viernes, 9 de diciembre de 2011

EL SENTIDO DE LAS COSAS

CON LA MEJOR INTENCION

Hay que ver lo que unas palabras mal interpretadas pueden ocasionar, y es que después de más de un año y medio estando pendientes de nosotros hasta casi cambiar su forma de vida, decidimos hablar con nuestros amigos-vecinos porque creímos que había llegado el momento de volver a dejarles su espacio, su rutina. Su vida.

Así lo hicimos. Les agradecimos con el corazón y el alma como se habían portado con nosotros, lo pendientes, atentos y cariñosos que habían estado con nosotros. Les agradecimos su dedicación, su tiempo, sus palabras, su comportamiento, sus sentimientos. Les agradecimos el estar ahí constantemente, sin horas, sin días. Les agradecimos el habernos ayudado a seguir viviendo.

Y después de todo esto, les dijimos que queríamos que retomaran su vida y que aunque íbamos a seguir estando al lado, queríamos que ellos volvieran a tener su intimidad, queríamos que pudieran disfrutar de su hijo sin pensar en nuestra tristeza. Queríamos que supieran que por supuesto y por encima de todo, íbamos a seguir siendo amigos y viéndonos y disfrutando de muchos momentos, pero sin la necesidad de invadir su espacio. Y queríamos que supieran que lo único que nosotros pretendíamos y pretendemos es que sean felices y se permitieran momentos de familia con total libertad de gestos, palabras, risas........

Después de esta conversación, nos fuimos con la sensación de no habernos explicado suficientemente bien. Y al cabo de unos meses comprobamos que así había sido, porque yo llevaba bastante tiempo viéndola a ella, muy rara, triste, lejana. Y después de mucho meditar y pensar en que podría pasarle, pensamos que a lo mejor sin saberlo se había molestado por algo que nosotros hubiéramos hecho o dicho y decidí hablar con ella.

Y comprobé, que aquella conversación que con nuestra mejor intención mantuvimos, fue interpretada de forma equivocada. Nosotros queríamos devolverles su vida y ellos entendieron que les agradecíamos lo que habían hecho pero que éramos nosotros los que queríamos retomar nuestra vida. ¡Cuanto pude llorar, intentando explicarle que era todo lo contrario!, y encima pensando en lo que habrían sufrido creyendo que les dábamos de lado.

Todo quedó aclarado, bajo los ojos asombrados del pequeño cansinico con tanto lloro, abrazos, besos y alegría después de solucionar la equivocación.

Ángela gracias a ti pude conocer el verdadero valor de la amistad y la generosidad. Te queremos.



BUSCANDO EL EQUILIBRIO

Una vez resuelta la equivocación, volví a sentirme tranquila sabiendo que todo volvía a estar bien entre nosotros. Esos días siguientes no parábamos de mandarnos mensajes porque se notaba que nos sentíamos contentos después de esos días de tristeza y nostalgia que había generado la confusión.

Durante ese espacio de tiempo eché mucho de menos nuestra relación, nuestra confianza, sus preocupaciones por nosotros, en particular de ella por mi, eché de menos ese cariño especial que hay cuando estamos juntos, eché de menos nuestras conversaciones, nuestras risas, eché de menos todos esos ratos que pasábamos juntos y que los hicieron tan importantes para nosotros y eché de menos su sonrisa que me decía que estaba bien. Por suerte todo se arregló.

Y es que soy de esas personas que les gusta que todo a su alrededor esté bien, que las personas a las que quieres estén bien, entre ellas, contigo,..... que todo tenga un equilibrio, y eso me hace calentarme mucho la cabeza y querer darle solución a todo para que las personas que me importan se sientan bien. Sé que a veces es imposible contentar a todo el mundo y que todo a tu alrededor funcioné como un reloj, pero al menos intento que todo lo que dependa o pueda depender de mí esté bien, por eso muchas veces sufro por cuestiones que no puedo solucionar porque no sé que tipo de problema hay, o porque no sé que tipo de solución darle a ese problema.

Sería más fácil quitármelo de la cabeza y dejar pasar el asunto, pero me cuesta, sobre todo con personas que significan mucho para mí y que me duele cuando las veo mal. Soy de las personas a las que les cuesta mucho decir que no, porque se sienten culpables pensando que mi respuesta puede ser una decepción a su petición. Por eso esos días en los que estuve viendo la tristeza en los ojos de mis amigos, sobre todo de mi amiga-vecina, me llegaron muy hondo, y me hicieron perseverar hasta volver a ver su sonrisa.

Hola hija. Mi amor chiquitín. Te sigo echando de menos, te sigo viendo en mis recuerdos, te sigo soñando y llevando en mi corazón. Te queremos.



EL PODER DE VER

En estos días en los que he estado recordando y escribiendo sobre el malentendido con nuestros amigos-vecinos y lo que supuso para nosotros y para ellos esas semanas de distanciamiento sin pretenderlo, me acordé de esta historia que había leído, porque realmente es cierto que muchas veces queremos encontrar el camino, la luz, el/la guía, en esto o en lo otro. Queremos señales que nos indiquen que hay algo, alguien que nos lleva de la mano, que nos va a rescatar del dolor, las tristezas, los miedos..... Y esas señales llegan de formas muy diversas a nuestra vida, sólo se trata de verlas en cada una de las pequeñas cosas que todos los días tenemos en nuestra vida. No es necesario un gran resplandor, un gran acontecimiento, sólo un gesto, una mirada, un beso, una caricia, una palabra, una sonrisa, una mano que coja la tuya para sentirte, una estrella, para saber que ese algo o alguien te ayuda con estas pequeñas gotas de vida para ir viviendo.

Bizcochos y Gaseosas

Había una vez un chiquillo que quiso conocer a Dios. Sabía que era un largo viaje hasta donde Dios vivía, así que se hizo la maleta con bizcochos y varias latas de bebida gaseosa y empezó su viaje.


Después de haber andado tres manzanas, vio a una anciana que estaba sentada en un banco de un parque viendo las palomas. El chiquillo se sentó al lado de ella y abrió su maleta. Estaba a punto de beber su bebida cuando se dio cuenta que la mujer parecía hambrienta, así que lo ofreció una magdalena. Ella lo aceptó muy agradecida y le sonrió.


Su sonrisa era tan maravillosa que él la quiso ver otra vez, así que le ofreció un poco de bebida también. Otra vez ella sonrió. El chiquillo estaba encantado.


Estuvieron toda la tarde allí, comiendo y sonriendo, sin decir una palabra.


Cuando empezó a anochecer, el chiquillo se dio cuenta de lo cansado que estaba y quiso ir a casa. Se levanto para irse, después de haber andado unos pocos pasos se volvió y corrió hacia la anciana, dándole un gran abrazo. Ella le dio su mejor sonrisa.


Cuando el chiquillo llegó a casa, su madre se sorprendió de la alegría en su cara. Le preguntó; -¿Porqué estas tan contento hoy?- Él respondió; - He almorzado con Dios.- Antes de que su madre pudiera decir nada añadió; - ¿Sabes qué? ¡Tiene la sonrisa más bonita del mundo!

Mientras tanto, la anciana también volvió a su casa radiante de alegría. La mirada de paz dejo anonadado a su hijo. Él preguntó; - Madre, ¿Qué te ha hecho tan feliz, hoy?- Ella respondió- He comido bizcochos en el parque con Dios. Antes de que su hijo pudiera responder, añadió; -¿Sabes? Es mucho más joven de lo que esperaba.-

Muchísimas veces desestimamos el poder de una caricia, de una sonrisa, una palabra amable, alguien que te escuche, un complemento o el más pequeño acto de cariño; todos con el potencial de cambiar una vida.


Mi pequeño gran tesoro, muchas veces me toco la barriga queriendo volver a sentirte, aunque ahora he de tocar un poquito más arriba, porque estás en mi corazón. Te queremos.


UNA FÓRMULA PARA CADA CORAZÓN

Aunque sintamos el mismo dolor ante el mismo acontecimiento, no todos lo expresamos de la misma manera, ni nos afectan las mismas cosas. Cada uno tiene su forma de vivirlo, ni mejor ni peor porque en definitiva lo que uno busca son fórmulas que te puedan ayudar, que te puedan aliviar, que te evadan, que te hagan sentir menos dolor y que te sirvan para poder seguir, para estar fuerte, equilibrado, sereno................, para no decaer, para poder levantarte cuando lo haces, para poder sonreír sin amargura en tu rostro.

A veces no nos damos cuenta y con nuestra mejor intención creemos que lo que ha nosotros nos ha servido o nos sirve para poder inundar tu alma de una momentánea, pero intensa alegría, puede ayudar a otra persona con tu mismo dolor, y sin embargo el efecto no es igual y sin querer herimos a esa persona porque agudizamos su angustia y su tristeza.

Hay momentos en los que uno puede enfrentarse y debe enfrentarse a sus miedos para ir superando barreras, pero sin lugar a dudas hay otros momentos, en los que es mejor dejar pasar el tiempo para poder sentirse uno más fuerte. Unas veces nos ayuda el tenerlo presente en nuestra cabeza para ir afrontándolo y pensar como creemos que nos va a afectar, como vamos a reaccionar, y otras es mejor quitárselo de la cabeza momentáneamente para poder adquirir la fortaleza mental necesaria para cuando creamos que ya estamos preparados para asumir ese momento, esa circunstancia, ese encuentro.

Cada uno debe tener su ritmo, sin prisa. Tardes el tiempo que tardes. Creo que es mejor ir afrontándolos conforme uno vaya estando preparado para luego no volver atrás. Es mejor ir paso a paso y saber que un día vamos a dar dos pasos y quizás al siguiente retrocedamos uno, pero aún llevamos avanzado uno que nos va ha hacer seguir hacía delante. Debemos respetar las fórmulas que cada uno elija para poder ir dando pasos positivos, aunque no debemos cerrar la puerta a consejos que puedan ayudarnos.

Tengo el alma rota, y sé que ya siempre será así, sin embargo Ángela, sigo buscando fórmulas para poder resistir, porque sé que un día ya no nos separaremos. Te queremos.



DEJAR SALIR LAS EMOCIONES

A colación de lo que refería sobre como las personas expresamos de distintos modos determinados sentimientos, aunque el dolor ante cierta circunstancia sea la misma diré que desde hace algún tiempo, Juan Carlos está experimentando un cambio en su forma de poder afrontar algunas cosas, que supongo vendrán originados entre otras cosas, por no haber sacado sus sentimientos, intentando hacerse el fuerte, el que debía sostenerme, el que siempre podía con todo. Y no es así.

Supongo que las mujeres, o la mayoría, tenemos más facilidad para poder exteriorizar nuestras emociones. En mi caso así ha sido y me ha ayudado el poder hablar con mis amigos, con mi amiga-psicóloga, el poder llorar sin importar el momento y el lugar, el poder escribir, el poder contar con él para tener paciencia conmigo por alguna situación complicada para mí y el saber que en este caso éramos nosotros los que debíamos ir marcando el ritmo.

Sin embargo, a pesar de saber que él siente el mismo intenso dolor que el mío, lo sé, me consta porque sé la locura que tenía con su hija y que al igual que yo pasé por unos terribles momentos que quedarán para mí, él tuvo que afrontar otros que también quedarán para él, mi forma de seguir adelante se ha basado principalmente en llenarme el corazón con todas y cada una de las cosas, pequeñas cosas que cada día se nos aporta a nuestra vida, y aunque en la mayoría de estas cosas él coincide conmigo, lógicamente hay otras en las que a él le afectan de una manera y a mi de otra. En especial hay una que a mi me llena el alma, me da como digo yo, un subidón y sin embargo a él de un poco tiempo a esta parte, tiene sentimientos encontrados. Por un lado le aporta alegría, cariño, amor, ternura, incluso devoción, pero por otro le hacen pensar en todo aquello que el tenía planeado con su hija, en todo aquello que tanto había anhelado, en todo aquello que el había soñado.

Le hace recordar que no es un sueño, que es la realidad la que está viviendo y que todo aquello que el quiso darle a su hija, todo aquello que quiso poder vivir con su hija, desde un paseo a un esperado "¡papa!" cuando lo viera llegar, ya no puede ser, y su corazón se debate entre la alegría y la tristeza sin poder evitarlo.

Nunca podremos cerrar esa puerta que nos deje seguir nuestro camino sin partirnos el alma. Volveremos a vivir, y vivimos porque a pesar de esa puerta, nos dejaste los mejores recuerdos llenos de amor. Te queremos.

TOCA CELEBRACIÓN

Ya dos añitos. ¡Cómo pasa el tiempo! El pequeño ahijadito iba a celebrar su segundo aniversario de vida. Una vida que nos ha llenado a muchos de alegría, felicidad, esperanza, y deseos de seguir creyendo. Este año, la tristeza por lo que tenía que haber sido una alegría doble, dejó paso a un sentimiento encontrado. El pequeño está claro que aún no se entera de lo que pasa a su alrededor, o eso nos creemos, pero toda esa alegría que nos aporta, tanto el como sus padres, tenían que tener por nuestra parte una esfuerzo añadido y a pesar de traernos a nuestra memoria recuerdos o sueños no realizados, este año sí habría celebración de cumpleaños y sí iríamos a compartir su tarta.

Juan Carlos pasó unos días un poco más agobiado de lo normal pensando en ese encuentro que a momentos se le hacía un poco duro, y sin embargo a la hora de ir a comprar los regalos del pequeño todo se le hacía poco, porque sólo imaginaba la cara de felicidad del pequeño al abrir los paquetes.

La fiesta se la celebraron en casa de los padres de nuestra amiga-vecina y la verdad, nos sentimos a gusto, en familia, y en un ambiente desenfadado, alegre, con mayores, pequeños, amigos. Ellos como siempre pendientes de que no nos faltara de nada y nuestro pequeño ahijadito, como en tantas otras ocasiones, con un sexto sentido hacía nosotros, regalándonos sus mejores sonrisas, sus mejores atenciones, su alegría, su demostrar que se sentía feliz porque estuviéramos allí.

Pasamos un buen rato, comiendo, hablando y viendo como los más pequeños disfrutaban de ese ambiente desenfadado, sobre todo nuestro pequeño ahijadito, que ¡mira que le gusta estar bailando en cuanto oye música!, como si la cosa no fuera con él, pero a la misma vez sabiendo, de alguna forma que todo aquello era en su honor.

Y el momento de soplar las velas. Dejamos nuestra mente en blanco y sólo pensamos y disfrutamos aquel instante. Todos cantamos su cumpleaños feliz y sonreímos al ver su carita emocionada, así que mereció la pena ir, por él y por sus papas que se que se alegraron mucho de que fuéramos y compartiéramos ese momento con ellos sabiendo que en esos días todo, todo se agolpaba en nuestra mente.

Mi pequeñita princesa, el tiempo sigue pasando pero el recuerdo es igual de vivo. Te queremos.



AGARRARSE A LAS SEÑALES

Habíamos decidido que después del verano haríamos un nuevo intento, pero dejamos pasar septiembre para que no coincidiera la posible transferencia de embriones en octubre, así que en cuanto empecé con el periodo de ese mes fuimos a la clínica.

Allí de nuevo volvimos a sentir el cariño y el trato tan humano y cercano hacía nosotros, con sus sonrisas, sus palabras, su ansiedad por poder empezar el tratamiento con la ilusión y la esperanza de poder darnos de nuevo un motivo para llenar nuestro corazón de alegría y felicidad.

Esta vez me iban aplicar un protocolo largo así que al contrario que otras veces en las que he empezado tomando anticonceptivos, esta vez empezaría a pincharme una medicación distinta a mitad del ciclo, que continuaría una vez me viniera la siguiente regla y que iría simultaneando con otras medicaciones según la respuesta de mis ovarios.

Mi ginecóloga me dijo que debía empezar a pincharme el día 17 de octubre. Uff¡, un día después del aniversario de Ángela. Pero lo tomé como una señal, como si el día 16 se cerrara un ciclo y el 17 se iniciara de nuevo un proceso de ilusión. Quise verlo así. Ya he comentado en varias ocasiones que intento ir agarrándome a cualquier cosa que pueda valerme, bien sean personas, señales, cosas, momentos,........ lo que sea.

Así lo quise ver y así se lo dije unos días después a mi amiga-psicóloga a la que fuí a ver porque sabía que conforme se acercaba el segundo aniversario necesitaba poder desahogar toda la angustia que se iba acumulando durante esas semanas. Y lloré y me desahogué y volví a preguntarle como se podía superar algo así, ¿cómo? Y es que no se puede. Lo único que puedo hacer es lo que estoy haciendo, seguir viviendo, seguir intentando ilusionarme, seguir manteniendo la cabeza distraída, seguir saliendo, entrando, haciendo mil y una cosas por no pensar. Y como digo, seguir intentando agarrarte a cualquier cosa que te valga.

Esta vez me agarré a la coincidencia de viajar con Chayane por lo de su nuevo disco, "No hay imposibles", a la Virgen del Buen Suceso que descubrí en las fiestas de septiembre de Murcia en unos anuncios en los periódicos y en que empezaría el nuevo proceso a partir del día 17 de octubre.

Los días son muy largos y hay momentos para todo. Así que igual que me venían las tristezas propias de aquellas fechas, buscaba poder ir llenando huequitos con esas pequeñas señales que hicieran que llegado el momento mi cuerpo sintiera esas sensaciones de ilusión.

Dá igual lo que haga, porque mi corazón está lleno de ti. Te queremos.



EMOCIONES A TRAVÉS DE LAS PALABRAS

Esto de internet, para los que no se nos da bien expresar nuestros sentimientos cara a cara, es todo un invento, incluso los mensajes de móvil, aunque los escritos son más limitados, pero también ayudan para casos urgentes.

Y es que a mí en particular se me da mejor exteriorizar lo que siento a través del escrito, y por eso en estos meses ha sido como una terapia el poder hacerlo, el poder compartir, el poder dejar constancia de como van surgiendo las emociones en mi vida y de esta forma he aprendido también a conocer los sentimientos de otras personas, a valorar cada palabra de aliento e incluso poder ayudar con mi experiencia en el aprendizaje de como ir superando los distintos momentos de tristeza, angustia, dolor, miedo.

Hay personas a mi alrededor, que han llegado a conocerme un poquito mejor gracias a estos escritos, que no sólo surgen en cada nuevo post del blog, sino que gracias a los correos electrónicos, y a veces msm, he podido dejar constancia de palabras que nacen del corazón pero que me es muy difícil expresar verbalmente, e igualmente les pasa a ellos y muchas veces nos vemos y no nos decimos nada, aunque esa mañana o el día anterior hayamos abierto nuestro corazón por escrito. Y la verdad, es curioso. Muy curioso. Y aunque no siempre son necesarias las palabras, en ocasiones te sorprenden y emocionan.

Y así entre correo y correo, en uno de ellos recibo uno de mi cuñada mayor y especial, en el que entre otras cosas me dice que se siente feliz de que formemos parte de su vida y de que les aportamos alegría y paz. Que se sienten a gusto con nosotros y que esperan que el sentimiento sea mutuo. Y sí, el sentimiento es mutuo. Y como digo, en ocasiones hay palabras que te sorprenden y emocionan, porque me alegra y me reconforta que piensen así de nosotros, entre otras cosas porque a pesar de llevar el dolor dentro, procuramos hacerles más felices y fáciles la vida a los que tenemos alrededor y queremos.

Mi pequeño ángel, aunque me cueste se que me dás fuerzas para poder seguir sonriendo. Te queremos.



QUIERO PENSAR QUE ESTAS FELIZ

Como ya comenté en su fecha, llegó el 16 de octubre. Su segundo aniversario y de nuevo un día especialmente triste. Este año quisimos hacer la misa en el mismo sitio donde le habían hecho la misa de gracia y al hablar con el cura nos volvió a decir que al ser un bebé, un ser sin pecado no hacía falta hacerle mesa de difuntos y por tanto volvería a hacer una misa de gracia, recordándola, dando gracias por ella, pensando en que ahora ella estaría bien y esperando poder reconfortar nuestros corazones con ese convencimiento.

Por la mañana fuimos al cementerio a llevarle su regalito. Un ramito de flores, y aunque suene raro, me sintí entre comillas feliz porque después de dos años buscándolo, encontré un peluche de la abeja Maya y pudimos llevárselo para que la acompañara. Y como no. Mis amigas, de nuevo habían estado para llevarle un precioso centro de rosas blancas. Y mis amigos-vecinos también le llevaron más tarde un peluche con su nombre grabado, una velita y unas pequeñitas Hello Kitty. Que bonito quedaba el nicho con los ramitos y tantos muñequitos para acompañarla.

Y llegó la tarde y llegó la hora de ir a la iglesia. Daba igual quien fuera, porque lo importante era que estuviéramos su papa y su mama, pero de nuevo allí estaban nuestros amigos-vecinos, la madre de él, nuestros amigos de la misma calle con su hijo, mis suegros y mis cuñados mayores. La verdad es que tampoco se lo dijimos a nadie más, y me refiero a los que sé que les importamos de verdad, porque no queríamos poner en el compromiso a nadie sabiendo como sabemos las circunstancias que algunos tienen.

De nuevo todo fue cariño y comprensión en un día en el que hubiéramos tenido que celebrar. Es curioso porque por un lado se celebraría su cumpleaños, pero por otro su aniversario como angelito del cielo.

Aunque no teníamos ganas, se que ellos lo hacían por nosotros e hicimos el ánimo de irnos con mis cuñados para distraernos un rato y la verdad, nos vino bien y se lo agradecimos, como siempre por lo que más nos llena, el cariño y la comprensión.


Mi amor chiquitín, un año más y lo que nos mantiene con fuerza es pensar que allí arriba estás en un paraíso, rodeada de flores, nubes, alegría y felicidad. Te queremos.

(en esta dirección, hay una canción con una carta de un bebé dedicado a papa y mama, y se situla, perdí un bebe, un gran ángel. Yo te esperaba.) Es precioso, merece la pena verlo.


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