miércoles, 14 de diciembre de 2011

HACIENDOSE A LA IDEA

LA ULTIMA ESPERANZA

Aún nos quedaba un embrioncito congelado y la fecha elegida sería para junio. Una nueva ilusión una nueva esperanza y ya quizás la última y como durante unos días no podría ver a mi pequeño ahijadito fui a casa de mi amiga-vecina para verla, saber como estaban y también para decirle que me iba a hacer de nuevo una transferencia con el embrioncito que nos quedaba al dia siguiente.

Siempre se había mostrado ilusionada, esperanzada por mi, interesada, pero esta vez de nuevo la noté distante, sin interés, como que le daba igual. Bueno, traté de no darle importancia pensando que quizás con el cansancio de las últimas semanas de embarazo, el parto, la nueva situación con los dos pequeños en casa, el agobio, la adaptación, pues que era normal que no mostrara el interés que en otras ocasiones había mostrado y con esa idea y ese convencimiento me sometí de nuevo a la transferencia.

Una vez más todo el equipo volcado, con la ilusión puesta en sus caras, la amabilidad, el trato, las palabras de aliento, la esperanza puesta en sus manos profesionales para que esta vez por fin de nuevo pudiera ser.
Y ya en mi casa, pasaron los días, las tardes, las noches, y una vez más probando cosas nuevas que pudieran ayudar, ya dije que me había sometido al biomagnetismo, y estuve tomando un tratamiento homeopático, también quise estar menos tensa y sentirme más natural y aunque con cuidado, empecé a hacer más cositas en mi casa y la verdad que tuve muchas muchas sensaciones, creía estar embarazada, notaba muchas pequeñas cosas. Pero en realidad es tontería toda esta obsesión, porque vuelvo a decir que con Ángela no noté nada de nada y ahí estaba.

En fín que pasaron los días y yo pendiente de cada cosita, ilusionada y esperanzada y a la vez triste porque mi amiga-vecina no me llamó ni me puso un mensaje ni un sólo día, aún así seguía sin querer darle importancia.
Y llegó de nuevo el día de la beta y un nuevo negativo, y una nueva sensación de rabia e impotencia. Estoy cansada. Muy cansada.

Supongo Ángela, mi pequeño ángel, que esta sensación me acompañará siempre, por muchos momentos buenos, siempre me faltarás. Te queremos.


LA POSIBILIDAD DE UN FIN.

Son ya muchos tratamientos, muchas pruebas, mucho tiempo, mucha ilusión, esperanzas, y vueltas y más vueltas a la cabeza. Estoy cansada, muy cansada. Y ahora realmente me planteo si ya por fin me he de dar por vencida.
No hay vuelta atrás. No hay más milagros. No. Creo que es hora de dicir basta y de poner orden en mi vida, en mis sentimientos, en mi corazón. Es hora de ser realista y de conformarme, asimilarlo, “aceptarlo”.
Todos los días me acuerdo de ella. De Ángela, pero es después de cada fracaso en un nuevo tratamiento donde vuelve a salir el dolor con más fuerza y hasta que pasan unos días y mi mundo vuelve a mi, la tristeza, la rabia, la impotencia, las pesadillas, aquel día……., me golpean con tanto realismo que me cuesta hasta respirar. Y estoy cansada. Muy cansada.
Me repito una y otra vez que he de vivir y puedo vivir sin tener otro hijo, y posiblemente sea así, o quizás no.
Ya no sé nada. Lo único cierto es que sé que esta sensación, este sentimiento, tuviera o no tuviera otro hijo lo seguiría teniendo porque a pesar del tiempo pasado, aún hay muchos días donde me gustaría poder chillarle a Juan Carlos: -”Por favor, traéme a mi hija, quiero a mi hija, tráela, tráela….”-.
Y vuelvo a ser consciente de que no puede ser y me trago mi dolor y mi desesperación y sigo adelante. Una vez más sigo adelante para que no sufra él, para que no sufra la gente que hay a mi alrededor, para que no me vean más llorar y piensen que poco a poco lo voy superando. Y quizás poniendo mi mejor sonrisa consiga disimular todo lo que sigo llevando. Y sigo viviendo y haciendo planes y saliendo y entrando y seguiré ilusionándome y decepcionándome, con cosas, con gente, con actitudes,  con la vida, pero ahí seguiré.

Gracias mi amor chiquitín porque a pesar de todo iluminadas cada día el fondo de mi corazón. Te queremos.


EL YING Y EL YANG EN LA PAREJA

Bien, en la IVI se quedaron una vez más desilusionados y con la tristeza reflejada en su voz. Tanta ilusión puesta, tanto esfuerzo, tanto empeño, aún así no querían tirar la toalla y aunque la decisión en última instancia es nuestra nos dijeron que después del verano pasaramos por la clínica a hablar con ellos, para pensar, decidir, sopesar. Y en fin, así lo haríamos. De nuevo unas semanas para relajarnos, olvidar tanto estrés, tanto llanto.
Bueno, de nuevo había que volver a cambiar planes, a reestructurar actitudes y a sacar lo bueno de lo malo, así que ya con nuestros cuñados y nuestros amigos de la misma calle empezamos a poder ver posibles viajes para el mes de agosto. No era lo que queríamos tener previsto, pero era lo que había y eso era a lo que teníamos que agarrarnos, además con ilusión, con ganas de querer pasarlo bien y desconectar por unos días de la rutina, del día a día, de un querer y no poder.

Nos vendría bien, por el tratamiento en sí y por la nueva situación con nuestros amigos-vecinos con los que la situación seguía siendo distante y que por tanto nos tenía confusos, tristes. Un cúmulo de cosas que como siempre no nos dejaba terminar de encontrar serenidad en nuestras vidas.

A pesar de todo como siempre digo, tenemos suerte mucha suerte de tenernos. La verdad es que nos complementamos muy bien y somos de esas parejas como el ying y el yang. Cuando uno está más triste el otro está más fuerte para animarlo, cuando uno está más nervioso el otro tiene más temple para calmarlo, cuando a uno le molesta o le hiere algo, el otro intenta quitar hierro a la cosa para que no vaya a más, cuando uno está cansado, de bajón, el otro saca fuerzas para poder empujar. Así ha sido siempre en nuestras vidas y nos ha ayudado a poder sortear ciertas situaciones que de otra forma quizás no habríamos podido llevar si los dos hubiéramos tenido la misma actitud.

Y bueno, no somos perfectos pero la vida nos ha enseñado que no es siempre del color de rosa y que sé,  que a pesar de nuestra tragedia, nuestro dolor y nuestra pérdida en todas las casas hay problemas, tristezas y sinsabores y que no podemos cerrar los ojos ante esto, al menos no Juan Carlos y yo, y si los dos fuéramos ariscos a la misma vez, tuviéramos bajones a la misma vez, estuviéramos nerviosos a la misma vez y nos molestaran las cosas o la gente o las situaciones a la misma vez y de la misma manera, entonces nos tendríamos que encerrar en una urna y no salir porque no se puede vivir aislado y con los ojos cerrados aunque muchas veces quisiéramos.

El cielo es azul, el mar es azul, y tu mi niñita das luz a dos mundos unidos por tanto amor. Te queremos.

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