martes, 22 de noviembre de 2011

LA AYUDA DE LOS AMIGOS

MOMENTOS

Nuestros amigos-vecinos, seguían haciéndonos compartir, seguían pendientes, queriendo de alguna forma aliviar nuestro dolor, manteniéndonos distraídos, estando con nosotros, ofreciéndonos el cariño de su hijo. Y eran tantos los momentos que empezamos a pasar juntos, que el pequeño cuando nos veía se volvía loco. Si hubiera podido se hubiera tirado de la maquita. En cuanto nos veía se ponía a patalear y a mover los bracitos para que Juan Carlos lo cogiera. El ya sabía que en cuanto lo veía Juan Carlos lo sacaba y lo cogía. La cara se le iluminaba. Bueno, a los dos. Era una alegría mutua.

Esos momentos nos hacían evadirnos por segundos del horrible dolor que llevábamos y nos hacían esbozar una sonrisa de vez en cuando. Y nos ayudaban a sacar sentimientos, de amor, de cariño, de protección. Pero también los de rabia, impotencia, odio. Cuantos llantos incontrolados, de los que te salen de las entrañas por ese dolor de pura impotencia.

Sé que hubo alguna vez en las que ella me oyó llorar, porque aunque no decía nada, su cara al verme lo reflejaba todo. Y yo intentaba en esos momentos poner mi mejor cara para intentar que ella no sufriera. Era tanto lo que se preocupaba por mí, que le dijo a Juan Carlos que quizás me estaba haciendo mal al dejarme a su hijo, al intentar compartir ciertos momentos con nosotros. El me lo dijo, y en cuanto la vi le dije, que ni por un momento pensara eso, que me había hecho más bien del que ella se imaginaba, porque al morir mi hija no quise ni volver a plantearme el volver a ser madre, Ángela nos había colmado tanto que nuestro deseo de ser padres se cumplió con ella, pero esos ratos que pasábamos con el pequeño hacía que en algunos momentos nos lo volviéramos a plantear. No sé, quizás con el tiempo. Aún no podíamos pensar, no queríamos pensar.

El resto de amigos, llamaban, preguntaban, se preocupaban. Estaban. Sabíamos que estaban.

¡Ángela eres nuestro mayor logro, eres nuestro pequeño gran tesoro, eres nuestra hija, eres el mejor regalo del mundo! ¡Ángela nos has colmado de tanto amor!.



GENTE BUENA

Vinieron a casa a comer mi cuñada (la mujer del hermano de Juan Carlos que falleció) y su hermana con el marido y su hija. También vinieron mis amigos vecinos con su pequeño. La hermana de mi cuñada le había dicho a su hija (tiene 4 años), que iba a haber un bebé pero que no era el mío. Se lo dijeron porque la pequeña me había visto embarazada en varias ocasiones y le decíamos que llevaba una bebé en mi barriga, así que le advirtieron a la niña para que no me preguntara. Pero como niña que es, con esa inocencia que los caracteriza en un momento en el que vio que su madre no estaba pendiente me dijo:- "ese no es tu bebé, ¿dónde está tu bebé?"-, su madre la oyó y le riñó. Pero, ¿cómo explicarle a una criatura tan pequeña?, ¿qué decirle?, así que le dije a su madre que no la riñera que la pobre no sabía y que no había maldad en su pregunta y lo único que pude decirle era que no había bebé, ¿que podía decirle?, que estaba en mi corazón, que estaba y estaría para siempre en mi alma, en mis entrañas. No lo iba a entender así que era mejor así. Me metí en el cuarto de baño y lloré, me desahogué, en silencio, sin hacer ruido, sin que me vieran. No quería que me notaran nada, la pequeña no había tenido la culpa. El dolor siempre está, pero intentas estar distraída, intentas que esos momentos que pasas con gente te sirvan de terapia y que a la gente que está contigo les reconforte una sonrisa que puedas echarles.

Y pasó el día, y se fueron y a pesar de la pregunta de la pequeña, pasamos un buen día y estuvimos a gusto. Había cariño, había comprensión, había amistad, había gente buena, muy buena.

Y nos volvimos a quedar solos. Juan Carlos y yo. Yo y Juan Carlos. Con la sensación de sentirnos queridos, de contar con gente que nos quiere.

Cada noche, le pido a mi madre que cuide de mi hija, que le dé muchos besos y le haga muchos mimicos, que la disfrute y que le diga que la queremos con toda el alma, y a mi cuñado Miguel, le pido que la haga reír mucho y que la hagan muy feliz. Los tres forman un buen equipo.

Te quiero tanto Ángela. Sólo quiero que estés bien, que seas feliz, mi pequeña. Mi panecillico.

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