miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL RASTRO DEL VERANO

EL VERANO NO ES PARA TODOS

En verano suele darme el bajón de forma más significativa y aunque parezca extraño, el psiquiatra me dijo en una ocasión que es más normal de lo que la gente se piensa que en verano  el estado de ánimo se vea alterado en muchas personas al igual que ocurre en otras en la llegada del otoño. Supongo que en mí es normal que sea en estas fechas ya que a mi las estaciones de otoño-invierno me encantan, me gustan más que las otras. Las encuentro más entrañables, más familiares, más acogedoras.

Por otro lado es en verano cuando más me acuerdo de mi madre, los días que pasábamos con ella en la playa, ¡lo que le podía gustar!. No sólo el echo de poderse evadir durante unas semanas allí, sino porque durante esos días ella podía disfrutar de nuestra compañía de forma intensiva, y eso la hacía muy feliz. También es en verano cuando tengos los mejores recuerdos con Ángela, la tranquilidad de el avanzado estado que me indicaba que todo iba bien, que ya iba faltando menos y que en unos pocos días después de acabar el verano ella estaría en nuestros brazos.

No puedo evitarlo porque son pensamientos, sentimientos, sensaciones que me vienen solos, sin yo buscarlos, sin querer recordar incluso en muchos momentos por lo profundo del dolor, pero que están ahí y que me rememoran todos los planes que teníamos previstos. Un año más llegan a mi mente sin poder hacer nada. Ahí están.

Y es por eso, porque ya lo sé, por lo que busco una y otra vez fórmulas que me mantengan alejada de la realidad y que no hay nada que más me ayude que es mantener mi mente y mi cuerpo agotados. Agotados por tanta actividad, tantos planes, tantas salidas, tantos momentos en la cocina haciendo uno de mis mayores jobis que es cocinar. Me encanta, me ayuda en momentos de ansiedad, me relaja.
Todo vale para seguir en la carrera de la vida, pero no de cualquier manera, así no. Así no merecería la pena nada. Si se sigue luchando, si se sigue viviendo, si seguimos en la carrera, es para hacerlo con las mejores opciones. Quizás no ganemos, pero habrá merecido la pena sólo por el echo de haber participado con ilusión y ganas.

¡Cúanto me acuerdo de tus bostezos, de tu hipo, de tus pequeñas pataditas, de la huella de tu piececito en la ecografía! ¡Cúanto, cúanto!. Te queremos.


ADAPTARSE Y REIRSE

Al final pudimos irnos unos días de viaje. Después de ver mil presupuestos, mil destinos, de intentar buscar la mejor opción para todos los que se suponía que nos íbamos a ir, de poder acoplar las fechas que más o menos nos vinieran bien a todos y de esperar y esperar hasta último momento para ver si salía el super chollo que por eso de la crisis supusimos que saldría y que al final no salío, pues eso,  que nos fuimos.

Fue toda una odisea porque Juan Carlos y yo nos adaptamos a todos y a todo y por esperar a unos, buscar destino para otros y querer que el presupuesto se acomodara a todos,  casi nos quedamos sin poder irnos a ningún sitio. Pero bueno, quitando los mosqueos de los primeros días en los que se dió de baja la mitad del personal, y tuvimos de nuevo que mirar nuevos sitios, plazas, hoteles, avión, fechas y todo lo demás para los que quedamos, por fín pudimos salir unos días a cambiar de aires y de la rutina de todos los días.

Asíque,  de quince personas que íbamos a ser,  nos quedamos en cinco. Nosotros y nuestros amigos de la misma calle con su hijo. Pero estuvo bien. La verdad es que nos reímos mucho y el pequeñajo aguantó mejor que nosotros los días de caminatas y horarios de estar todo el día por ahí.

La única contrariedad fue la impuntualidad continua por parte de ellos en diversos contextos y situaciones, pero que al final convinimos en que no había por qué haber enfados si en todo lo demás no había problema. Como en todo , era cuestión de organizarse y priorizar, por lo que decidimos que los que más tardaban (ellos) no tenían por que ir nerviosos pensando en el plantón de los otros (nosotros), ni los otros (nosotros) terminar enfadándonos por estar de plantón después de habernos planificado para poder estar a nuestra hora, asíque lo que hicimos en dos o tres ocasiones era irnos Juan Carlos y yo y quedar a otra hora con ellos para que de esta forma todos estuviéramos bien.

Al final es la mejor solución, ya que por el echo de viajar juntos no significa que tengamos que ir a todas partes juntos, ni de hacer todos las mismas cosas porque por preferencias, horarios, cansancio, ritmo,  se trata de ir adaptándose a las circunstancias y a las personas con las que viajas para que todos podamos disfrutar y no perjudicar a los demás en el que es también su viaje.

En fin que salvo esta salvedad, que muy posiblemente ellos tendrían cualquier otra queja con respecto a nosotros, lo pasamos muy bien y nos reímos mucho, incluso de situaciones en las que de no estar predispuestos a pasarlo bien, nos hubiera amargado, como una excursión que contratamos y que en vez de llevarnos por todo lo más bonito de la ciudad nos llevó por el extrarradio de la ciudad para subirnos a lo alto de una montaña y como no, hacer caja en una cafetería-restaurante. Fuimos riéndonos todo el camino viendo por donde nos estaban llevando.

Pero como digo, al final el balance fue positivo porque de eso se trata. De adaptarse a las situaciones y a las personas y saber que no todo ni todos somos perfectos y que el que no tiene una cosa tiene otra pero siempre hay que valorar y sopesar lo bueno de lo malo y si lo bueno supera a lo malo, entonces merece la pena . Yo me quedo con eso.

Tú eres parte muy importante de mi visión, porque si sólo nos quedáramos con lo malo, entonces mi amor chiquitín, no podríamos vivir. Te queremos.



LA VERDAD DE UNA IMAGEN

Cuando uno sale de viaje siempre le suelen parecer pocos los días que se está fuera, claro es, si uno lo está pasando bien y está a gusto, como este fue el caso. Da penita pero llegas con las ganas de revisar todo el material fotográfico y de vídeo que ha dejado inmortalizado los momentos vividos y que nos sirven para rememorar todo aquello que quedó en nuestras retinas, en nuestras vivencias.

Normalmente, por lo menos a mi me ha pasado, no se termina de ver reflejado al cien por cien todo lo que has visto, ni en el color, ni en lo bonito, ni en la grandeza, pero he de decir que esta vez al ver el vídeo,  experimenté todo lo contrario. La verdad es que fue raro, porque viendo las imágines,  la sensación era como que no había disfrutado ni sacado el máximo partido a todo lo visto. Me pareció mucho más bonito y entrañable de lo que en un principio me había parecido.

No sé, quizás mi cabeza no empezó el viaje muy centrada y es curioso porque,  unos días después,  hablando con mi amiga de la misma calle me dijo que al ir viendo las fotos (ellos hicieron las fotos y nosotros el vídeo), había visto como la expresión de mi cara había ido cambiando conforme iban pasando los días. Me dijo que en las primeras fotos de los primeros días mi cara reflejaba tristeza, melancolía y que conforme fueron pasando los días,  en mi rostro empezó a aparecer la sonrisa alegre, la vivacidad en mi expresión. Fue algo que le resultó chocante porque hasta verlo plasmado en las fotos no se había dado cuenta.

Supongo que es algo normal, porque cuando estás acostumbrado a ver a una persona de forma continua te pasan desapercibidos muchos gestos o estados de ánimo que por lo habitual,  no resultan raros y es quizás cuando lo vemos en una imagen fija, tomada sin darte cuenta cuando quedan al descubierto todos los fantasmas que habitan en tu día a día.

Bueno, al menos pasamos de poco a más y he de reconocer que me vino muy bien el viaje y la compañía y de todo se saca la parte positiva y en este caso me di cuenta a la vuelta,  que había estado durante varios mañanas sin tomarme las pastillas anti-depresivas, señal de que al menos durante unos días mi cabeza dejó de pensar.

Durante esos días, cada noche buscaba tu luz en e cielo, pero no te encontré y lo que más me alegró al volver fue verte de nuevo en lo alto del cielo, mi estrella gordita. Te queremos.


EL HUECO DE TU AUSENCIA

Este verano todavía tenía que pasar una nueva calentura que había ido retrasando porque se me hacía un nudo en el estómago y me causaba mucho dolor, pero decidí liarme la manta a la cabeza y dar un nuevo paso para subir un nuevo escalón.

El motivo era que desde la muerte de Ángela no  había vuelto a ir a ninguna reunión familiar por parte de Juan Carlos donde estuvieran todos sus hermanos y los respectivos, ya que me causaba mucho dolor ver a uno de sus miembros con su hija pequeña y para mi era como si el hueco de mi hija hubiera sido sustituido por esa personita y la verdad es que me moría de dolor el sólo hecho de pensarlo.

Pero a lo largo de este año he ido haciendo nuevos esfuerzos por ir superandome y ya después de dar el paso de ir a ver también a otra nueva pequeña sobrina que había nacido durante el otoño creí que posiblemente podría soportar el verlas a las dos juntas y el ver la felicidad en los rostros de sus padres.

Bueno, la primera sorpresa fue para mis suegros que no me esperaban. Mi suegro me abrazó emocionado y me dijo que para él era muy importante el verme allí y en fín, supongo que alguna vez tenía que ser la primera.
Intenté durante toda la noche estar distraída, alegre, sin que en ningún momento se notara que mi corazón estaba encongido y teniendo cuidado de no sentarme en la parte donde se habían sentado todas las mujeres por no oirlas hablar de las cosas típicas de los cuidados del bebé y a la misma vez, y a pesar de estar todas ellas muy produntes, no hacerlas sentir incómodas.

Y la noche más o menos pasó bien. Ya casi estaba hecho. Ya casi llegábamos al final, pero fue en la despedida cuando un invitado extra quiso estar más cariñoso y atento preguntándome e interesándose, cuando ya no pudieron más y mis lágrimas salieron sin yo poder remediarlo. Fui fuerte toda la noche, pero al final la evidencia de su ausencia, en mi corazón pudo más.

Al menos, como dije al principio, alguna vez tenía que ser la primera y después de aquella noche, han venido otras cenas y otras comidas familiares y he podido estar mejor y más fuerte porque si decido ir es para que nadie tenga que sentirse incómodo y triste al verme.

Bien, mi ángel nada ni nadie podrá ocupar tu lugar, pero es que duele tanto ver como la vida sigue sin tú estar. Te queremos

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