martes, 22 de noviembre de 2011

MÁS QUE UNA NEGLIGENCIA.

INICIAR DENUNCIA
Al día siguiente de la tragedia, Juan Carlos fue a los juzgados a presentar una denuncia. Después se puso en contacto con la Asociación de Victimas de Negligencias Sanitarias de Murcia y a través de ellos contactamos con los abogados que nos llevan el caso y que por desgracia están especializados en negligencias sanitarias. Ellos presentaron una querella criminal, junto con la documentación que solicitaron de la Arrixaca.

Juan Carlos tuvo que luchar esos días, no sólo con el dolor, sino con la amargura y el mal trago de contarlo a la gente que aún no lo sabía, como a los vecinos. Todo para ahorrarme a mí el sufrimiento de tener que dar explicaciones cuando me vieran. Mientras, yo me iba recuperando de la cesárea, que era la única herida que podía curarse. Cada día venía un ginecólogo distinto. Un día vino el mismo que el del día anterior, y tuvo el valor de preguntarme: - "hoy ¿te encuentras ya mejor?"- . ¿Tan acostumbrados están y son tan insensibles  que no pueden entender que la personita que murió por no hacer nada era mi hija?. Un bebé indefenso al que  su padre y yo les confiamos su vida. ¿Cómo puede preguntar si me encontraba mejor?. Este dolor que te desgarra y te ahoga, ya es para toda la vida.

Hubo un médico residente, joven, al que le agradecí su trato, y le dije: - "¿puedo pedirle un favor?"- él se quedó mirándome extrañado, y yo le seguí diciendo:- "me gustaría pedirle que no cambiara, que siguiera siendo como es. Quizás si esa noche yo me hubiera encontrado con alguien como usted ahora no estaría así"-. Por la cara que puso y el gesto que me hizo, entendí que agradecía mis palabras y yo espero que no las olvide nunca, porque un gesto, una palabra, un trato humano, el escuchar. Simplemente eso, porque si alguien me hubiera escuchado, si alguien me hubiera hecho caso.........

Por un lado tenía ganas de irme, de salir de allí, pero por otro me daba pánico y no podía soportar la idea de salir de allí sin mi hija. No quería ni pensar en el momento de llegar a mi casa.

¡Dios mío, que vacío tan grande!, que dolor, que rabia, que impotencia. Ángela mi vida, mi pequeño tesorico.

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