positiva posible, lo más realista que podía, intentando tener los mismos pensamientos que cuando iniciamos el primer tratamiento, es decir, si me quedaba embarazada muy bien, y sino, pues no pasaba nada, nos teníamos el uno al otro y además ya habíamos sido padres, aunque no pudiéramos disfrutar de ella.
Estaba ilusionada, con cada pinchazo, con cada revisión, con cada ecografía, con cada análisis. Contaba los días pero sin obsesionarme, realmente me sentía con ilusión. Juan Carlos también esta vez estaba más relajado y con una actitud más positiva. Y así, entre pinchazos y revisiones llegamos al día de la punción (la extracción de los óvulos). Y unos días más tarde de nuevo con la incertidumbre de saber si habría sobrevivido alguno embrión, nos dijeron que había 3. Dos me los iban a poner y uno lo congelarían.
Y así lo hicieron. El 10 de diciembre mis dos chiquitines fueron alojados en mí y ahora sólo quedaba esperar si decidían quedarse con nosotros. Habría que esperar hasta el 21 de diciembre. Buen día, porque era un día antes del sorteo de navidad y yo pensaba que si estaba embarazada de nuevo, ese sería nuestro mejor gordo de navidad. Y pasaron los días y llegó el día de la analítica. Llamaron temprano y volví a tener esperanza, volví a ilusionarme y volví a llorar, pero esta vez de felicidad. Estaba de nuevo embarazada.
(Por no hacer muy largo el relato de hoy, sólo deciros que a fecha de hoy no estoy embarazada).
Mi lucerito, ahora todavía estás más acompañadita. Mi precioso tesoro. ¡Cuánto te queremos!.


ASIMILAR LA NOTICIA
Después de la llamada de la IVI, me quedé unos instantes llorando y asimilando que estaba de nuevo embarazada. Enseguida llamé a Juan Carlos y me dijo que por la hora que era (11:15 h), ya sabía que había dado positivo. Es porque no habían tardado en llamar. Estaba contento pero como yo, todavía intentando asimilar. Luego llamé a mi amiga-vecina porque sabía que estaba esperando y al decírselo noté su alegría y emoción en su tono de voz. Llamé también a mi psicóloga que también se alegró mucho y que sabía mejor que nadie como iban a estar mis sentimientos en los próximos días, por eso después de hablar con ella un ratito, quedó en llamarme unos días después para ver como iba.
Sentada en el sofá, pensando y disfrutando el momento, con una sensación de alegría y miedo no sabía si llamar y compartir la noticia tan pronto. Pero pensé que sí. Que no se lo diríamos a todo el mundo pero por lo menos a los más cercanos merecía la pena que compartieran esa alegría con nosotros. Le dije a Juan Carlos que se lo dijera él a sus padres y a uno de sus hermanos que sabía que habíamos hecho el proceso. Luego yo se lo dije a mi padre y quedé en que se lo diría a mis hermanos pasados unos días. Él se alegró, sin embargo en su tono de voz reflejó el miedo o tristeza que tenía por mí, por pensar en que pudiera volver a tener un nuevo golpe y volvió a decirme que siempre, siempre pensara que tenía a Juan Carlos. Que nos teníamos el uno al otro.
Al rato de hablar con él, casualidades de la vida, me sonó el móvil. Y vi que quien me llamaba era una de las dos mejores amigas de mi madre que me llama de vez en cuando para saber como estamos. No pensaba decírselo, pero me pareció tanta coincidencia su llamada y pensando en que no podía decírselo a mi madre, que no pude aguantar y se lo dije. Su reacción fue de pura alegría y me dijo que las cosas no podían cambiarse pero que debía pensar en positivo e intentar estar contenta en la manera en que me fuera posible. Bueno, me alegró decírselo y quedamos en hablar unos días más adelante.
A media mañana pasó mi amiga-vecina con mi ahijado para darme un beso. Con alegría pero con prudencia. Contenta pero sabiendo que todavía quedaban muchos pasos. Me alegré de que viniera y pude reírme un montón al ver entrar a mi ahijado. Como era navidad, venía de la guardería disfrazado de Papa Noel. Casi me muero de la risa al verlo y el pobre sin saber a que venía tanta gracia.
Luego ya por fin, llegó Juan Carlos. Nos miramos y nos sonreímos. Era una mezcla de sentimientos, pero estábamos contentos, queríamos estar positivos.
Hija mía, mi muñequita, ahora si cabe, estás todavía más presente. Eres puro amor y te queremos con toda el alma.


DE NUEVO, EL MILAGRO DE LA VIDA
Esos primeros días después de saber que estaba de nuevo embarazada, quería volver a disfrutarlos, quería volver a sentirme feliz, quería estar lo más positiva posible para transmitirle todos mis mejores sentimientos, igual que cuando me quedé embarazada de Ángela. Trataba de estar tranquila, relajada. Trataba de no llorar por la tristeza de no tener a Ángela y pidiéndole que cuidara de ese nuevo ser/es. De sus hermanitos. De momento hablaba en plural porque hasta que no me hicieran la ecografía no sabía si era uno o dos y no quería excluir a ninguno.
Mi niñita. ¡Cuanto me acordaba de ella en esos momentos!, pero quería y debía sentirme feliz, mis dos chiquitines merecían que yo me sintiera así y por ellos iba a seguir llevando cuidado, a seguir estando en reposo, sin esfuerzos, sin nervios. Realmente esta vez me encontraba psicológicamente mejor que en los dos procesos anteriores.
Aún no me lo podía creer. De nuevo embarazada. Con el miedo que había pasado. Y ahora comenzaba todo de nuevo. El milagro de la vida.
El día del sorteo no nos tocó nada, pero es que no quería que me tocara. El día anterior ya nos había tocado de nuevo el gordo y ya era bastante. Era todo lo que queríamos para esas navidades. Y llegó Noche Buena. Mi padre estaba de viaje con uno de mis hermanos, el otro iba a cenar a casa de su novia. En casa de mis suegros había otros planes y Juan Carlos y yo íbamos a cenar solos. Mi amiga-vecina me dijo que nos fuéramos a cenar a su casa, que iban a estar en familia y que estaríamos a gusto. Yo lo sabía, porque nada más que estando ella, sé que me hubiera encontrado en familia, pero preferimos quedarnos.
Por un lado porque quería seguir estando en semi-reposo y por otro porque en esos momentos ¡eché tanto de menos a mi madre!, ¡me acordé tanto de su alegría en esos días de navidad, lo que disfrutaba viendo el gentío por las calles, lo contenta que se ponía preparando las comidas sólo por el echo de vernos reunidos! Y me entristeció ver que esa noche todo el mundo se reunía en familia y que yo unos años antes también lo había tenido y no lo había valorado, no lo había disfrutado, no me había dado cuenta de todo el sacrificio que hacía mi madre y de cuantos buenos momentos habíamos pasado sin ni siquiera apreciarlos. Eran cosas que se repetían año tras año, y estaban ahí, las dabas por hecho, como algo normal que ha de ocurrir en esos días y sin embargo ahora mirando atrás, pude ver ¡cuanto me había perdido! Y me acordé de lo que nos dijo del cumpleaños del niñito Jesús y le volví a cantar al niñito su cumpleaños feliz, y pensé que mis dos reinas estarían disfrutando en primera fila en la fiesta del cielo.
Esa noche, aunque ya nunca nada será igual, volvió a ser especial y volví a mirar el futuro con ilusión, ¡Estaba de nuevo embarazada!.
Ángela, estrellita azul, te busco cada noche en el cielo para mandarte el beso más grande que sale de mi corazón. Te queremos.

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