miércoles, 14 de diciembre de 2011

16 de OCTUBRE DE 2011

TRES AÑOS SIN TI.

Carta enviada al periódico La Verdad a la sección de Cartas al Director y publicada ayer día 16 de octubre, tercer aniversario.
ÁNGELA, ¡SIGUE DOLIÉNDONOS TANTO!.
Parece increíble como pasa el tiempo. Para bien o para mal la vida sigue y a pesar de detenerse nuestro mundo el 16 de octubre de 2008, hemos tenido que seguir viviendo, sin ti, con la añoranza de tu recuerdo, con el dolor de aquel maldito día en el que la vida dejó paso a la muerte y lo que iba a ser el día más feliz de nuestras vidas se quedó en el peor de todos nuestros días, porque no te ayudaron a nacer, porque nadie hizo nada.
Y sí, han pasado ya tres años, pero el dolor, la rabia, la impotencia siguen ahí y un puñal clavado en nuestro corazón cuando pensamos en lo fácil que pudo ser salvarte.
Sigo llorando y sigo queriéndole gritar a tu padre que por favor me traigan a mi hija, que quiero a mi hija. Pero un silencio nubla mi mente y todo lo que puedo pensar es ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?.
Ahora sólo me queda mirar al cielo y dejar escapar una pequeña sonrisa en los días en el que el cielo es cubierto con espesas nubes blancas y miro a tu padre y le digo: “Mira, hoy nuestra hija tiene un precioso jardín de nubes de algodón para jugar”, y entonces te imagino, saltando de nube en nube con tus pequeñas alitas adornando tu precioso cuerpecito gordito y de nuevo me doy cuenta que la vida sigue, pero tú no estás, y hemos de seguir esforzándonos cada día para aprender a convivir con este dolor que alguien nos dejó.
Ángela, ¡hija mía!, intentaré ganarme el cielo con todas mis fuerzas para no perderte nunca más. Te queremos, tu papa Juan Carlos y tu mamá Mª del Mar.

Ayer, las lágrimas salian solas. Era como si todo mi yo, supiera que día era. Es una sensación extraña, rara, que no puedo explicar. No hacía falta pensar, saber, el dolor salía solo, sin más, desde lo más profundo de mi ser hacía que mis entrañas se estremecieran y mi corazón se encogiera de dolor. Un año más sorteando el día como mejor pudimos y ya sobre las 11 de la noche mi alma dió un vuelco y Juan Carlos me preguntó:- “que te pasa”.- Yo le respondí: – es que ya  a esta hora nuestra hija estaba muerta.
Es como si durante todo el día estuviera en tensión por las horas vividas aquel día y ya a partir de esa hora me diera un bajonazo al ser consciente de que ahí terminó todo.
Ángela, te queremos, te queremos, te queremos, te queremos. Papá y mamá.

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